Elecciones y pandemia
Guillermina Gómora Ordóñez martes 12, Ene 2021Caleidoscopio
Guillermina Gómora Ordóñez
A cinco meses de “la madre de todas las elecciones”, los partidos políticos en México enfrentan una severa descomposición que los exhibe ante los ciudadanos y su militancia como clubes de Tobi, organizaciones a modo y franquicias en busca del poder.
El proceso electoral de 2021 será el más conflictivo de la historia porque se tiene a un Presidente de la República activo y polarizante, a quien será difícil mantenerlo neutral, además de la actitud subordinada del actual Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, hacia el Ejecutivo.
Vivimos tiempos inéditos por la pandemia de Covid-19 que afecta a México y el mundo, la sociedad civil, inmersa en una crisis sanitaria, económica y de seguridad, está preocupada por su supervivencia, más que por las votaciones y el destino de los partidos políticos.
La democracia y el bien común sólo son frases del gastado discurso en busca del voto; lo suyo, lo suyo, es la intriga palaciega, las alianzas al mejor postor y los pactos para repartirse el botín. No les importa la gente y sus necesidades. La ven y utilizan como parte de su parafernalia en tiempos de campaña, luego, al olvido.
¿Acaso en esta ocasión serán capaces los actores políticos y las autoridades electorales de incentivar el voto en una ciudadanía agobiada por la pandemia y la incertidumbre económica y social que se registra a lo largo y ancho del país?
Las elecciones de 2021 serán las más grandes en la historia reciente, estarán en disputa 3,465 cargos públicos; 15 gubernaturas; 500 diputaciones federales; 1,027 diputaciones locales; 1,907 presidencias municipales y 16 alcaldías.
En esta ocasión participarán diez partidos: Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI), del Trabajo (PT), Verde Ecologista de México (PVEM), Movimiento Ciudadano (MC) Encuentro Solidario (PES), Redes Sociales Progresistas (RSP) y Fuerza por México.
Una partidocracia que nos cuesta miles de millones de pesos. El Instituto Nacional Electoral (INE) les asignó a los diez partidos políticos, reconocidos oficialmente a nivel nacional, un presupuesto de más de 7 mil 159 millones de pesos. Morena acapara la mayor parte de ese monto, con más de 2 mil 195 millones de pesos.
Sí, en tiempos de pandemia y crisis económica, nuestra democracia sale muuuy cara. Aquí no se aprietan el cinturón. Si se aplicara el sentido común, podríamos inferir que estos grupos nos la deben, sin embargo, en la práctica cotidiana resulta que es todo lo contrario y debemos agradecer que nos representen en el Congreso, en la Presidencia de la República, o en el algún otro nivel del gobierno.
Se arrogan el derecho y el título de representantes del pueblo, como si realmente gozaran del respaldo. Olvidan que el carro completo se acabó y que, desde principios del siglo XXI, los ciudadanos han manifestado en las urnas su hartazgo e inconformidad por los malos resultados de nuestra partidocracia.
La lección más reciente de este fastidio, se observó en octubre pasado durante los comicios de Coahuila e Hidalgo donde el nivel de abstencionismo se ubicó en 50%. Marko Cortés, dirigente nacional del PAN, reconoció que en este proceso electoral “lamentablemente triunfó el abstencionismo, el gasto electoral disfrazado de política social y el miedo a contraer Covid”, lo que estimó una mala señal de cara a las contiendas de 2021.
Una frustración y miedo que seguramente harán sentir de nuevo los 95 millones de mexicanos convocados a acudir a las urnas el próximo 6 de junio.
La incertidumbre que nos heredó 2020, parece no importarles a los partidos que siguen con su política de cuotas y cuates. Basta observar lo que sucede en Morena (partido en el poder) durante el reparto de las candidaturas a los gobiernos estatales.
Mario Delgado, presidente de Morena y sus dudosas encuestas han encumbrado a los “superdelegados” que juraron no serían candidatos o cuestionados personajes como Félix Salgado Macedonio, acusado de violación en Guerrero, donde busca ser el gobernador.
Así las cosas, nuestra partidocracia además de costosa está plagada de rémoras y eso se refleja en el ánimo ciudadano. De acuerdo con la medición realizada por Consulta Mitofsky denominada “Confianza en Instituciones 2019” las instituciones que están en el sótano respecto de la confianza ciudadana son la policía (5.7). los sindicatos (5.5) y peleándose el último lugar encontramos a los partidos políticos (5.4) y a los diputados (5.3).
¿Acaso no les ha quedado claro que actualmente carecen de credibilidad porque, como instituciones públicas, han perdido definición e identidad diferenciada frente a la sociedad?
En 2021 se juega la gobernabilidad del país, en una endeble democracia polarizada y afectada por la pandemia de Covid-19 que ha desnudado las mezquindades políticas de quienes dicen representar al pueblo.