Pandemia ¿hasta cuándo terminará?
¬ Augusto Corro jueves 3, Dic 2020Punto por punto
Augusto Corro
Llegamos al último mes de 2020 con problemas muy graves en salud, economía y seguridad que afectan a la población y no parece que haya soluciones para resolverlos. Se trata de asuntos que advertían amenazas de agudizarse y uno que cayó como maldición. Este ultimo es la pandemia del coronavirus (Covid-19) y los otros dos están relacionados con la crisis económica y la espiral de violencia.
En la realidad, los tres factores juntos provocaron ya hartazgo, cansancio, preocupación y miedo constante. En el tema de la pandemia, tras varios meses de lucha sin obtener resultados positivos nos llevan a actuar desmoralizados. Basta con conocer las cifras diarias de decesos y contaminados para dudar de la efectividad de las medidas para controlar el virus.
Y es precisamente el hartazgo que provoca el cansancio para mantener la guardia en lo alto sin resultados alentadores que nos muestren el avance contra la invasión de Covid-19. Esto llevó a que la población no tomara en serio el aislamiento ni las medidas sanitarias. A lo anterior debe agregarse el desprecio por el uso del cubrebocas por parte de las principales autoridades, empezando por el presidente López Obrador.
De las medidas derivadas del semáforo sanitario, mejor ni hablar. Si ya se comprobó que el confinamiento funciona, pues las autoridades debían sugerir u ordenar de alguna manera, quizá con mucha inteligencia, que la gente no saliera a las calles. ¿Pero qué ocurre? Pues que el semáforo está a punto de marcar el color rojo y la población actúa como si estuvieran en el color verde.
Estamos en repunte tras repunte de la pandemia y las autoridades con sus discursos de que se puede abandonar el aislamiento, pero con los cuidados sanitarios correspondientes. Lo que hizo, sin pensarlo mucho, un sinnúmero de personas fue acudir a los centros comerciales estimulados por el denominado “Buen Fin”. Con días de anticipación se notaron las principales avenidas de la capital llenas de gente.
No faltaron las marchas ni el transporte colectivo repleto de pasajeros. Claro, no se guardó ni la sana distancia, menos el uso del cubrebocas, que ya se comprobó que sí funciona para controlar el contagio del virus. En materia de salud, pues, estamos mal y si las autoridades no se ponen las pilas nos irá peor.
En esta columna comentamos que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó a las autoridades mexicanas actuar con seriedad en la lucha contra la pandemia. Por supuesto, esa autoridad internacional se apoyó en las cifras de decesos y contagiados para emitir su recomendación, que aquí recibida con relativa indiferencia.
El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, encargado del combate al virus, dijo que la recomendación mencionada fue para todos los países. Así, transcurren los días en medio de la información de cifras aterradoras de decesos y contagios y de discursos que anuncian la llegada de las vacunas, sin fecha determinada.
La presencia del coronavirus agravó la situación económica en México. La crisis que se arrastraba se agudizó al cerrar empresas y negocios que dejaron en el desempleo a miles de personas. La inactividad de la economía dañó la economía de todos, principalmente a los sectores de población de escasos recursos económicos. Y el problema continúa con el cierre definitivo de pequeños comercios.
Para las autoridades no existen los problemas económicos. En sus discursos demagógicos tocan ligeramente asuntos relacionados con la crisis económica y prefieren hablar de un paraíso lleno de armonía y esperanza, con su dosis necesaria de politiquería electorera, de que en México vamos bien, a pesar de más de cincuenta millones de pobres que habitan a lo largo y ancho del país.
En materia de seguridad, las autoridades se dan por satisfechas que las cifras no se mueven, que están fijas, aunque los índices criminales marcan decenas de asesinatos, secuestros, asaltos, etc., como hechos que empiezan a formar parte de la vida cotidiana de una sociedad cada vez más aterrorizada por la espiral de violencia.
La Ciudad de México que se mantuvo a salvo de las acciones delincuenciales de alto impacto, la semana pasada, fue testigo del doble homicidio de dos empresarios restauranteros, uno francés y el otro mexicano. El móvil de ambos asesinatos fue el robo. El presunto responsable de los delitos es un sujeto con antecedentes penales que incluyen múltiples ingresos en prisión. ¿Por qué andaba libre?
El otro delito de alto impacto fue el atentado contra el jefe de la policía capitalina, Omar García Harfuch, que logró salir con vida, no así dos policías y una mujer. No hay pues, sitios que ofrezcan seguridad en México. La inseguridad amenaza a la población en Tamaulipas, Jalisco, Sinaloa, Guanajuato, Michoacán, Veracruz, etc. En esta y en otras materias que dañan a la sociedad los gobiernos federal, estatal y municipal están reprobados. ¿Usted qué opina amable lector?