Turbas, en nombre de un partido político
¬ Mauro Benites G. lunes 11, Ene 2021Municiones
Mauro Benites G.
Ante las escenas que sorprendieron a todo el mundo, donde una turba en nombre de un partido violó el espacio legislativo en Washington, capital de Estados Unidos quedó lastimada la DEMOCRACIA que enarbolan los partidos políticos.
Esta turba salvaje por supuesto que no representa el ideal y el actuar de un partido político ni en Estados Unidos ni en ningún lugar del mundo. Resulta claro que, en los siglos XX y XXI, la conceptualización sobre el partido político se modificó radicalmente en todo el mundo y muchos pensadores en relación con sus experiencias y análisis describieron de diversas formas a estas instituciones.
En el caso del siglo XX en México, podemos afirmar que la definición de Edmund Burke es la que más se adapta a las características de “partidos” que se desarrollaron. “Un partido es un grupo de hombres unidos para fomentar, mediante sus esfuerzos conjuntos, el interés nacional, basándose en algún principio determinado en el que todos sus miembros están de acuerdo”.
La aparición de los partidos políticos -con excepción de los Estados Unidos- se observa luego de 1850, según Maurice Duverger. De acuerdo con Norberto Bobbio, el origen de los partidos se remonta a la primera mitad del siglo XIX en Europa, donde en Inglaterra, con la aparición de la Reforma de 1832, se amplió el sufragio; entonces, los partidos tuvieron mayor relevancia y organización. Así, se conformaron las primeras organizaciones que tuvieron como función captar el voto para la integración del parlamento.
En primera instancia, los partidos políticos surgieron como juntas de notables y, tras la revolución industrial y el surgimiento del sector obrero, los partidos de masas aparecieron. Para Bobbio, un partido es una asociación que integra a diversos actores y que tiende a la conquista del poder, y pueden considerarse propiamente como partidos políticos cuando el “…sistema político ha logrado un grado determinado de autonomía estructural, de complejidad interna y de división del trabajo que implica, por un lado, un proceso de formación de las decisiones políticas en las que participan más partes del sistema y, por el otro, que entre estos partidos estén comprendidos, en principio o realmente, los representantes de aquellos a quienes remiten las decisiones políticas”.
En México y en EU, la consideración es aplicable solamente si nos atenemos a la definición ya señalada de Edmund Burke, pues como apunta Reynaldo Sordo Cedeño: “Lo que encontramos en la historia del siglo XX son más bien facciones y grupos políticos laxamente formados…”, a diferencia de los partidos políticos. Como verá el lector, las turbas que actúan en nombre de un partido no son más que eso, turbas embrutecidas por un líder perverso y demagogo, salud AMLO.