¿Cuánto falta para que EU nos cierre totalmente las fronteras?
Francisco Rodríguez viernes 12, Feb 2021Índice político
Francisco Rodríguez
En Estados Unidos, reportó este jueves 11 el Times de Nueva York, el número de nuevos casos de coronavirus continúa cayendo en picada, lo mismo que el número de ciudadanos hospitalizados con síntomas del virus SARS-Cov-2. Las muertes también han comenzado a declinar. Y el número de vacunaciones diarias casi se ha triplicado en el último mes.
Aquí, mientras tanto, el país está siendo destruido a pasos agigantados: No descienden, antes todo lo contrario, el número de contagiados, de hospitalizados, de víctimas mortales. De la vacunación mejor ni hablamos. Fue una reverenda estupidez -por decirlo suavecito- aquella jalada de Marcelo Ebrard de “¡misión cumplida!”.
¿Cuántos días faltan para que Estados Unidos cierre definitivamente las fronteras con nuestro país, ya no por los pobres abandonados por su gobierno que van allá persiguiendo el american dream, ahora también para evitar que les llevemos nuestra catástrofe sanitaria?
Con ello, a finales de la presente década podemos ser otra vez un territorio de carretas. Y eso porque ningún rubro de la cuarta revolución industrial nos queda en el camino, ni siquiera a un año luz de distancia. Arribamos a un modelo de nacionalismo remendón, de huarache, con una sociedad ahogada en chapopote.
Otra razón para que EU y Canadá rompan con México
Vamos juntos de la mano de un histórico personaje más parecido al Ecoloco que al Kilowatito o al Charrito Pemex. Octavio Romero y Manuel Bartlett se la pasan padroteando a Petróleos Mexicanos y a la CFE. No usan cubrebocas, usan antifaz. Son los cacharpos, los cobradores de piso, de los cárteles. Están un escalón más abajo que los huachicoleros de siempre.
La comandanta Nahle, más que secretaria de Energía es una secretaria de acuerdos de la mafia recolectando las firmas de Palacio para otorgarle más dinero de obra a sus compadres que construyen el bodrio de la refinería de Dos Bocas. Algo vergonzoso y anticlimático.
Todo ello, mientras los inversionistas extranjeros en el sector energético están en pie de guerra porque, tras perder en la Corta de Justicia, el Ejecutivo federal ha propuesto una legislación que, ordenó el caudillo a sus sumisos diputados y senadores, que le cambien “ni una coma”.
Y con ello, a incumplir los términos del T-MEC. Otra razón para que Estados Unidos y Canadá rompan con México.
Pero hasta en eso hay clases. En los centros del trasiego, en Sinaloa y en Jalisco, se sabe que entre las bandas delincuenciales ya surgió el temor de que “si la economía del país continúa derruyéndose, esta plaza se va a calentar tanto que dentro de poco ya no va a valer nada”. Las leyes de la oferta y la demanda son invariables para toda actividad. Falta que se decidan a tomar cartas en el asunto. Lo que nos faltaba.
Nacionalismo mal entendido acarrea carestía, inflación, conflictos
Y es que, efectivamente, nadie tiene nada en contra del nacionalismo. Lo que sí es que todos estamos contra la manera en que la corrupción y la complicidad del régimen con los comerciantes aprovechados y los líderes charros han envejecido las industrias estratégicas del sector energético para llevarnos al límite en el que nos encontramos.
Nadie puede defender el nacionalismo si éste acarrea más carestía, mayor inflación, más contaminación, más subsidio a fondo perdido a las empresas estatales, más indolencia de las organizaciones obreras consentidas y mayores pérdidas en los tribunales internacionales por conflictos provocados, una vez que el gobierno violó contratos que se firmaron al amparo de los 13 tratados comerciales vigentes con el mundo. La cuenta que se viene es demasiado cara, no hay dinero para pagar las sentencias.
En Pemex, los corruptos se llevan cientos de millones diariamente
Otro gallo nos hubiera cantado si se hubiera empezado, cual debe ser, desde el principio: pero nadie quiso atacar la corrupción. Ni en Pemex, ni en la Comisión Federal de Electricidad, ni en las comisiones de hidrocarburos, ni en las reguladoras. Y solito, esto no se iba a componer. La honestidad valiente se tropezó con su propia lengua.
En Pemex, no sólo se borraron todos los agravios de la delincuencia, gracias a las componendas de Romero Deschamps con los querubines de la mafia de Palacio, sino se permitió que toda la banda siga partiendo el bacalao en la empresa productiva del estado, en el huachicol de tierra y en el gran desfalco del mar, en las plataformas del Golfo de Campeche. Son cientos de millones de pesos al día que salpican a todos los peldaños del Ejecutivo.
En la Laguna de Términos, 300 mil millones de barriles, pero…
En la CFE, la necedad absurda en violar los contratos firmados con las empresas que invirtieron billones de dólares en las industrias fotovoltaicas, solares y eólicas de las energías limpias, para favorecer a los productores locales de carbón y a los depósitos petroleros de combustóleo que, se ha comprobado, se produce en mucho mayor cantidad que gasolina, en cada barril medido de aceite.
Una sola inversión que se hubiera hecho desde el principio de este régimen ridículo en la Laguna de Términos, en el municipio de Mamantel, pondría a México a la cabeza de los mayores productores del mundo. Reservas probadas por Exxon Mobile, cerca de 300 mil millones de barriles, explotación a flor de tierra y en aguas someras, hubiera creado un stock como para competir en cualquier puja y en cualquier mercado internacional. México sería respetado.
En la CFE un político con pésima imagen, en lugar de un capaz
Hoy, Pemex no tendría las pérdidas que registra. Dejaría de ser el pozo inmundo donde se tiran los productos de nuestros impuestos y dejaría de ser el hazmerreír mundial del pendejismo. El nacionalismo mexicano hubiera brincado la vara. Pero se optó, desde la honestidad valiente, por beneficiar a los grandes delincuentes de la Nación.
En la CFE, sólo era cuestión de poner al frente, no a un agachado, sino a alguien que supiera un quinto de competitividad, un centavo de eficiencia industrial en el mundo actual, un modernizador de criterios de administración que procurara la mejor selección entre los competidores en generación y en distribución de fluido eléctrico. No había que hacer gran cosa.
Alguien que hubiera puesto la empresa eléctrica del Estado en consonancia con los requerimientos del mundo, acorde con los términos del Acuerdo de París contra el CO2, con los contenidos del T-MEC y con las precisiones orientales del capitalismo corporativo chino. Ahora, en todos esos rubros, arrastramos la cobija.
Alguien que pudiera hacernos sentir orgullosos de participar en las mejores condiciones del mercado, salvaguardando los bolsillos del consumidor y del contribuyente fiscal cautivo, gente en las que la Cuarta Corrupción nunca pensó. No puede haber nacionalismo sin pueblo. El nacionalismo no puede ser tomado como bandera perjudicando a aquéllos que deben ser los más beneficiados.
Nacionalismo, soberanía e independencia, en manos de ignorantes
Lo que dice la Constitución es que el nacionalismo debe convocar a la unidad, la soberanía y la independencia, pero sin hostilidades ni exclusivismos. El nacionalismo no es la ideología de los fósiles, ni la cueva donde se guarecen los que trafican con las oportunidades de la nación para favorecer a un grupito de desclasados, a un puño de empoderados de ocasión.
Nacionalismo, soberanía, independencia, son conceptos que no pueden estar en manos de corruptos o ignorantes, ni de reeleccionistas ambiciosos. Son conceptos superiores que convocan a la nación para comprender los mejores caminos, para hacer de la democracia no sólo un régimen de gobierno, sino un estilo de vida, fundado en el constante mejoramiento moral, económico y material del pueblo.
Los constituyentes no pensaron en el nacionalismo como un sistema cavernario que justificara la ignorancia, el atraso tecnológico y los trastupijes de los camposanteros de la producción. El nacionalismo fue diseñado para velar por la salud popular, la seguridad del ciudadano, la educación de calidad y amplia cobertura, la vivienda para los grandes conglomerados, la agricultura y la alimentación nacional en las mejores condiciones.
No tardan en cerrarse las fronteras con Estados Unidos y Canadá
Si alguno de los constituyentes supiera que por corrupción, necedad y abandono de los mínimos de bienestar detallados estamos a punto de quedarnos aislados como parias, confinados dentro de las fronteras, arrinconados por los socios comerciales por corruptos y por enfermos terminales, se volvería a morir. Y falta muy poco para que eso suceda. No tardan en cerrarse las fronteras con Estados Unidos y Canadá.
Igual, si supiera que la secretaria de Educación Pública, la maestra Delfina, lee y habla de brinquito, o si supiera que no se ha levantado un solo empleo formal, una vivienda popular, y que la agricultura de subsistencia está abandonada, que la alimentación no está asegurada, reprobaría cualquier tapujo de nacionalismo ignorante.
Si supiera que los que presumen de su ideología nacionalista, empezando por el Jefe del gobierno y del Estado, son tratados como imbéciles, idiotas y retrasados mentales en los noticieros del primer mundo, no podrían soportar la vergüenza. No se puede llorar como mujer lo que no se supo defender como hombre, le dijo Aixa a su hijo el moro Boabdil cuando perdió el sitio de Granada.
Por el nacionalismo remendón vamos hacia el hambre y la peste
Invocar el nacionalismo para ir a la central avionera de Santa Lucía a hacer el oso de inaugurar, acompañado de los tres inexistentes poderes, la mitad de un aeropuerto sin aeropuerto, es más de lo que se puede permitir en un país todavía en sus cabales. La plaza, como dicen los narcotraficantes, se está calentando, si seguimos así, dentro de muy poco ya no valdrá nada.
Por esta vía del nacionalismo remendón vamos hacia el hambre, la peste, la enfermedad y la muerte, pero en un escenario de un país de carretas con una sociedad ahogada en chapopote.
Y pensar que todo se puede resolver todavía en las urnas, el próximo día seis de junio de este año.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Escribe un apreciado lector de estas letras: “Me lo dicen mis parientes y amigos de El Paso: les da pánico que crucen los juarenses y los paseños no van a Ciudad Juárez.” ¡Segunda llamada, segunda!
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