El miedo del Trife
Alberto Vieyra G. jueves 17, Dic 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El Trife calla a AMLO, pero le tiene miedo. Le exige ceñirse al artículo 134 constitucional “respetando el principio de neutralidad y de la no intervención de servidores públicos en el proceso electoral”.
Por mayoría de los 7 magistrados, el Trife resolvió que la medida prohibitiva contra el Presidente de la República será extensiva para gobernadores, presidentes municipales y cualquier funcionario público para que se abstengan de emitir opiniones en contra de cualquier partido político o candidatos durante el proceso electoral federal del 2021.
Empero, los magistrados del Trife no tuvieron el valor de prohibir el soliloquio de Palacio Nacional, desde el cual AMLO se dedica a enlodar a sus adversarios políticos a los que no baja de “conservadores fifís”, ni tampoco tuvieron las cosas de varón para prohibir que el Presidente deje de estar en campaña electoral apoyado a su partido por toda la república, tiempo que aprovecha también para dividir y enfrentar a los mexicanos. ¡Vaya tibieza del máximo tribunal en materia de justicia electoral! No cabe duda, le tienen pavor a AMLO.
Ahora está por verse si AMLO obedece al Trife para no seguir violando los artículos 134 y 41 constitucional que le marcan muy terminantemente que “el Presidente de la República tiene límites”, pues su investidura lo obliga a actuar con prudencia y ética política no sólo en cuestiones electorales, sino en todas aquellas en las que se ponga en riesgo la unidad nacional.
Y a regañadientes, finalmente AMLO felicitó al presidente electo norteamericano demócrata, Joe Biden, a quien le recuerda el principio de respeto y neutralidad en asuntos soberanos de otras naciones. En una carta, AMLO deja entre ver que las relaciones diplomáticas por los próximos 4 años con el vecino del norte serán ¡heladas! La mayoría de analistas y observadores políticos coindicen en que más valía que AMLO no hubiese felicitado a Biden, pues resulta que los enemigos principales de Estados Unidos, como son China y Rusia, han resultado más políticos y ortodoxos haciendo votos porque la cooperación bilateral con Estados Unidos sea fructífera y respetuosa.
Lo curioso es que justamente cuando el colegio electoral norteamericano declaraba a Joe Biden ganador de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, la embajadora de México en Washington, doña Martha Bárcena, una diplomática de carrera intachable y exitosa, le aventó la renuncia a AMLO bajo el argumento de que llegó el tiempo de su jubilación. Quienes tienen línea directa entre Washington y Palacio Nacional hablan que la señora Bárcena recomendó a AMLO felicitar lo antes posible al señor Biden, quien telefónicamente busco hablar con el presidente mexicano, pero éste no le quiso contestar el teléfono. Ahí fue donde la puerca torció el rabo y ahora, AMLO tendrá que improvisar algún politicastro como diplomático en Washington, lo cual augura malos tiempos en las relaciones bilaterales México-Estados Unidos, pues el mandatario mexicano sigue teniendo su corazoncito con el “presidente legítimo” de Estados Unidos, Donald Trump. ¿No se la habrá ocurrido a AMLO recomendarle al güero loco que se declare “presidente legítimo” de los yunaites después del “fraude electoral” del que asegura fue víctima?
En verdad que don Andrés Manuel López Obrador es imprudente hasta la pared de enfrente y juega con lumbre. Le ordenó a su gatón, Ricardo Monreal, líder de Morena en el Senado empujar una reforma a la ley del Banco de México para convertirlo en una gigantesca lavadora de dólares, quitarle la autonomía y darle en la madre, pero la gran élite financiera del país y del extranjero se le echaron encima y de última hora, AMLO tuvo que parar la bomba en la Cámara de Diputados y posponer su discusión y posible aprobación hasta febrero de 2021. Todo mundo sabe que la polémica reforma es para beneficiar a uno de sus grandes aliados llamado Ricardo Salinas Pliego, dueño de Banco Azteca, Elektra, TV Azteca y uno de los integrantes más feroces del Opus Dei a nivel internacional. Quién le manda a AMLO echarse en brazos del demonio.