Otra institución, al diablo
Alberto Vieyra G. jueves 4, Mar 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En mi larga trayectoria de 3 décadas como cronista parlamentario, tanto del Senado como en la Cámara de Diputados, tuve la oportunidad de conocer el teje y maneje de una institución de muy sólido prestigio a nivel internacional, la Auditoría Superior de la Federación, encargada de revisar con lupa en qué se gastan nuestros dineros públicos cada año los gobiernos federales, estatales y municipales. Cada año esa institución da a conocer los resultados de acuerdo con las auditorías que llevan a cabo en todo el país y formula las observaciones de rigor a los gobiernos en turno.
Gracias a ese trabajo de tanto prestigio, México pudo conocer asuntos de corrupción como la “estafa maestra”, en el régimen peñista o los trinquetes del ex gobernador veracruzano, Javier Duarte, quien saqueo materialmente a Veracruz y por ello purga condena en la cárcel por más de 9 años.
Las observaciones que hace anualmente la Auditoría Superior de la Federación nunca habían recibido la inconformidad de ningún Presidente de la República o gobernador. Cuando el organismo fiscalizador formulaba sus observaciones sobre los manejos de la cuenta pública, les hacía saber que disponían de un mes para presentar sus inconformidades o sus comprobantes en los que demostraran que les cuadraban las cuentas de acuerdo con los presupuestos designados a cada secretaría de Estado, gobierno estatal o municipal.
Inesperadamente, en el informe dado a conocer por la Auditoría Superior de la Federación hace un par de semanas, el presidente Andrés Manuel López Obrador pegaría el grito en el cielo y haciéndose la víctima de ser atacado por los “conservadores fifís” y la prensa crítica, descalifico por “falso y tendencioso” el informe de esa institución autónoma que depende de la Cámara de Diputados y de manera furibunda, envió una carta a la Cámara baja para que la Auditoría Superior de la Federación explicara en qué se basó para asegurar que la cancelación del Aeropuerto en Texcoco nos había costado a los mexicanos más de 350 mil millones de pesos y que en términos generales, la administración de AMLO es un desbarajuste, pues más de 90 mil millones de pesos fueron “desviados o mal operados”, durante los primeros 12 meses del régimen amlista.
AMLO se desgranó en descalificaciones y críticas a la Auditoría Superior de la Federación, haciéndonos creer a todos los mexicanos que su gobierno es el de un dios perfecto y honesto por los cuatro costados y hasta presumió que él tenía “otros datos”. Bueno, pues esos datos los tiene que aportar y dispone todavía de 20 días para hacerlo, para que le cuadren las cuentas y no este de chillón porque lo que hizo AMLO fue darle en la madre a esa institución fiscalizadora. ¿O que ya se nos olvidó que AMLO arengó a los mexicanos para “mandar al diablo a las instituciones”?
Para taparle el ojo al macho la Cámara de Diputados hizo comparecer el lunes de esta semana al auditor superior, David Colmenares Páramo, un hombre con una impecable trayectoria, al que no conozco, por cierto, y ante la andanada del Presidente y de sus renos de Morena, que lo acusan de querer perjudicar a nuestro gobierno, por órdenes de los conservadores fifís, fue necesario despedir a dos funcionario de la Auditoría Superior de la Federación, pero tanto ellos, como el informe que desató la ira del Presidente revelan sólo una cosa: El mal llamado régimen de la Cuarta Transformación es un desgarriate. La administración pública federal es un desbarajuste total en el que las dependencias gubernamentales se niegan a proporcionar la información requerida por la Auditoría Superior de la Federación, pues tienen órdenes del dios sexenal de Palacio Nacional de que solamente a él y a nadie más que a él le deben rendir cuentas, aunque las leyes digan lo contrario.
No hay duda de que AMLO le ha causado un daño irreversible a la Auditoría Superior de la Federación al descalificarla como nadie lo había hecho, pero más daño le está haciendo a la República con una regresión histórica de más de medio siglo y más daño le está haciendo al plantea usando sus cochinas energías a base de petróleo, carbón y combustóleo, éste último con altísimos grados de azufre que son capaces de provocar un ecocidio o un genocidio.