No necesitamos consejos
Armando Ríos Ruiz lunes 7, Dic 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Si 60 mil muertos por la pandemia -que ha cobrado más vidas que las guerras y en nuestro país compite con los criminales-, sería catastrófico, ¿Qué calificativo le pondrá al doble el doctor de pacotilla Hugo López-Gatell?
Aún no llegamos a esa cifra, pero al ritmo que vamos, es cuestión de días. En este momento acabamos de rebasar los 110 mil y también en días más estaremos arriba de los 200 mil, que colocan a México en los lugares favoritos de los apostadores, con un honroso cuarto lugar mundial. Gracias a Dios, tenemos un mandatario preocupado por la situación que padecemos.
Los médicos más valientes del mundo están aquí. Esto es más serio que lo anterior, que también es serio. No hay un lugar del planeta en donde los galenos se jueguen la vida a sabiendas que morirán por el contagio y sin que le importe un bledo al sensible mandatario.
No hay un lugar en donde los que intervienen en los nosocomios, además de los anteriores, como las enfermeras, ayudantes y todo el personal administrativo, sepan que, de contraer la infección, sólo serán objeto de preocupación y de lágrimas de sus familiares. No de las autoridades.
En esto tenemos primer lugar mundial, de acuerdo con las mediciones de instituciones como la Organización Mundial de la Salud, y otras, de las que se burlan nuestros inteligentes gobernantes, porque son los mejores del planeta en todo. En descuartizar al país y en cualquier actividad que conduzca a México a su adelgazamiento y hasta a su desaparición.
Hay un cuento que dice: cuando Dios hizo al mundo dijo que crearía un país llamado México. “Le voy a dar petróleo, oro, plata, uranio y otros minerales. Le voy a agregar a sus aguas pesca en abundancia. Le voy a dar una vegetación exuberante. Ganadería y otras riquezas”. San Pedro, que lo escuchaba le preguntó: “¿Acaso no le estás dando demasiado?” El Creador le contestó: “No te preocupes. Le pondré como gobernante a un tabasqueño que cree que soy yo y además tiene muchas ganas de destruirlo”.
Ahora que el Ejecutivo decidió recomendar a los mexicanos usar el cubrebocas y observar otras normas de higiene para evitar el contagio, ¿quién le cree, cuando él mismo ha puesto el ejemplo de desobediencia? Él sabe que sus simpatizantes ni escuchan ni leen noticias. Actúan de acuerdo con lo que les informan otros o conocen de chiripa, de lo que quiere su dios macuspano.
Alguien debe haberle aconsejado recomendar las normas de higiene. Lo extraño, lo inusual es que lo haya escuchado. Deben haberle dicho que es bueno que haga tales observaciones, si desea obtener ingresos para sus “ninis”, para los viejitos como un servidor, para sus chairos, para la compra de votos el año entrante. Lo único que realmente le interesa.
Se le ve sonriente. Acaricia las cifras de su éxito como gobernante. Las que lo colocan con 71 por ciento de simpatías, en las encuestas elaboradas por la Secretaría de Gobernación, a cargo de la señora Olga Sánchez Cordero, cuya estancia en ese lugar resulta inexplicable.
Tiene mucho dinero. Le pagan un sueldo extraordinario en la Suprema Corte, por su jubilación y otro en el gabinete actual. Su esposo es notario público y obtiene tantas entradas como salidas. No hace absolutamente nada. Cuando tomó posesión del cargo dijo que renunciaría al salario de su cargo. ¿Le sirve de algo estar ahí, sin ser tomada en cuenta absolutamente para nada? ¿No le da pena?
Otros han puesto el ejemplo con su renuncia, incómodos de ver cómo el gobernante ocupa su lugar, porque a pesar de la ignorancia que exhibe a diestra y siniestra, está convencido de que es todólogo y que nadie hace mejor las cosas que él. El gabinete completo le queda guango.
Quizá sea infructuoso, pero hay que decirle que muchos no necesitamos sus consejos. Cuando recomendó los amuletos no le hicimos caso. De necesitarlos, ya estaríamos en la cifra de muertos real. Entre los más de 300 mil.