Fanatismos
Alberto Vieyra G. viernes 4, Dic 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¿Qué tanto daño le hacen a la humanidad el opio del fanatismo? ¿Hay alguna vacuna contra ese letal virus? ¿Hay algún pueblo del planeta tierra que escape de los fanatismos?
De acuerdo con el tumbaburros, el fanatismo es el apasionamiento o actividad que se manifiesta con pasión exagerada, desmedida, irracional y tenaz de una idea, teoría, cultura, estilo de vida, etcétera.
Un ejemplo inequívoco de esos venenosos fanatismos, lo vimos la semana pasada cuando murió Diego Armando Maradona, la llamada mano de dios y el fanatismo irracional que se vivió en Argentina es digno de todo estudio sociológico, pues demuestra el hambre espiritual con la que viven pueblos y civilizaciones completas. El opio del fanatismo demuestra también la idolatría falsa y el vacío de soledad con el que viven millones de seres en el planeta. Los fanáticos que no adoran al dios verdadero, adoran dioses y profetas falsos, idolatra el opio religioso, deportivo, ídolos frívolos de la farándula y demagogos populistas de la política capaces de manipular masas aprovechando la ignorancia de los pueblos.
En Estados Unidos, hemos sido testigos de un fanatismo que ha dividido a los norteamericanos, empujado por un Donald Trump extremista de la ideología nazi fundamentada en la supremacía de la raza blanca, mientras que en México vemos a un fanatismo político y religioso convertido en un peligroso opio.
El mes pasado y con motivo de la celebración del día de San Judas Tadeo -28 de cada mes-, en especial el 28 de octubre-, santo adorado por el conquistador Hernán Cortés, miles de fanáticos burlaron toda prohibición por la pandemia del coronavirus y se volcaron irracionalmente a los templos.
Le pregunto: ¿Usted idolatra a ídolos de barro, es decir, artistas, politicastros, deportistas o algún culto religioso? Pero lo más irracional es que haya fanatismos políticos. Los mexicanos hemos sido víctimas de populistas, demagogos y mitómanos politicastros que han dividido y enfrentado al pueblo de México. Ese desastroso fanatismo lo vemos en casi todas las lacras sociales llamadas partidos políticos, cuya finalidad es dividirnos cada que hay elecciones.
Ese fanatismo lo hemos visto con Andrés Manuel López Obrador, a quien se le ve como un “salvador de la república”, como la “pureza democrática de México”, como un humanista Jesucristo, pero que no actúa como Jesucristo. También se le ve como al otro tata o como al consumador de la segunda independencia de México, Benito Juárez, como a un insuperable líder defensor de los pobres, cuando en realidad es un demagogo que lucra con el poder. Pero el fanatismo ha sido capitalizado por López Obrador para dividir a los mexicanos.
Para propios y extraños, AMLO ha resultado una monumental decepción como Presidente y ya es visto por algunos intelectuales como un asesino de esperanzas. Dentro de su propio partido, Morena, hay muchos que discrepan de la forma tan errática como conduce al país, envuelto en una catástrofe de catástrofes; otros, los lacayos y lambiscones no dicen nada y pareciera que estamos viviendo en la era del viejo PRI cuando la sumisión de la clase política era total hacía el ponzoñoso presidencialismo.
Hoy, Porfirio Muñoz Ledo, compañero de luchas de AMLO es lo suficientemente crítico del régimen amlista cuando dice: “A 2 años de gobierno y la Cuarta Transformación no se ve”. Y como dijo don Teofilito “ni se verá”, pues el objetivo de AMLO fue llegar al poder como enemigo de las instituciones a las que juró mandar al diablo.
Porfirio Muñoz Ledo, junto con una veintena más de priistas, inició la era del pluralismo político que buscaban un cambio político y social en México, pronto se le uniría AMLO que fue lo suficientemente audaz para capitalizar el descontento de millones de mexicanos que ya estaban hasta el gorro de un sistema político que fue considerado como la dictadura perfecta.
Hoy, México pareciera encaminarse a la dictadura imperfecta del México del comunismo. Lo peor es que el opio del fanatismo político ciega a muchos compatriotas que “en el pecado llevarán la penitencia”.