La salud presidencial y la seguridad nacional
¬ Luis Ángel García lunes 1, Feb 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
En días pasados el Presidente de la República anunció que dio positivo a la prueba de Covid-19; su cuerpo médico lo prescribió y ordenó el confinamiento en su departamento de Palacio Nacional. Por lo tanto, redujo su ritmo de trabajo y canceló las actividades públicas —como las mañaneras— que incluían las giras al interior del país, pero conservó el mando y las funciones como ejecutivo federal, en constante comunicación con su gabinete y las fuerzas armadas, gracias a las nuevas tecnologías.
Sin embargo, falló la comunicación política y se creó un vacío de poder que no pudo llenar la secretaria de Gobernación -jefa de gabinete y virtual vicepresidente, aunque esta figura no existe en la administración pública-, que provocó diversos rumores sobre la gravedad en la salud del mandatario y su presunta imposibilidad de ejercer el poder. Sin una estrategia de comunicación, la ausencia de los anónimos secretarios que ya no participan en la vida política nacional y sin ser un referente para la opinión pública, se inició una crisis de gobernabilidad que tuvo que atajar personalmente el mero mero para desmentir las versiones de que podría estar imposibilitado para estar al frente de los destinos del país.
Incluso, para muchos constitucionalistas había una crisis de gobernabilidad, por lo que sugirieron modificaciones a nuestro marco legal para evitar, en lo subsecuente, esas eventualidades y precisar que ante ausencias temporales por enfermedad, la jefa del gabinete asuma esa responsabilidad. Más allá del episodio de salud presidencial, tanto los actores como los opinadores y los juristas quedaron en deuda con los ciudadanos.
De un problema de salud, cualquiera que sea el origen, todos quisieron sacar provecho. El gobierno vio la posibilidad de sondear el ánimo de la gente y cómo afectaría la aceptación presidencial por la enfermedad o cómo sería el comportamiento del círculo rojo ante la ausencia del primer mandatario en las mañaneras, como ensayo si procede el acuerdo del INE que le impone una veda electoral de dos meses previos a las elecciones de julio. Quieren saber si ante la imposibilidad de hacer proselitismo en favor de Morena afecta a ese partido y pierden la mayoría en la Cámara.
Suena perverso, pero en política todo se puede, lo intentó Donald Trump. Independiente de esa posibilidad, la verdad es que la ausencia del mago de la propaganda exhibió la falta de estrategia comunicativa del gobierno federal para mantener el rating de las mañaneras, sobre todo por una secretaria que desconoce los temas, sólo puede contener y muestra ignorancia y descoordinación con el vocero.
Tampoco hubo una línea discursiva para mantener informada a la sociedad, como sucede en otras partes del mundo ante situaciones similares. Nunca hubo un vocero que diera a conocer el parte médico oficial cada 24 horas, lo que permitió la proliferación de rumores que tuvieron más credibilidad ante los tibios y vagos comentarios de los funcionarios. Eso creó un clima de incertidumbre e inestabilidad por la probable incapacidad del Presidente para gobernar. Rápidamente versiones periodísticas fueron aceptadas por la opinión pública como válidas y en consecuencia los opinadores tejieron posibles escenarios políticos de cómo y quién debería suplir al titular del Ejecutivo, aunque fuera temporalmente.
Ese aparente vacío de poder fue aprovechado por críticos y opinadores para establecer una y mil hipótesis que confundieron más a la opinión pública. Los juristas también alentaron ese descontrol al proponer nuevas figuras constitucionales para otorgar poder transitorio a algún miembro de la estructura de gobierno, legislativa o judicial. Hizo bien el presidente en salir a la luz pública, así acalló los rumores y tuvo la oportunidad de medir su peso en un régimen presidencialista de control casi absoluto y cómo puede influir en la voluntad popular.