El semáforo sanitario rojo
Ramón Zurita Sahagún viernes 4, Dic 2020De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Como sucede cotidianamente al comienzo de un proceso electoral, llegó el tiempo de desacreditaciones, acusaciones, denuncias, cargos, imputaciones y reparto de responsabilidades hacia los posibles candidatos.
Se trata de una campaña de lodo, con incriminaciones de todo tipo, recordatorio de faltas del pasado y de todo aquello acumulado en la memoria.
No son sorprendentes los señalamientos, lo que, si es que, en esta retahíla de reparto de culpas, los dedos flamígeros apuntan hacia los compañeros del mismo partido.
Claro que hay fuego amigo y enemigo en esta cruda realidad que pinta a los prospectos a gobernadores como realmente son, mientras que otros son culpados de actos no comprobados, pero que sirven para ensuciarlos.
Dicen que en la guerra y en el amor todo se vale y aquí se trata solamente de una guerra sucia que salpica a varios y de la que posiblemente se arrepientan después, pues podrá ser usada por sus verdaderos adversarios.
Hay de todo, acusaciones de malversación de fondos, de irregularidades en el desempeño de su trabajo, abuso sexual, agresión de género, etc.
El partido dominante es el que más fuego amigo tiene, ya que se considera que en una docena de estados saldrá como favorito para obtener la victoria en el gobierno de la entidad.
El que concentra mayor acoso contra los interesados en la candidatura es Chihuahua, donde los tres principales aspirantes tienen denuncias en su contra. La senadora Mónica Fernández Balboa, de Morena, acusó al panista Gustavo E. Madero de violencia de género en su contra. El gobernador de Chihuahua, Javier Corral, acusó al senador de Morena Cruz Pérez Cuéllar y a la panista María Eugenia Campos, alcaldesa de la capital, de contubernio con el anterior gobernador el priista Javier Duarte.
Guerrero nos presenta un panorama terrible con un aspirante acusado de abuso sexual, Félix Salgado y otro más de usar recursos gubernamentales para fomentar su campaña, Pablo Amílcar Sandoval.
Baja California tiene un escenario en el que el alcalde de Tijuana, Arturo González, es satanizado y acusado de todo por el gobernador Jaime Bonilla. Los dos son de Morena.
Otros más que fungieron como delegados federales y ahora pretenden la candidatura de Morena al gobierno estatal son acusados de desvío de recursos y otras lindezas. En este rubro se encuentran Lorena Cuéllar, de Tlaxcala; Víctor Manuel Castro, Baja California Sur e Indira Vizcaíno, Colima.
Algunos más como Miguel Ángel Navarro son refrescados con cuentas del pasado, donde el ahora senador nayarita no comprobó 17 millones de pesos, según sus denunciantes.
El senador Rubén Rocha de Sinaloa es atacado por su pasado en que participó en los gobiernos del priista Jesús Aguilar Padilla y de Mario López Valdez, quien llegó avalado por una alianza PAN, PRD, MC.
A Cristóbal Arias Solís se le recuerda la agresión física en contra de su esposa hace una docena de años, en Morelia, capital del estado que pretende gobernar.
En Puebla se recrearon audios en los que se escucha a los priistas Blanca Alcalá y Enrique Doger, por separado, en conversaciones comprometedoras. Los dos ya fueron alcaldes de la capital y son cartas fuertes del disminuido priismo.
Sonora nos muestra diversos audios de conversaciones de Alfonso Durazo, haciendo supuesto negocios telefónicos e incluso una fotografía entregando al PAN la solicitud de desafuero contra AMLO y del ex gobernador Eduardo Bours catalogando al candidato de la alianza del PRI y PAN, Ernesto Gándara, como una gente que no merece ser gobernador de Sonora.
Correos, llamadas telefónicas, uso de las redes sociales para desprestigiar al adversario son algunas de las armas usadas por unos y otros en esta guerra sucia que amaga con superar a las del pasado, ya que se adelantaron y pronto veremos si alguna de ellas tuvo un efecto real o solamente se trató de lanzar lodo a un ventilador, para salpicar a todos.
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La salida de Alfonso Romo de la Oficina de la Presidencia de la República permitió la desaparición de una oficina que durante décadas fue sumamente poderosa y que los personajes que deambularon por ella se convirtieron en hombres poderosos que manejaban a su gusto muchos proyectos del país.
José María Córdoba es uno de los más recordados y Juan Camilo Mouriño es otros de los importantes políticos que desfilaron por ahí.
Santiago Oñate Laborde, Luis Téllez, Patricia Flores y Aurelio Nuño, también fueron personajes poderosos, no así Gerardo Ruiz Mateos, ni Francisco Guzmán Ortiz.