Las elecciones intermedias 2021
¬ Augusto Corro jueves 14, Ene 2021Punto por punto
Augusto Corro
Los comicios más grandes de la historia de México se efectuarán el próximo 6 de junio. La mitad del país elegirá nuevos gobiernos estatales y políticos competirán por alrededor de 21 mil cargos, en los que se incluyen 15 gobernaturas y 500 diputaciones federales.
La competencia electoral se desarrollará en un escenario marcado por la pandemia del coronavirus Covid-19, la crisis económica que golpea sin tregua y la lucha enrarecida, u opaca, de los partidos políticos, que, dicho sea de paso, no tienen programas atractivos para ganarse el voto ciudadano.
La peste continuará todo 2021 y sin duda influirá de alguna madera en la contienda política, pues la población analizará los resultados del gobierno federal para abatir la pandemia, que ya rebasó los cálculos catastróficos pronosticados por las autoridades sanitarias. El número de decesos se duplicó y los hospitales están llenos de contagiados.
Las campañas de vacunación representan ahora el único aliciente que nos permite ver una luz en el túnel, aunque es muy temprano hablar de lo bien o mal que lo hicieron las autoridades. El reto es vacunar a 130 millones de personas. La lucha contra la pandemia será analizada y voto tendrá la palabra.
El reglón de la salud no será el único que analizarán los electores. También estará en observación el desarrollo de la crisis económica. Para esa fecha de la elección, el número de desempleados y de empresas en quiebra jugarán un papel importante. Y, como se ve la situación, las autoridades se pasmaron y los problemas les estallan en las manos.
A ganar la Cámara de Diputados
Ganar la Cámara de Diputados es la principal meta de los partidos políticos que participan en la contienda electoral que terminará el 6 de junio.
El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena, el partido en el poder) tratará de ganar la mayoría de las diputaciones en San Lázaro para que el presidente López Obrador continúe con sus proyectos de la Cuarta Transformación (4T), sin obstáculo alguno.
Sólo que el panorama al interior de Morena se ve opacado, casi a oscuras, por la falta de liderazgo y por sus pugnas internas que marcan la esencia del partido, en el que las ambiciones políticas marcan el rumbo que le dejaron otras organizaciones políticas, por ahora frustradas, como el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido de la Revolución Democrática (PRD) o Acción Nacional (PAN).
Sin principios sólidos ni ideologías, estos institutos políticos tienen como estímulo principal frenar a López Obrador, su principal adversario. Activados por esa idea, la oposición ve a la Cámara de Diputados como el primer paso para frenar la política del gobierno. Para tal fin, lograron lo imposible: mezclar el agua con el aceite. No les importó la experiencia de las últimas elecciones presidenciales en las que participaron aliados PAN y PRD. Obtuvieron una derrota de la que aún no se reponen. Hoy vuelven a la carga esperanzados en un milagro que les conceda el triunfo en las urnas. Con las imágenes negativas de sus líderes será muy difícil que la victoria esté de su lado.
En Morena la lucha interna no cesa. Se trata de esas pugnas que terminan con la desaparición del partido. Empiezan con enfrentamientos que minan poco a poco la fuerza de la organización política.
Quienes estuvieron al frente de ese instituto político lo colocaron en una especie de letargo durante los dos últimos años. Cuando se realizaban asambleas para elegir a sus representantes, los morenistas convertían sus reuniones en actos violentos. Los militantes morenistas ni siquiera pudieron elegir de manera directa a su líder.
Fue necesario recurrir a las encuestas que a nadie convencen con sus resultados y el ganador en esa manera de elegir resultó Mario Delgado, un incondicional del actual secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard.
Las opiniones se dividieron porque el candidato derrotado fue Porfirio Muñoz Ledo, un veterano político que demostró su experiencia, pero nada tenía que hacer frente a lo que ya estaba decidido desde las altas esferas del poder guinda: que el presidente de Morena fuera Mario Delgado.
Ya en su papel de líder morenista, Mario Delgado empezó a participar en la selección de sus candidatos para las elecciones intermedias. ¿Qué logró? De entrada una jitomatiza por parte inconformes en Colima; además, una crítica agria por el candidato guinda a la gubernatura de Guerrero, Félix Salgado, acusado de dos presuntas violaciones. El senador Cristóbal Arias Solís, un importante morenista, renunció al partido porque le negaron la candidatura al gobierno de Michoacán, buscará llegar al poder estatal con el apoyo de otra organización política.
¿Usted qué opina amable lector?