Las ignominiosas redes
Freddy Sánchez jueves 4, Mar 2021Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Benditas o malditas redes sociales…
Las dos cosas, inequívocamente, según “el cristal con que se mire”.
Porque la edificante aportación de pareceres que el derecho a disentir prohija, en no pocos casos se convierte en un estercolero de maledicencias, ofensas e infamias alentadas por bajos instintos encaminados a destrozar con calificativos viles la reputación y la imagen de quienes no comparten la opinión de otros.
De modo, que aquel que entre a las redes sociales debe prepararse a recibir candela pura en cuanto esboce algún comentario que despierte polémica.
Lo radicalismos se agolpan pendencieramente cuando surge cualquier voz para señalar alguna cuestión que pudiéndose prestar al discernimiento y una discusión de altura, comúnmente, el expositor queda a merced de los opinadores, que sin razonar siquiera lo que escuchan, se afanan en proferir cesuras procaces para el que dice algo diferente de lo que piensan.
Y justamente, por esa razón hay quienes teniendo una condición social o política sobresaliente no se atreven a utilizar las redes, ya que infinidad de los que lo han hecho fueron avasallados con críticas proclives para denigrarlos y nada que ver con un propósito saludable de debatir en aras de enriquecer el entendimiento colectivo.
Como quiera que sea, este medio de comunicación se ha convertido en una herramienta esencial para posicionar y someter al escrutinio de la gente aquellas ideas, observaciones, censuras, críticas, concordancias de parecer y demás asuntos de interés de un sinnúmero de participantes en estos menesteres de la difusión moderna.
De ahí, que cada vez haya más personajes de la vida pública, obligados a ser parte de lo que se ventila en las redes sociales.
En días pasados, por ejemplo, Diego Fernández de Ceballos, (el conocido “Jefe Diego”, con ochenta años de edad y larga trayectoria en lides políticas, litigios mercantiles y manejos electorales) hizo su aparición en las redes sociales, y antes de que “cantara el gallo” recibió una andanada de furiosas y punzantes salvajadas verbales hacia su persona, pintándolo de lo más corrupto y cosas por el estilo, aunque elogios y reconocimientos no le faltaron y también fueron muchos.
Y ese es el punto medular de las redes, puesto que el que se sumerge en sus aguas lo mismo las encuentra tibias que calientes, limpias o sucias, siendo una delicia o un martirio para el que nada en ellas.
Aquello de que un político tiene que “tragar sapos”, en estas actividades de comunicación bajo la potestad de las masas, debe ser más que cierto.
Porque, los que no tengan la piel dura, sentirán a cada rato que sus hostigadores los estarán cortando a pedazos con la saña desmesurada de un sinfín de improperios altisonantes.
De ahí que no todos soporten con estoicismo.
La esposa del Presidente, agobiada, abandonó un tiempo las redes, pero regresó. Y “apechugando”, igual están otros, como Ricardo Anaya, ex candidato presidencial panista que se propuso recorrer el país y desde distintos lares poder criticar al Presidente y sus políticas de gobierno; Andrés Manuel, naturalmente, Peña Nieto, Calderón, los colaboradores de alto nivel de ambos ex jefes del ejecutivo, quienes ahora los sustituyen como abanderados de la Cuarta Transformación, (Doña Olga, de Gobernación, la secretaria de Energía y Manuel Bartlett, entre otros), que una y otra vez son avasallados con palabras nada que ver con un poco de decencia y cortesía.
Así las cosas, queda claro que las redes sociales que para algunos son una bendita estructura para poder explayarse y decir con libertad lo que piensan, de ninguna manera deben sentir igual quienes son objeto sistemático de ataques malintencionados, injurias y demás aberraciones del lenguaje que buscan hacer burla o desprestigio para el que tiene una opinión distinta de los ofensores de “sucia boca” y cobarde actitud.
Y esa esa es la parte lamentable de las ignominiosas redes.