Pandemia y religiosidad
¬ Sócrates A. Campos Lemus jueves 10, Dic 2020¡Que conste,.. son reflexiones!
Sócrates A. Campos Lemus
MI padre era un hombre muy religioso, todos los días después de enviarnos a la escuela y desayunar, antes de ir a su trabajo pasaba a la iglesia a dar gracias, los domingos era obligatorio asistir con él y la familia a la Iglesia de la Profesa, enorme, imponente, para después pasar a desayunar algunas veces a “La Blanca”, aquellos chilaquiles y pan con café con leche que eran deliciosos, el medio día asistíamos en casa o de vez en cuando compraba aquella barbacoa que nos encantaba y si exhibían buenas películas en el Cines Venus, pues nos daba para la entrada y comprar un helado de pistache que era un premio a tal día. Todos los días al acostarse lo podíamos ver con sus estampitas y oraciones rezando para dormir.
Los 12 de diciembre, el día de la Virgen de Guadalupe, era sagrado a pesar de que él, nunca supe la razón, tenía una especial devoción por la Virgen de Santa Ana e incluso tenía una guardada en una cajita de cristal y también una gran imagen del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen del Carmen. Cuando estaba la festividad de la Virgen de Guadalupe nos dirigimos a pie por toda la Calzada de la Villa hasta llegar a su santuario y ahí me encaba que nos comprara aquellas gorditas de maíz que envueltas en papel de dolores de china despedía un olor delicioso. Algunas veces con las comadres o amigas Lupitas había pachanga y comilona.
En México es tal la devoción por la Guadalupana que se impone el nombre de Guadalupe igual para niños o niñas y existe la costumbre de vestirlos de Juan Diego y de vírgenes de Guadalupe para llevarlas a la iglesia y todos sabemos que empieza el gran “puente” Guadalupe-Reyes y hay pachangas diarias en todos lados, posadas y fiestas de despedida de año con los cuates y comilonas y los pretextos no faltan, pero a las Lupes, pues con pachanga al canto obligatorio. Hoy parecería que esa devoción mariana por la Virgen de Guadalupe tendría control en el pueblo y se lograría que todos la adoraran y veneraran desde sus casas o viendo las ceremonias por televisión, pero no, no hay controles y la gente se desborda en las peregrinaciones y todo parece que en los tiempos de crisis y males aumenta esa devoción y peticiones y van exigiendo llegar hasta sus pies para mostrar que ellos están con ella y así, en ocasiones, la devoción se convierte en manifestaciones que salen de las normas humanas y religiosas hasta con castigos de cuerpo y de alma y de sacrificios que de nada sirven para los festejos de ese día, pero así es nuestro pueblo y no hay forma de pararlo.
El Presidente y la jefa de gobierno han solicitado de que no se hagan manifestaciones, peregrinaciones y tumultos para asistir a La Villa y los mismos religiosos hacen esfuerzos para que la gente se quede en casa en estos momentos de crisis y de aumento de la contaminación en la pandemia, pero les vale, no les hacen caso y así pensamos que por algunas razones la gente del pueblo tenía un especial respeto por el presidente pues seguramente en lo político pero no en lo religioso y nadie parece entenderle ni obedecerle y no faltarán los que digan que porque el presidente es inconforme para el uso del cubre bocas, alienta la contaminación en las calles esos días. Lo mismo sucederá con los llamados a que no realicen celebraciones familiares pues en esas fechas son reales y vitales para el espíritu navideño de las familias mexicanas y pocos le harán caso, y el asunto de la contaminación en la pandemia será mucho mayor en tales fechas a pesar de que, ojalá, contemos ya con la vacuna.
Lo que todos estaremos ciertos es que con esos desmadres, reuniones y despedidas de año y celebraciones, la gente se contamina y contamina, ni modo que le entre al pozole y al ponche o cante los peregrinos con el cubrebocas, ni modo que ande bailando pegando el cachetito con el tapaboca puesto y ni hablar de que se puedan dar los picoretes los noviecitos o los que buscan las parejas y lo acompañantes en tales reuniones, ni modo que con cubrebocas se brinde en la cena de Navidad y pues cómo se comen las viandas y el bacalao y los “chupes” y el fin de año, pues igual, ni modo que esperen a ver qué sucede el próximo año si todos están con la idea de que es mejor morir “tomado que arrugado” y es mejor tentar a la muerte, porque al final, para morir nacimos. Eso sí muy hocicones y echadores en las reuniones de que “me pela los dientes el coronavirus”, de que si tomas un tequila, pues eliminas el peligro o tomas el ponche bien caliente, pues le das en la torre y no pasa y así nos vamos con ese cuenterete hasta que pasa y entonces todos andan “de la seca a la meca” tratando de internar a los pacientes cuando ya no existirán camas y los médicos están hasta la madre, al igual que las enfermeras, pues le siguen chingando para sacar a los irresponsables pachangueros que solamente fueron a extender la contaminación cuando ya sabían que eso podría suceder.
Y este es el factor humano que hace que la irresponsabilidad de unos la vengamos pagando todos y por no tener el valor de dejar un poco las pachangas y las visitas a la virgencita pues se contaminan y siguen contaminando y todos terminamos pagando por su salud y atención, pues que caray, cuando menos, lo bailado nadie se los quita y ojalá se los lleve la calaca para que, con algunos, vayan aprendiendo los demás a pesar de que nadie aprende en cabeza ajena.
La neta, ya no estamos para andar haciéndole al pendejo, al vivo, al gandallas, si sabemos del peligro que es el que nos contaminemos y posteriormente contamines a los demás y del grave asunto que es esta pandemia, pues no le hagamos al vivo y quedémonos en casa, con la familia y sin mayores tumultos, ya tendremos tiempos para reunirnos, pachanguear y andar en el mero desmadre, que es lo que nos gusta a todos… bueno, no a todos, parece ser que algunos políticos pomposos no les gusta mucho la pachanga… les gusta joder buscando los puestos y presupuestos y haciendo negocios al amparo del poder.