Covid-19 y la urgente necesidad de vacunas
¬ Luis Ángel García miércoles 13, Ene 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
La primera quincena de enero ha sido la más letal en los primeros diez meses de la pandemia; más de mil muertos diarios, ya rebasamos los 135 mil mexicanos fallecidos, con la tasa más alta de decesos por cada cien mil habitantes en el mundo, una letalidad del 8.74 por ciento, mientras en el orbe es de 2.14 por ciento y tenemos un millón seiscientos mil contagios, lo que representa el 1.20 por ciento de la población.
Llegamos a esas cifras por la negligencia de las autoridades de salud que, por ignorancia o soberbia, no quisieron o no supieron reconocer un grave problema de salud pública que afectaría, incluso la seguridad nacional. Con gran desdén se vio cómo avanzaba la peor pandemia de los últimos cien años -sólo superada por la gripa española en 1918 que dejó más de sesenta millones de seres humanos sin vida en la faz de La Tierra- y no se reconocieron los esfuerzos internacionales para contener esta nueva plaga que tardó tres meses en llegar a México, pero no se hizo nada. El mundo aceleró las investigaciones para encontrar lo más pronto posible una cura, laboratorios chinos, norteamericanos, ingleses, rusos y europeos trabajaron con frenesí para hallar la vacuna.
Mientras tanto, se inició en el mundo una campaña de concientización preventiva para avanzar en la creación de una nueva cultura de relaciones y contactos sociales con distintos hábitos de higiene, de conducta y de consumo. La sana distancia, el uso de cubrebocas y el lavado de manos frecuentemente se convirtieron en una realidad cotidiana en muchos países. El confinamiento total fue decretado por los gobiernos y acatado por todos los ciudadanos. Al mismo tiempo, se equiparon hospitales y se crearon nuevos nosocomios para enfrentar la creciente demanda hospitalaria y preparar camas con ventiladores y aplicar la técnica del intubamiento, que en muchos casos fue la antesala de la muerte.
México cerró los ojos ante esa realidad y puso oídos sordos a las advertencias de las autoridades mundiales de salud. Aquí se rechazó el uso de cubrebocas, se negó su utilidad, se alentaron los encuentros sociales y reuniones familiares sin sana distancia, sin cubrebocas y hasta se fomentó la asistencia a restaurantes, porque no pasaba nada. Se pensó que el equipamiento de hospitales o el acondicionamiento de grandes espacios con camas y ventiladores era innecesario. Se presumía en mayo del año pasado que en el más catastrófico de los escenarios solo fallecerían sesenta mil mexicanos durante 2020. El destino nos alcanzó.
Sin medidas de prevención, sin una cultura de higiene, de sana distancia, sin cubrebocas y con rechazo al confinamiento voluntario, entramos a una vorágine de muerte y desolación. Más que duplicada la previsión catastrófica de las 60 mil muertes. A este paso, hacia finales de enero, principios de febrero, habremos superado los 150 mil decesos. La improvisación llevó a la compra emergente y anárquica de ventiladores, destinar muchas instalaciones sanitarias a la atención exclusiva de Covid-19, en detrimento de los servicios tradicionales y tardíamente se adaptaron en espacios abiertos centenares de camas que hoy se encuentran saturadas. Pagamos muy caro el precio de la soberbia o la ignorancia.
Si bien es cierto que el gobierno mexicano se aprestó a comprar las vacunas que ya se aplican en el mundo, la verdad es que se ha festinado antes de tiempo una adquisición que todavía no llega a México. Se necesitan 130 millones de dosis, apenas han llegado alrededor de 200 mil y ayer arribaron 400 mil dosis que se aplicarán a gente mayor de 60 años, población que se estima en 14 millones de mexicanos.
Bien por la vacuna, el mundo habrá superado esta pandemia, pero aquí todavía falta mucho y ahora el gobierno tendrá que enfrentar el enorme problema que representa la distribución de las vacunas. Esperemos que la improvisación y el uso electorero de las aplicaciones no les gane a las autoridades. Por favor, esperen primero a que lleguen de manera masiva esas dosis de vida.