A La Villa y el matadero
Freddy Sánchez jueves 26, Nov 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Un auténtico acto de fe habrá que tener para creer que con el cierre de varios días del templo no habrá gran número de peregrinaciones a la Basílica de Guadalupe y que quienes concurran al lugar por sí solos tendrán los cuidados indispensables para no correr riesgos de contagio por coronavirus.
La experiencia de lo sucedido el día que se celebró un aniversario más de San Judas Tadeo, cerca de la Alameda Central, presagia todo lo contrario.
De ahí la imperiosa necesidad de que las autoridades se esmeren en realizar una tarea de prevención sumamente eficaz invitando a los peregrinos a guardar la sana distancia, usar el cubrebocas, además de adoptar una conducta ordenada en sus recorridos.
A lo largo de la Calzada de Guadalupe, en el interior de los linderos del templo guadalupano, en las cercanías e incluso una zona más amplia de los entornos a la Basílica es preciso desplegar un operativo de vigilancia que impida al máximo posible conductas que alteren el orden en el arribo de las peregrinaciones que pudieran llegar al lugar.
Porque, confiar en que los peregrinos que sí van a ir a la Villa se comportarán a la altura de las circunstancias, siguiendo un riguroso control de tránsito peatonal sin desviaciones ni intentos por permanecer más del tiempo debido en uno u otro punto, evitando acercamientos personales con el riesgo de un contagio y por lo mismo usar como es debido, (no bajo la nariz ni en el cuello el cubre bocas), se antoja un hipótesis francamente infantil e ilusoria.
La realidad en situaciones como la que puede uno imaginarse con el acceso de grupos tumultuarios a la Basílica con motivo de la festividad guadalupana, (por más que se haya anunciado oficialmente el cierre temporal del templo), inequívocamente plantea más que una eventualidad la casi certeza de que entre algunos grupos de peregrinos se romperá el orden y no se respetarán las medidas más elementales de cuidado para evitar contagios.
Así que es un deber de las autoridades estar atentas y preparadas ante la posibilidad de tener que vigilar el acceso de las peregrinaciones, teniendo que actuar con extraordinaria eficacia, a fin de que con el tacto debido ejerzan su influencia y convenzan a los visitantes para conservar una actitud prudente que impida alterar el orden con motivo de los flujos multitudinarios que pudieran darse en camino a la Basílica de Guadalupe.
Sobre este punto, huelga decir que la venta callejera de alimentos y bebidas, será otro de los grandes dilemas a resolver, puesto que aun prohibiéndose o restringiéndose en buena medida la opción de mercadeo de distintos productos, quienes aprovechan cada año esta oportunidad para obtener buenos ingresos, difícilmente renunciarán a mantenerse fuera de ese potencial y gigantesco mercado.
Lo mismo podría pensarse de los que ofrecen servicios de hospedaje e incluso de baños públicos y estacionamiento vehicular en la vía pública, además de otras actividades en apoyo a los visitantes guadalupanos, ya que los ingresos que eso significa para cientos de personas, definitivamente no serán renunciables sólo porque las autoridades lo piensen con ingenuidad .
Y menos si tal cosa se pretendiera garantizar con meros exhortos, que como las llamadas a misa, las atendería sólo aquel que quiera hacerlo. Y seguro es que cientos de vendedores ambulantes y prestadores de servicios no lo harán.
Por estas razones pues, los riesgos a la salud entre peregrinos y demás gente que concurra a la Basílica de Guadalupe y sus alrededores en los días previos al cierre de la Basílica e incluso el mismo 12 de diciembre, (de ser el caso), obviamente, no serán menores.
Más bien, sumamente altos, a pesar de las medidas de vigilancia y la eficacia que logren mostrar los encargados de estas tareas.
Peligro de contagio por Covid-19 habrá y será mayúsculo.
Es de desear por ello que de no disminuir radicalmente el número de peregrinos a la Basílica, el manto protector de la Guadalupana proteja a sus devotos y evite que los peregrinos concurrentes al templo lo pudieran hacer al mismo tiempo a la Villa y el matadero.