Dos años
Ramón Zurita Sahagún martes 1, Dic 2020De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Sin duda que el presidente Andrés Manuel López Obrador es una rara avis dentro del zoológico político nacional, ya que mantiene altos índices de popularidad dentro de un complicado escenario imbuido en la pandemia.
Dos años después de su toma de posesión, el tabasqueño se sitúa más cercano al 60 por ciento de reconocimiento a su gestión, con cifras de desaprobación por debajo del treinta por ciento.
Frases desafortunadas del Ejecutivo federal, decisiones erróneas, campañas de desprestigio, férreas oposiciones de grupos (que no de partidos), poca obra pública, escaso trabajo de su gabinete, cambios dentro de su equipo de trabajo, defensa a ultranza de colaboradores y otros percances han sucedido en estos dos años de trabajo nada fáciles para una administración que llegó con amplio respaldo popular.
Las cosas no han sido tan sencillas como esperaban algunos y el gobierno federal encontró situaciones sumamente complicadas, especialmente por parte de empresas y personas que durante largas décadas fueron beneficiadas por los gobiernos anteriores y que se convirtieron en grandes opositores al ser relegados y denegados los beneficios que obtenían.
Hay cosas que se le reconocen al presidente López Obrador, pero de otras no se explican su remarque constante y sus continuas negativas para entrar en la discusión de los temas.
Su obstinación es una constante, aunque en algunos casos no le asista la razón, pero su estilo de oratoria pega en la línea de flotación de los grandes grupos y empresas que no saben cómo eludir los golpes, francos y directos que se les asesta cotidianamente.
Dentro del boxeo, la estrategia de López Obrador se define como fajador, lejos del estilismo de algunos de los grandes peleadores. Él va a la pelea franca, cuerpo a cuerpo, sin importar que en esa ruta se le intente frenar, con toda clase de golpes.
Sus mañaneras que gustan a algunos y a otros les purga son el escenario perfecto para remarcar acciones y revivir los fracasos del pasado, los que machaca constantemente, sobre la constante del saqueo de los bienes de la nación.
Las cosas en el país no son sencillas, la administración recibida traía muchos huecos y vacíos, ya que la extrema corrupción permeó los principales sectores de la sociedad, por lo que el presidente optó por un gobierno austero, situación que no satisfizo lo que se esperaba.
Una gran inconformidad saltó dentro de los grupos opositores, aquellos que calificaron al ahora Ejecutivo federal como un peligro para México y que advertían la instauración del comunismo, el chavismo y otras lindezas más en el país.
24 meses después esos agoreros del futuro fracasaron con sus prédicas y si bien el país no es Jauja, tampoco se está deshaciendo en las manos del actual gobierno.
Hay fallas dentro del gobierno, es cierto, muchos de los que votaron por AMLO están desencantados y el aguijoneo de los opositores es incesante, machacador, pero sin lograr permear entre la amplia población del país.
El Presidente cumplió dos años como tal y le quedan cuatro más para demostrar que si se puede cambiar al país y que lo de la Cuarta Transformación no fue un simple lema de campaña como otros tantos que se perdieron en la distancia de los años, como aquel de tengo las manos limpias o el de renovación moral de la sociedad y otros más.
AMLO entra en el segundo tercio de su gobierno viviendo los efectos de una pandemia que no lograr amainar, teniendo enfrente la mayor inundación de todos los tiempos en su estado natal, Tabasco y problemas graves de desempleo, economía e insatisfacción de sus opositores que ahora planean unirse para presentar una intentar recobrar parte del poder perdido, aunque se adviertan distante de ello.
Los mismos índices de popularidad que mantiene el Presidente son un hermoso canto que llega a los oídos a los posibles candidatos de Morena a los distintos cargos de elección popular que estarán en disputa el 6 de junio del año próximo.
Esperemos que los restantes cuatro años sean los de grandes definiciones, corrección de equívocos, salud para todos, crecimiento de la economía y no caigamos en los baches que cada sexenio se han producido en México, con beneficios para unos cuantos, saqueo de las arcas de gobierno, salida de capitales y endeudamiento total.