El semáforo sanitario rojo
¬ Augusto Corro viernes 4, Dic 2020Punto por punto
Augusto Corro
En la Zona Metropolitana del Valle de México se dieron ya las condiciones para imponer nuevamente el color del semáforo sanitario; de acuerdo con los últimos informes, la demanda de enfermos superó la ocupación de camas en las instalaciones hospitalarias destinadas a la atención del coronavirus (Covid-19).
Según reportes sobre la pandemia, la hospitalización llegó a 55 por ciento de su capacidad el 30 de noviembre al reportar cinco mil 174 pacientes. En términos generales, la Covid-19 no cede y las repercusiones afectan la salud de la población y la economía que se encuentran en crisis.
Será cuestión de horas conocer las medidas que adoptarán las autoridades capitalinas para controlar la invasión del virus. Se supone que uno de los caminos a seguir será la aplicación del color rojo del semáforo citado, debido a la ocupación hospitalaria mayor al 65 por ciento o si se registran dos semanas de incremento estable.
Concretamente, en color rojo “únicamente se reactivarán las actividades esenciales y continuarán las medidas de salud pública y laborales. El espacio público permanecerá cerrado, las personas vulnerables aún no podrán salir y las actividades escolares no serán presenciales”.
Como señalamos líneas arriba, los efectos negativos van directamente contra la economía que ya antes de la llegada del coronavirus estaba en franca crisis. En el presente, estamos en color naranja con las siguientes reglas sanitarias:
“Las medidas de salud pública y de trabajo se mantienen, se regresará a las actividades no esenciales de manera reducida. Se abren los espacios públicos, pero de manera reducida, las personas vulnerables podrán salir, pero con las medidas máximas de seguridad sanitaria”.
Resultó que al aplicarse el color naranja, la población fue más allá de las reglas establecidas para controlar la transmisión del virus. Por ejemplo, aquí lo señalamos cada que podemos, la gente, quizás harta del confinamiento, se olvidó de la cuarentena y salió a invadir las principales avenidas.
Las fiestas se multiplicaron y el transporte colectivo y las tiendas departamentales fueron visitadas con el pretexto de aprovechar la temporada comercial del Buen Fin. Por cierto, miles de pequeñas tiendas de barrio quebraron y cerraron sus puertas. El daño del coronavirus es incalculable y apenas se empezó a ver una luz en el túnel con la llegada de las vacunas antivirales.
Son múltiples, pues, los factores para regresar al color rojo del semáforo sanitario. Si las autoridades deciden continuar en el naranja, de incrementarse la atención hospitalaria de pacientes contagiados del coronavirus y mantener el cuidado estricto de las medidas sanitarias de la población, como el lavado de manos, el uso del cubrebocas, la sana distancia y el confinamiento.
Con la violación o incumplimiento de las citadas medidas, caemos en el círculo vicioso de estar por temporadas con diferentes colores: unos meses anaranjados, otros rojos, algunos verdes, etc., siempre a merced del comportamiento de la población, que responde a diferentes necesidades, como el de salir de casa a conseguir recursos económicos para su alimentación.
Tenemos encima la temporada de más fiestas en México y en la Ciudad de México. Los capitalinos y quienes vivimos en el Valle de México tenemos la responsabilidad de practicar cuantas medidas recomienden para frenar el coronavirus. Esto es, no realizar fiestas por onomásticos, cumpleaños, etc., y que por esta ocasión se reflexione para dejar para mejores tiempos el llamado “maratón Guadalupe-Reyes”.
Ayer, en esta columna hablamos del llamado de la Organización Mundial de Salud (OMS) que pidió seriedad a México en el manejo de la pandemia. Se trató de una exhortación correcta y necesaria, porque se registraron días en que la población no sabía bajo qué color de semáforo se encontraba.
Además, la llamada de atención fue para los líderes políticos a fin de que se conviertan en un ejemplo a seguir, pues muchos de ellos ni siquiera usan el cubrebocas para evitar contagios; además, rechazan la mascarilla a pesar de que se comprobó los beneficios para controlar el coronavirus. ¿Usted qué opina amable lector?