El retorno del general
Armando Ríos Ruiz viernes 20, Nov 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
De no haber escogido el nombre para la presente columna, lo hubiera usado en alguna novela. Se presta, por lo novelesco que resulta su detención cuando arribó a suelo estadounidense con su familia, en busca de diversión y tal vez de un poco de descanso. Debe haber sido bastante preocupante saberse capturado por policías, en lugar de cumplir su ansia de vacacionar.
El general Salvador Cienfuegos, ex secretario de la Defensa Nacional en el sexenio pasado, fue puesto en libertad de manera sorpresiva. Las autoridades que lo juzgaron en el país del norte no le encontraron nada y decidieron ponerlo en libertad para que sea juzgado ahora en México, de acuerdo con nuestras leyes.
Aquí, que se sepa, no existía orden de aprehensión en su contra, pero las más altas autoridades inventaron que lo investigarían, lo mismo a sus colaboradores cercanos cuando fue secretario de Estado, por supuestos nexos con el crimen organizado. No había ni sospechas en su contra, pero cuando se conoció su detención en el aeropuerto de Los Ángeles, entonces se habló de la indagatoria en su contra.
Tal vez eso nos hicieron creer, porque ahora, los suspicaces analistas han concebido que tal aprehensión obedeció a un arreglo entre presidentes de ambos países. Trump necesitaba votos para su reelección y una víctima de mucho peso y posiblemente aquí le sugirieron que detuvieran al militar, pues nunca se había visto algo parecido en la historia de relación entre ambos pueblos.
Después de los resultados, que no favorecieron al actual mandatario del vecino país, el nuestro, en obediencia a presiones bastante fuertes de los altos medios castrenses, debió mediar para pedir a Trump la libertad de un hombre que además, no ofrece rastros de delincuencia. No existe en su haber algo que denote esta circunstancia. Quienes lo conocen hablan maravillas de su trayectoria limpia.
Sin embargo, las autoridades vecinas tampoco detienen nada más porque sí. Lo hacen con base en investigaciones serias, profundas, continuas, que arrojan datos suficientes para actuar en consecuencia. En este caso, forzosamente hay mucha tela. Por ello, el abandono del proceso resulta extraño.
Por otro lado, el canciller Marcelo Ebrard se lució cuando manifestó que las autoridades de Gringolandia pusieron en libertad al general, por respeto a nuestra soberanía. ¿Entonces por qué lo capturaron? Con esa lógica, pues por total falta de respeto a nuestra soberanía. ¿Cuándo lo han mostrado? Nuestra historia está curtida por intervenciones en nuestro país sin pedir permiso.
Explica: “Hay confianza en las instituciones mexicanas, entonces que venga el general (Cienfuegos) y aquí que sea la Fiscalía General de la República la que determine”. ¿Qué va a determinar, cuando también se ha afirmado que el militar viene de regreso sin ningún cargo, tal y como fue reconocido en el otro lado?
¿Quién creería que los gringos tienen confianza en nuestras autoridades, cuando también allá saben que la estrategia en contra de nuestros criminales consiste en darles abrazos? Creen que somos retrasados mentales. ¿Quién creería en un país en donde la delincuencia campea en todo el territorio nacional y no hay autoridad que muestre un ápice de preocupación por sus crímenes?
Que la delincuencia crezca, no afecta más que a los desprotegidos. Nunca a las autoridades que cuentan con todas las defensas. Que son intocables. Que inclusive pueden codearse, convivir con los cabecillas, a quienes han demostrado respetar sin que importe que los filmen juntos.
El senador Ricardo Monreal se pronunció en el mismo sentido. Como si hoy, Estados Unidos esgrimiera, por primera vez en su vida, un enorme respeto a México. No lo tiene por ningún país del mundo, a los que invade por el simple hecho de que sus empresas fabricantes de armas necesitan venderlas.
Como quiera, la deuda del general quedó saldada. Aunque todavía habrá que esperar más luces del caso, que llegarán de allende la frontera norte.