Un bipartidismo deseable
¬ Luis Ángel García viernes 1, Ene 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Con más de un siglo de democracia basada en el sistema pluripartidista, los institutos políticos mexicanos sufren hoy una crisis profunda que los obliga a formar coaliciones o alianzas para subsistir, por lo que debiéramos emigrar al esquema de dos partidos como en la centuria decimonónica: liberales y conservadores; pero en serio, sin dogmas ni posturas maniqueas.
El siglo pasado fue sin lugar a dudas la mejor época para los partidos políticos. Las fuerzas electorales más representativas tuvieron oportunidad de gobernar estados y municipios, con presencia en los Congresos locales y federal, además de ejercer la alternancia en la presidencia en 2000, rompiendo con 74 años de regímenes priistas.
El desarrollo democrático del país permitió la consolidación de esas organizaciones ciudadanas e incluso legitimó al Partido Comunista de México (PCM) fundado en 1919, el cual salió del clandestinaje en 1922 y tuvo candidatos presidenciales como Valentín Campa en los comicios de 1976, donde perdió contra José López Portillo, quien como Presidente -a través de su secretario de Gobernación, el ideólogo Jesús Reyes Heroles- promovió una reforma política en 1977, la cual posibilitó la representación proporcional de todos los partidos en el Congreso de la Unión y otorgó el registro al PSUM (Partido Socialista Unificado de México) que absorbió al PCM y otras corrientes de izquierda en 1981.
EL PCM y el PSUM fueron la génesis del Partido de la Revolución Democrática (PRD), fundado por expriistas que abandonaron su partido para formar la Corriente Democrática y luego el Frente Democrático Nacional. La mayoría de los militantes del PRD desertó para formar Morena.
Plutarco Elías Calles institucionalizó la Revolución Mexicana y creó el antecedente del PRI, quien gobernó al país por casi ocho décadas y representa una posición de centro liberal o como decía Adolfo López Mateos, la izquierda centro.
En esta radiografía de partidos, la derecha la ocupa, desde su fundación en 1939 por Manuel Gómez Morín, el Partido Acción Nacional (PAN), primera oposición que llegó a una gubernatura y también a la Presidencia de la República.
El final del siglo XX vio languidecer la madurez del sistema de partidos y como perdieron la confianza y credibilidad de los electores, de tal suerte que en todas las encuestas ocupan los últimos lugares, junto con los legisladores, en aceptación ciudadana. Esa crisis política se debe, entre otras causas, a la poca representatividad que sienten los votantes, la falta de propuestas para resolver los problemas de la gente, la creación de efímeras organizaciones que, así como obtienen el registro lo pierden en la siguiente elección, la creación de partidos satélites, de comparsa o de consigna que venden su fuerza electoral al mejor postor o dejan sus representantes populares a voluntad del mandatario en turno.
Los escándalos políticos también han mermado la credibilidad de los partidos, no sólo por casos de corrupción, sino de fraudes electorales o por la ilegitimidad de sus candidatos que, en la mayoría de los casos, ocultan un pasado poco presentable. Amén de la nula productividad de los gobernantes en el cargo.
Las nuevas alianzas y las que continúan para los comicios de 2021 son clara prueba de la presencia real de los partidos. Todos los candidatos irán coaligados o en alianza. Las contiendas electorales ya no son confronta de ideologías, de propuestas, sino mero esfuerzo numérico, sumar votos afines por proyectos políticos o dinero.
Por ello, debiéramos volver al bipartidismo, no porque le salga más barato a los dineros públicos, sino porque el elector sabrá, sin engaños, que sólo hay de dos sopas: conservadores o liberales de a deveras; no más farsas de supuestas alianzas entre partidos débiles; eso sí es oneroso.