El dulce del poder
Armando Ríos Ruiz miércoles 13, Ene 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Hace pocos años hice un ejercicio del comportamiento de nuestros legisladores en el Congreso de la Unión. Quería averiguar cuántos subían a la tribuna a exponer, a defender posturas, a combatir iniciativas inservibles, a defender las de su partido. En la Cámara de Diputados contabilicé menos de 10 por ciento. Es decir, menos de 50 (poco más de 30). En la de Senadores, el 10 por ciento y a veces un poco más.
Siempre era lo mismo. Los que conformaban la inmensa mayoría permanecían sentados, adormilados en espera de la señal de su coordinador para levantar la mano. Siempre vestidos con trajes caros, de firma, como les dicen ahora, dejando ver que ser un verdadero parásito político, no hacer nada, también reditúa para vestir así y comprar un Mercedes Benz.
Esto evidencia que se trata de una representación popular que no sirve para nada, sino para obedecer órdenes, sean buenas o malas y para estirar la mano, porque, por regla general, son pagadas bastante caras por quienes se benefician con tal o cual iniciativa. Es decir, por los grupos de poder interesados.
Además reciben un sueldo generoso por permanecer sentados tres meses, enfrascados muchas veces en el chacoteo y las más en el silencio, además de otros tres en donde les da la gana. Se supone que atendiendo el distrito que representan. Pero nunca o casi nunca es de esa manera.
Con el dizque cambio que ofreció la 4T, las cosas no mejoraron. Quizá están peor. Se vislumbra que el Congreso contiene hoy lo menos competitivo de cada entidad. Esto fue advertido desde antes de que se erigiera con el poder. Se nota en declaraciones que algunos se han atrevido a hacer, con un desconocimiento absoluto del tema que se les plantea.
Asimismo, con la euforia del triunfo hace dos años, vimos mujeres que casi se desnudaban dramáticamente, por ofrecer a la vista un espectáculo bochornoso con cuerpos de vergüenza y escuchamos declaraciones de carretonero, de quienes aguardaban para ocupar las curules que ganaron gracias al voto por Morena, que nadie razonó. Depositado por inercia.
Hoy, todos están alborotados para buscar la reelección. De 500 diputados hay 448 listos para volver a la campaña. Si hace dos años ganaron por esa inercia, hoy tendrán que ir en busca del voto. Además, con la confianza que les ofrece cobrar su salario como si acudieran al recinto legislativo.
La mayoría la conforma Morena. Es fácil colegir que permitir la reelección y conservar el sueldo vino desde arriba. La cúpula desea con vehemencia ganar otra vez el Congreso, que permitiría continuar los planes de acabar con lo que signifique progreso, riqueza, independencia y el arribo a la dictadura.
Es visible el propósito de acostumbrar a los mexicanos a recibir sin realizar ningún trabajo. De convertirlos en pordioseros sin capacidad de buscar por si mismos su manutención. En gente agradecida con quien le da para medio comer, mientras se revuelca en la cama hasta altas horas del día. Al fin y al cabo, hay quien provea.
Es clara la intención de conducir el rebaño a la dependencia a cambio de una limosna que en la repartición global se traduce en un gasto estratosférico. De muchos miles de millones de pesos, a cambio de obtener obediencia ciega y el ansiado voto cada vez que sea requerido.
Para los que mandan, vale la pena despedazar al país en aras de perpetuarse en el poder. Lo saborean todos los que se encuentran enfrascados en las actividades políticas. Mientras, para que alcancen las dádivas, hay que destruir instituciones y aprovechar sus presupuestos.
No importa que niños y ancianos mueran. No importa ser los últimos en investigación, en desarrollo de la ciencia, en aprovechamiento escolar, en combate real a la corrupción. A los criminales cuyo número ha crecido más que en toda la historia de México.