La suerte que decidieron otros
Armando Ríos Ruiz miércoles 10, Feb 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Los comicios presidenciales de 2018 debieron marcar un hito en la historia electoral de México para todos los partidos y para todos los mexicanos. El cansancio de la ciudadanía, harta de los abusos, de los enriquecimientos en un sólo sexenio de políticos de toda clase, del cinismo en la mala conducción del país, de la incompetencia en el desempeño de los cargos y otros aspectos negativos, llevaron a los votantes a sufragar por Morena, el organismo político que pregonó a diestra y siniestra, acabar con todo un pasado de oprobio.
Así llegó a la silla presidencial el tabasqueño Andrés López Obrador, dedicado durante casi toda su historia política a criticar a los funcionarios en turno. Principalmente a los presidentes del país, cuyas acciones superaría con el solo arribo al cargo. Con promesas cargadas de afirmaciones de cambiar todo lo malo y sustituirlo por lo bueno jamás visto.
El oído de millones de compatriotas se endulzó y lo llevó a la victoria. Sólo que en los hechos, muchos se han desencantado paulatinamente, al comprobar que una cosa es criticar y otra gobernar. Al ver que, lejos de superar a los malos, a los conservadores, a los neoliberales, los ha aventajado, sí, pero con actitudes peores que nadie hubiera sospechado. Con medidas que se han convertido en una verdadera vergüenza para el mismo país, criticado hasta el tuétano en otras latitudes del mundo, que nos ven como cobardes y como lacayos.
En Inglaterra, por ejemplo, nos han restregado en la cara el ejemplo de países como Egipto, como Túnez y más, cuyos habitantes se decidieron en un momento dado a salir a las calles a protestar por soportar la vida en lugares que se habían vuelto inhabitables y en otra actitud valiente echaron a los dictadores, porque se habían tornado inaguantables, abusivos, mentirosos, vividores de sus promesas y en suma, pésimos mandatarios.
Desde la llegada a la Presidencia del tabasqueño, la oposición no ha hecho prácticamente nada, aparte de criticarlo. Se ha dedicado a juzgarlo sin lograr finiquitar una sola estrategia para frenar las ansias de quien manda, de consolidar su gobierno autoritario y dictatorial, en donde la única voz que exige absoluta obediencia es la de él.
Muchos esperábamos que los partidos desplazados tomaran conciencia. Que despertaran del letargo impuesto por sus triunfos gracias al golpe recibido en las urnas. Pero no ha sido así. Aún dormitan quizá porque creen que tienen una pesadilla de la cual tendrán forzosamente que despertar para volver a las andadas.
Tres partidos, otrora los más influyentes y grandes, conformaron una alianza para evitar que Morena vuelva a acumular mayoría en el Congreso y termine por destruir al país, tarea en la cual ya lleva muy considerables avances. También imaginamos que para ello, concebiría estrategias indiscutibles por eficaces. Que emplearía tiempo en buscar a los candidatos más eficientes. Más prometedores. Más comprometidos con la población. Más preparados e inteligentes.
No se le ha visto nada. No existen propuestas convincentes. No existe visión de futuro con base en el pasado (2018). Sólo la unión de tres organizaciones que esperan un milagro. Que piensan que la gente los socorrerá porque ya no aguanta al Presidente. Que pueden pensar igual que en el pasado, sin insertar un cambio siquiera. Que los votos vendrán solos.
Inspirados en su propia experiencia y en el partido adversario, han recurrido a los amigos y a los familiares para incrustarlos en las listas de candidatos a diferentes posiciones de elección popular, sin que importe si tienen los méritos, el conocimiento, la experiencia necesarios. Lo peor: hasta a la farándula. A la fama de quienes no fueron buenos ni para lo que escogieron ser.
Es como cuando a alguien se le ocurrió presentar a un actorcillo de nombre Eduardo Yáñez, visiblemente ignorante, que aparecía en la televisión hablando de economía. Un grandulón abusivo, que en la calle propinaba palizas a jóvenes por el hecho de que lo miraran y en su quehacer mal actuaba, pero levantaba suspiros de las mujeres.
Claro que no son los únicos. También en Morena se cuecen habas. Tal vez quieren repetir
Hazañas como la de Morelos, en donde a Cuauhtémoc Blanco le resulta más fácil rebuznar que comportarse como gobernador, porque apenas sabe escribir. Seguramente por eso dizque gobierna a través de su celular y desde los campos de golf o desde la Ciudad de México.
Este es el panorama que espera a México, en donde se ha logrado imponer el cambio. En donde ya no es posible concebir haber mudado tanto por desgracia propia. Treinta millones de ciudadanos, de 90 millones que votan, decidieron la suerte de 130 millones de habitantes.