¡Gracias, amigo Trump!
Armando Ríos Ruiz viernes 15, Ene 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Flaco favor le hace el aún presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a su homólogo mexicano, al agradecerle por la ayuda prestada en la frontera, con 27 mil miembros de la Guardia Nacional, convertidos en el muro humano que se encargó de impedir el paso de centroamericanos migrantes que pretendían colarse a la Unión Americana, en busca de mejor vida.
¡La actitud del magnate no hace más que abonar a la ya de por sí deteriorada imagen de nuestro mandatario, ante los ojos de los demócratas que, sin que nadie lo diga, han observado su manera de reaccionar y con seguridad, ya la condenaron.
Notorio ha sido ante todo el mundo, que su actuación fue de rechazo a la victoria indiscutible de Joe Biden, cuando no envió la felicitación, en aras de esgrimir una diplomacia aceptable. Se trataba de actos muy fáciles de buena vecindad, convenientes por aquello de conservar una relación cordial a favor de nuestros hermanos migrantes y del comercio que ambos países sostienen, además de otros quehaceres conjuntos. Pero ni para eso hubo capacidad.
La promesa hecha en campaña y durante largo tiempo de su mandato, de que haría a México pagar por la construcción del muro, se cumplió de otra forma, aunque la edificación del mismo haya iniciado y continúe aún. México tuvo que desviar el propósito para el que supuestamente fue creada la Guardia Nacional, para darle un encargo inesperado: frenar la entrada de migrantes a Estados Unidos e impedir lo más posible su arribo a México.
Además, nuestras autoridades se encargaron de obedecer la orden de dejarlos en territorio nacional, mientras en la Unión Americana se decide quién sí y quién no tendrá derecho a pisar su suelo. Se habla insistentemente de que muchos de ellos se han incorporado a actividades formales y que inclusive, ya cuentan con credencial para votar.
Quizá la orden de Trump, de utilizarla en impedir el arribo de migrantes, también le cayó como anillo al dedo, ya que el nuevo encargo redujo la posibilidad de utilizarla en combatir al crimen, enseñoreado, adueñado de vastos territorios, dedicado a lo que sabe hacer y sobre todas las cosas, intocable, como ha evidenciado que desea nuestro gobernante. Salvo que sea con abrazos.
Pero esto es otra cosa. El asunto igualmente grave es que Trump parece empecinado en dejar a México un camino lleno de espinas. Agradece como si quisiera conseguirnos una animadversión larga, de la que nuestros vecinos podrían aprovecharse, al ordenar algún quehacer vergonzoso, que tendrá que ejecutarse sin protestar, para volver a ganar algo de simpatía. En estos dos años hemos vivido esta historia, de la cual, los “servidores públicos” actuales se han inclusive vanagloriado con alardes triunfalistas.
Celebraron en Tijuana la no aplicación de aranceles por parte de Estados Unidos, cuando a cambio impusieron la condición de que nuestro país sirviera de muro de contención, como ya hablamos. Celebraron pues, que Trump hubiera humillado a los mexicanos como quiso.
Algo más: no podemos olvidar que los políticos del país del norte tienen intereses. No amigos. Lo han expresado muchos de ellos a través de su historia. El último fue John Foster Dulles, secretario de Estado con Dwight Eisenhower. Está en sus genes. En sus sentimientos.
Trabajan para sus congéneres. Para los propios estadounidenses y obligan a otros territorios a trabajar para ellos. En nuestro caso, han utilizado a sus vecinos para obtener lo que les falta. Lucharon denodadamente para orillar al presidente en turno, a realizar la expropiación petrolera, con vistas a alejar a las empresas europeas de la explotación del hidrocarburo. No fue difícil lograrlo.
Tal vez algunos paisanos tienen razón, cuando esgrimen que de “nuestros buenos vecinos”, como los denominó Mario Gill, podría llegar el alivio a México cuando decidan eliminar la incomodidad que les provoca nuestro Ejecutivo.