Rosario, agradecida
Armando Ríos Ruiz viernes 27, Nov 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Dicen que la cárcel es el peor castigo que puede sufrir cualquier persona, por permanecer cada minuto al acecho de otros delincuentes que sólo piensan en hacer daño a los demás, por diferentes motivos: para imponerles su fuerza y voluntad, para someterlos a sus caprichos, para despojarlos de lo que desean, para mantenerlos en renta y para un sinnúmero de condiciones más. La vida pende de un hilo.
Rosario Robles, detenida en el penal de Santa Martha Acatitla, acaba de mostrar que tiene un enorme agradecimiento al ex presidente Enrique Peña Nieto, por haberle permitido continuar inmersa en su carrera política, su pasión, al frente de la Secretaría de Desarrollo Social, primero y luego, de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, después.
¿Pero es ella quien está en condiciones de decidir si involucra en sus declaraciones a quien quiere, de manera selectiva? ¿No es la autoridad competente la que debe realizar indagaciones suficientes y con base en ellas, interrogar a la acusada para llegar a la verdad? ¿Para obligarla a exponerla?
Lo anterior, porque, luego de atenerse al programa de colaborador protegido, en un intento de abandonar la cárcel lo más rápido que sea posible, anunció que el ex presidente durante el sexenio anterior no debe preocuparse de nada, pues su nombre e integridad permanecerán a salvo de cualquier señal en contra, que ella pudiera aportar a la autoridad judicial.
¿Puede guardarse datos a discreción, para favorecer a equis persona que pudiera estar involucrada en los delitos que le imputan, de los cuales, las señales indican que para ejecutarlos, fueron trazados planes ordenados desde las más altas esferas políticas del sexenio anterior?
Ha dicho que el orquestador de todo lo malo fue Luis Videgaray, secretario de Hacienda y posteriormente secretario de Relaciones Exteriores en el mismo sexenio, cuando todo México abominaba del primer mandatario, quien no ocultó escrúpulos para exhibir su infinita sed de dinero. Las simpatías de los mexicanos hacia su persona estaban en la lona, precisamente por el cinismo que mostraba al ejecutar actos de corrupción sin precedentes.
Eso fue lo que orilló a muchos a llevar a la Presidencia al actual mandatario. Dígase lo que se diga, provocó un hartazgo tal, que las urnas se vieron, en 2018, asediadas en su contra y a favor del que ahora gobierna.
Carente de sesos, muchos aseveran que era quien planteaba a su secretario de Hacienda, que era necesario una acercadita de dinero sucio para engrosar el caudal particular. Efectivamente, él no era capaz de urdir alguna triquiñuela ingeniosa para allegárselo. Si de él hubiera dependido, seguramente hubiera tomado una pistola y amenazado al funcionario en cuestión. No tiene cabeza para más.
Lo mismo hacía con su secretario de Comunicaciones, quien ponía a trabajar empresas en la construcción de carreteras al precio que fuera. Obviamente, al doble de caro, porque el sobrante del precio fijado, era para el jefe (y preferidos) en turno. Lo mismo hacía con otros servidores públicos. Definitivamente, con todos los que podían aportarle ganancias extraordinarias.
Si a Rosario Robles le permiten salvaguardar la integridad de su ex jefe, pues entonces se tratará de un juicio a todas luces arreglado, con conocimiento del enjuiciador y de todas las autoridades, desde la más alta hasta la que representa el juez, quien se encargará de emitir su veredicto de acuerdo con lo acordado.
Se verá una señal consistente en que realmente hubo un pacto no escrito en las elecciones de 2018, mediante el cual, uno permitiría la retirada sin ocasionar ningún problema y otro, la llegada igualmente, sin ningún problema.
Luis Videgaray Caso, el inteligente del sexenio y necesario como comer, en la vida presidencial de Peña Nieto, es quien pagará solito los platos rotos y en ésta no hay quien lo ayude. Resulta imperativo en la persecución de los corruptos emprendida por el Ejecutivo. Así se verá que cumple a sus chairos.