Mal y de malas
Freddy Sánchez martes 22, Dic 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Lo que faltaba: a los aciagos tiempos que corren por el coronavirus en México parecen sumarse nuevas calamidades.
Se trata de la amenaza de una nueva cepa del virus que en países europeos se hizo presente, resultando más peligrosa por el efecto que produce acelerando los contagios, lo que de suceder en nuestro país, (de llegar la nueva modalidad de la enfermedad), agravaría inevitablemente las dos grandes crisis imperantes: de salud y económica.
De modo que, sería una temeridad no tomar medidas de alerta cualesquiera que se requieran para minimizar la eventualidad de la presencia en territorio nacional de la nueva cepa.
Que no se caiga en contemplaciones y falsos optimismos suponiendo que estaremos a salvo de padecer lo que ya están sufriendo los habitantes de otros lugares en el mundo.
La experiencia de lo vivido hasta la fecha con el primer brote de coronavirus y sus secuelas mortales entre la población mexicana, aconsejan pecar de exagerados y no de indecisión y negligencia postergando insensatamente cuantas medidas extraordinarias hagan falta en vez de anticiparse con acciones prontas que mitiguen otro posible golpe epidemiológico.
Tiempo habrá para juzgar lo que se hizo bien y lo que de pleno se manejó inadecuadamente, (con absoluta imprudencia criminal a decir de algunos críticos del gobierno), en relación a las medidas de prevención y combate a la enfermedad que hoy por hoy le ha costado una cantidad catastrófica de decesos a México.
Y justo por ello, es que en función de las acciones adoptadas antes, a partir y en plena exposición de los contagios, es que hay que hacer cuanto haga falta y así enmendar lo que en pequeña o gran medida no se haya hecho como hubiera sido mejor para reducir el número de enfermos y sobre todo las muertes.
Así que deben realizarse los ajustes necesarios a las medidas sanitarias que permitan dos prioridades: atajar los contagios de por sí en aumento, sin que estemos expuestos a la mutación del virus y consecuentemente, prevenir que eso pudiera ocurrir para estar en condiciones de responder con máxima eficacia ante lo que pudiera venir.
En cuanto a las consecuencias de seguir aplicando restricciones a las actividades económicas en general, salvo lo que se considera esencial, convendrá no incurrir en morosidades ofreciendo ayuda a quienes ya perdieron o están a punto de perder su empleo o sus pequeños y medianos negocios.
Ante la cruda realidad de que los efectos nocivos a la salud y la economía, se pueden agudizar mucho más en los meses por venir, es indispensable un cambio de ruta oficial con respecto a las políticas públicas que permitan amortiguar la crisis de miles y miles de familias avasalladas por la pandemia y sus secuelas destructivas de la salud y el bienestar económico.
Bajo esta tónica, es preciso subrayar la imperiosa necesidad de que el gobierno federal, los gobiernos estatales, partidos políticos, grupos empresariales y demás entidades con capacidad de prestar alguna ayuda social, descarten afanes electoreros y cierren filas buscando soluciones inmediatas y tangibles a las demandas de solidaridad que exponen los necesitados.
Éstos deben ser momentos de sumar esfuerzos sin mezquindades para que los trabajadores sin empleo, así como los que tenían y ya no tienen un negocio, (ante la imposibilidad de sufragar gastos sin ingresos durante meses), se beneficien con distintas alternativas de auxilio.
La mejor propaganda electoral que se puede utilizar en la competencia política para la renovación de múltiples cargos de elección popular, es sin duda la de tenderle la mano a los que viven en un suplicio económico a causa de carecer de los medios propicios para allegarse los recursos mínimos de bienestar que demanda la subsistencia familiar.
Urgen pues medidas solidarias desde el gobierno y la IP para socorrer a los afectados económicamente que hoy están mal y de malas.