¡Que bailada!
Roberto Vizcaíno viernes 8, Abr 2011Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Confrontado a micrófono abierto con Moreira, Javier Lozano , un neopanista con amplio antecedente e historial priísta, dejó de ser el aguerrido funcionario que reparte leñazos a diestra y siniestra para convertirse en un político vulnerable, endeble que muy posiblemente perdió la oportunidad de ser el candidato presidencial blanquiazul luego de que evidenció sus flaquezas
Es de casi todos conocido que a Humberto Moreira no sólo le gusta bailar, sino que lo hace bien. Hoy como dirigente nacional del PRI ha adquirido -y mostrado-, otros atributos: el primero, el de ser un buen polemista, ingenioso, entrón y de hacer todo eso sin perder el estilo ni la razón.
En el mes y una semana que lleva al frente del tricolor se ha enfrentado ya no sólo al mismo presidente Felipe Calderón, sino a varios de sus colaboradores y ha salido bien plantado.
Pero de todos esos encuentros el que va a dejar rastro es el que tuvo Moreira anteayer con el secretario del Trabajo, Javier Lozano, y que fue mediado por el conductor Carlos Loret de Mola en el programa Contraportada en Radio Fórmula.
¡Vaya bailada que le dio el dirigente del tricolor al ahora titular del trabajo!
Concertado el encuentro a micrófono abierto para hablar de la pobreza, la marginación, la pérdida del poder adquisitivo, el desempleo, los problemas educativos y otros, el debate le sirvió a Moreira para pegarle una severa descobijada ideológica, política y ética a Lozano.
El encuentro demostró que Moreira ha penetrado en el corazón de los panistas en el poder.
Tanto los conoce, que jugó como quiso con el aguerrido titular del Trabajo: lo hizo trastabillar, tropezarse con sus propios datos y argumentos, y mostrarse como un tránsfuga del PRI.
Eso lo mostró cuando Lozano intentó transferirle a los gobiernos priístas de José López Portillo, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo la culpa de la pobreza y el desempleo que sufre hoy México al indicar:
“Yo sostengo que en materia de pobreza, de salario, de empleo, de crecimiento de la economía y de bienestar, estos diez años de los gobiernos panistas han sido mucho mejores que los que se tuvieron antes, y para eso precisamente estoy en esta mesa”.
Moreira sonrió. Había logrado que Lozano cayera desde la primera respuesta justamente en el espacio en que lo quería meter para torearlo. El priísta no desaprovechó, dio los datos de la pobreza emitidos por organismos nacionales e internacionales y le dijo:
“En este gobierno la canasta básica se nos disparó… la tortilla cuesta el doble, la gasolina subió un 34 por ciento y el diesel un 74 por ciento… podemos revisar la leche que se podía comprar al inicio de esta administración, un litro más de lo que se puede comprar ahora.
“Y así podríamos revisar cada uno de los artículos de la canasta básica y nos vamos a dar cuenta que hay un incremento que está llegando y golpeando los bolsillos de la gente y está afectando obviamente lo que llega a la mesa de todos los mexicanos…
“(Pero) Si hablamos del pasado, tendríamos que pedir cuentas al secretario del Trabajo, porque en ese pasado del que habla, mientras yo era un militante más del PRI, el ya era subsecretario, no sé si en ese momento de Hacienda, o de Comunicaciones y Transportes, pero en ese pasado del que habla él, era un alto funcionario del gobierno.
“Entonces, tendría que darnos cuenta de ese error que pasó, por ser parte, él, de los que causaron este problema. Quizá nos pueda explicar mejor la crisis, porque él fue de los funcionarios que estaban al frente cuando esto se generó.
“Porque el auditorio quizás no sepa pero el secretario del Trabajo era del PRI y trabajaba como alto funcionario de Hacienda y de Comunicaciones, llegó hasta a ser vocero del PRI, y después, bueno, ya construyó la amistad con el señor presidente (Felipe Calderón) y se cambió de partido…”
Con las cejas políticas y de congruencia sangrantes, Lozano intentó defenderse:
“Bueno, déjame empezar por este último concepto… Por supuesto que sí, y a mucha honra, yo participé en el gobierno del presidente Zedillo con altos cargos como servidor público, eso es algo público… en Pemex, en Comunicaciones y Transportes, en Gobernación.
“… lo importante es porque me salí del PRI… no por irme con un “amigo” (con Calderón)… una cosa es que lo haya conocido desde la Libre de Derecho y otra cosa es que primero hayamos construido, a partir del 2003, un proyecto generacional que afortunadamente llevó a Felipe Calderón a la Presidencia de la República, con mucho esfuerzo, con mucha disciplina y con mucha voluntad.
“… lo relevante es que sí, sí estuve ahí (en gobiernos priístas) y conocí gente de relevancia, muy importante, y di los resultados que a mí me correspondían. Por cierto, cuando fue esta crisis del 94-95 (lo del error de diciembre de Zedillo) estaba yo entrando a Pemex, y luego nos tuvimos que ir de emergencia a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes porque Guillermo Ortiz se fue a la Secretaría de Hacienda.
“… lo importante es porqué salí y salí porque llegó un momento de absoluta intolerancia e irracionalidad, porque en ese partido de los gobiernos del PRI, porque en la dirigencia nacional de la que fui parte en algún momento, se cerraron todos los espacios y se privilegiaron todos los intereses en lugar del bien común.
“Y sí, preferí jugar una apuesta que para muchos parecía imposible de construir junto con Felipe Calderón en aquel 2005, en la precandidatura, un proyecto que hoy lo tiene en la Presidencia de la República y que estamos haciendo un gobierno responsable”.
Ya dentro del ruedo del tránsfuga partidista donde lo metió Moreira, Lozano no le quedó más que ver cómo se le venía el ferrocarril encima:
“… qué bueno que ya admite haber sido priísta… y bueno, quizá se salió porque a lo mejor quiso enterrar sus errores, sus problemas de los cuales él también fue parte, y cambió de partido.
“La pregunta es si así lo hará también ahora con los del PAN…”.
Una vez vapuleado y descontrolado, el dirigente priísta le recordó que Calderón prometió durante su campaña que sería el Presidente del empleo, pero que la realidad lo ubicaba hoy justamente al revés, en el puesto del Presidente del desempleo.
Trabado, sin poder dar respuestas convincentes, Lozano fue confrontado una vez más por el líder tricolor al indicarle que había ya que dejar atrás los dimes y diretes y que en lugar de atacarlo, deberían los colaboradores de Calderón sentarse con él a discutir cómo podían sacar adelante a México.
Al meterlo en este espacio, Moreira logró otro punto: dejar ante los radioescuchas la idea de que él estaba siendo atacado por el régimen de Calderón porque él en sus conferencias de prensa de los lunes se había atrevido a plantear los graves problemas de la pobreza, la marginación, la educación, la pérdida del poder adquisitivo y mostrarle así a los mexicanos que existen muchos más temas que el de la seguridad, que es de lo único que hablan el presidente Calderón y sus secretarios.
Luego de insistirle en este punto, Moreira logró que Lozano se comprometiera a sentarse junto con los secretarios de Economía, Bruno Ferrari; el de Hacienda, Ernesto Cordero y el de Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra para discutir esos temas y llegar a acuerdos.
Por su parte, Moreira se comprometió a impulsar entre las bancadas del PRI la aprobación de las reformas a la Ley de Competencias y la laboral, pero luego de un debate que incluya a todos los sectores interesados en ambos proyectos.
Total, un agarrón mediático a micrófono abierto en el que el priísta les recriminó a los funcionarios panistas estar gobernando “viendo sólo el retrovisor”, es decir, echándole la culpa de todos los males a los gobiernos priístas anteriores.
Confrontado a micrófono abierto con Moreira, Javier Lozano quedó como un neopanista con amplio antecedente e historial priísta, que dejó de ser el aguerrido funcionario que reparte leñazos a diestra y siniestra para convertirse en un político vulnerable, endeble que muy posiblemente perdió la oportunidad de ser el candidato presidencial blanquiazul luego de que evidenció sus flaquezas.
Interesante ejercicio de vencidas entre el líder priísta y los panistas del primer nivel del calderonismo que ya dejó víctimas en el camino.