Reelección: el mejor profeta del futuro es el pasado
Francisco Rodríguez jueves 12, Nov 2020Índice político
Francisco Rodríguez
Si algo identifica al alemanismo, al salinismo y al lopezobradorismo es la impronta de la reelección. Como se sabe, el mejor profeta del futuro es el pasado, de eso no hay duda.
De inicio, el grito de campaña de Rodolfo Sánchez Taboada, el presidente del PRI alemanista, que llevaba como auxiliares a Luis Echeverría y a Hugo Cervantes del Río, fue: “¡Vamos a alemanizar el país!”
El general Sánchez Taboada amenazó públicamente a todos los militantes que fueran reeleccionistas con expulsarlos de sus filas. Pero no desechaba la posibilidad de perdonarlos si Alemán se decidía por desechar la tentación de la reelección. Así son y han sido las cosas dentro de regímenes demagogos y populistas de derecha.
La segunda parte del sexenio alemanista fue exitosa. El desempeño de la economía gringa lo auxilio de manera feroz. Sin embargo fue el reino de los mitos y de las engañifas. La verdad fue un gobierno con molde rupestre de capitalismo primario. El llamado desarrollo hacia afuera estaba destinado para un reducido grupo de capitalistas criollos.
Los oligarcas locales decían que su prosperidad era producto de que pensaban en grande, mientras todos comprobaron que se habían hecho de mulas por el apoyo presidencial y por la inmoralidad administrativa ejercida desde lujosos cargos. Un régimen frívolo, prevaricatos para dar y prestar, monopolios del poder y del abuso. La corrupción a todo lo que daba.
La infraestructura carretera, rielera, de parques industriales y desarrollo inmobiliario fue el disfraz de una carnicería de miserables. La regla de oro fue ser leal a la Constitución, hasta que los intereses de la corrupción decidieran otra cosa, pues en ese caso, todo quedaba debidamente justificado. La norma continúa aplicándose a pie juntillas.
El nicaragüense De la Selva, como el guatemalteco Ibarra
Como todos los mitos del alemanismo, el de la no reelección también tronó por la boca. Cándido Aguilar, yerno de Venustiano Carranza, salió a gritar, después de un acuerdo en Palacio Nacional, que Alemán le había dicho que sí quería repetir en “La Silla”… ¡y ardió Troya!
Aprovechando la invasión gabacha a Corea, guerra donde se repetirían las condiciones para hacer crecer a los exportadores nylon, los brillantes asesores del presidente le dijeron que los gringos llevaban las de ganar. Se equivocaron: Kim Il Sung le dio a Mac Arthur hasta por debajo de la lengua.
Pero siguieron diciendo que detrás del alemanismo “había una enorme ideología”. Al nicaragüense Rogerio de la Selva, secretario particular de Alemán -un ente muy parecido al guatemalteco Epigmenio Ibarra y al gringo John Ackerman- se le había ocurrido que podía descansar en la soberanía el nuevo partido que buscaría afanosamente la reelección de Miguel Alemán.
El general Alemán, cuatrero. El presidente Alemán, corrupto
Al periodista Carlos Denegri se le ocurrió preguntarle al propio Alemán si era cierto lo que andaban diciendo sus asesores sobre el proyecto reeleccionista. El Presidente sólo le contestó que él no sabía. Sólo cambiaba la mirada y recordaba que a su papá lo habían asesinado impidiendo la reelección de Obregón y que no podía manchar su memoria. Era el amo de las pistas y de la impostura.
Como siempre, no faltó quién escribiera que el general Alemán, padre del susodicho, había muerto en una balacera de cuatreros, allá por Sayula, Veracruz, en una covacha de Entrambasaguas, cuando otro pistolero privado “le dio callo”. Cosas de cuatreros. Nada de político ni de antirreeleccionista.
Alemán se había engolosinado con el poder. Su enfermiza frivolidad lo hacía creer que era el hombre esperado por la Providencia, según llegó a decir Alejandro Carrillo Marcor, diputado sonorense del gremio de los agricultores favorecidos por las exportaciones de algodón. Alemán tenía una gran cauda de lambiscones en ese régimen de la modernidad.
Nunca formaron parte de la agenda de gobierno la política industrial, la agropecuaria, la productividad, la pobreza, la alimentación, el empleo y la desintegración familiar, como los grandes temas de la supervivencia nacional. Todo fue un himno a la ineficacia y a la corrupción de los amigos, de los favoritos y de los familiares.
El triunfo de Clinton estropeó la tarea reeleccionista de CSG
Durante el sexenio salinista, muchos de los inteletuales -por cuales- orgánicos del régimen hicieron correr la idea de la reelección o, mínimo, la prolongación del mandato, ya que, usted sabe, seis años no alcanzan para transformar un país, menos para llevarlo al primer mundo. Es demasiado para tan corto tiempo, decían los Epigmenio y los Ackerman de entonces.
El fracaso de George Bush padre a manos de Bill Clinton estropeó la tarea reeleccionista de Salinas. Nunca pensaron que los republicanos iban a sucumbir frente a los demócratas. La derrota fue cruel. Situó en su justa dimensión los afanes reeleccionistas de Bush y de Salinas. Sueños de populistas de derecha.
Los afanes reeleccionistas del “caudillo” son inocultables
Los apapachos que vienen del otro lado de la frontera norte siempre han sonado como música a los oídos de cualquier empoderado mexicano. Pocos han tenido los arrestos, o la falta de conocimiento histórico para rechazar las posibilidades de otro mandato, pasando por encima de la Constitución y de la gente.
Siempre se repite el gambito: a mayor ignorancia, mayor ambición. Nadie se escapa de esta tentación totalitaria, hasta que los acontecimientos de la realidad marcan el hasta aquí que todos necesitan. Los afanes reeleccionistas del “caudillo” son inocultables. Ha llegado a decir que con el pueblo que cree que tiene de su lado es invencible.
Populistas de derecha sólo piensan en las próximas elecciones
Los populismos de derecha que han caracterizado a los sexenios alemanista, salinista y lopezobradorista, tienen muchas cosas en común, sobre todo omisiones: ajenos a lo indispensable, no tienen una visión sobre el desarrollo regional equilibrado, ni sobre la distribución del ingreso, ni sobre el ejercicio republicano del poder, ni sobre la finalización de las dinastías.
No se pronuncian ni lo harán jamás sobre los derechos, garantías y libertades fundamentales, la lucha por el sindicalismo auténtico, los derechos reproductivos de los ciudadanos, la libre expresión, la manifestación de las ideas, el impulso a la ciencia o las medidas necesarias contra la pobreza real.
La agenda de los populistas de derecha sólo está dedicada a pensar en las próximas elecciones, en cómo ganar a como dé lugar. Cómo comprar las conciencias del adversario, o cómo forzarlo a declinar en base a amenazas de privación de la libertad o de la vida. No se trata de otra cosa. Aunque todo se vaya al caño, lo importante son las elecciones que vienen. En nuestro caso, la revocación del mandato va aparejada a la elección intermedia.
Demasiados compromisos adquiridos por AMLO con Trump
La obsesión por la reelección, la prolongación del mandato y el aferramiento al poder forman parte de ese primer nivel de las preocupaciones de los iluminados de derecha. Sin embargo, nunca se había dado el caso, en los regímenes anteriores que comentamos, de dejar la banda presidencial sobre el pecho de un júnior.
Deben ser demasiados y muy peligrosos los compromisos adquiridos con Donald Trump para negarse a reconocer su derrota. Dentro de esos compromisos no debe faltar el relativo a la obsesión reeleccionista que los identifica. Está en el primer plano de la agenda. Pero de eso, todo el mundo ya se dio cuenta.
Como siempre, el mejor profeta del futuro es el pasado.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: En la “mañanera” de ayer miércoles, el Presidente de la República dijo que el está para “servir al pueblo, estar al servicio del pueblo, ser siervo de la nación para que con el apoyo y el respaldo del pueblo podamos transformar al país. Con el apoyo del pueblo vamos a acabar con la corrupción, me canso ganso y con el apoyo del pueblo va a haber bienestar para el pueblo y se van a acabar los abusos, el latrocinio, el saqueo, nada más es cosa de ver lo que revisamos está podrido por la corrupción…” Y sí, seis años son insuficientes para estas tareas de entrega a quien ya no se pertenece, sino al pueblo.
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