Censura
Alberto Vieyra G. martes 10, Nov 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Las vacas sagradas del periodismo norteamericano, sean republicanos o demócratas los dueños de la influyente prensa gringa suelen hacer alianza natural con el presidente cuando están en juego la soberanía y los intereses supremos de la nación, particularmente cuando Estados Unidos entra en guerra con alguna otra nación del mundo, pero jamás se había dado la censura contra un inquilino de la Casa Blanca, como ocurrió el pasado jueves 6 de noviembre, cuando las televisoras Univisión, ABC, CBS y NBC tronaron y cortaron abruptamente el discurso de Donald Trump en el que aseguraba que le habían “robado” la elección presidencial.
¿Acaso la bestia trumpiana ponía en peligro la unidad nacional con un mensaje que podría significar un llamado a la insurrección de grupos adictos al presidente? ¿Cansados los medios de comunicación de tanta grosería y bajezas de Donald Trump? O ¿Cuál fue la razón de semejante censura al presidente más poderoso del planeta?
Como si se tratase de una acción concertada las empresas televisoras con cobertura nacional coincidieron en que Donald Trump estaba mintiendo a los norteamericanos cuando hablaba de un fraude electoral sin tener una sola prueba que avalara su dicho y porque los medios de comunicación norteamericanos le llevan puntualmente un registro de haber mentido a los norteamericanos en más de 20 mil ocasiones y seguramente que ya están hartos de su mitomanía y populismo ramplón de Donald Trump.
En rigor y de acuerdo con el tumba-burros de la Real Academia de la lengua Española el término censura se aplica en libros, periódicos y medios electrónicos y se entiende como la corrección o reprobación de algo o la supresión de material de comunicación que puede ser considerado ofensivo, dañino, inconveniente o innecesario para la población y el gobierno.
Lo ocurrido en Estados Unidos es digno de análisis porque la censura aplicada a Donald Trump nos habla de un hartazgo periodístico de un gobernante altamente tóxico del que ya no quieren saber nada, por haber trastocado todos los cánones del respeto.
Pero en cualquier democracia ¿es correcto que los medios de comunicación recurran a la tiranía, censurando el discurso o el mensaje de sus gobernantes, sólo por mentir a la población? ¿Estamos en el caso de Donald Trump ante un acto de intolerancia pura? ¿Las televisoras gringas violaron el derecho a la información, aunque haya sido una información mentirosa? ¿La censura a Donald Trump será un poderoso llamado de atención para que los próximos gobernantes norteamericanos bailen de manera ortodoxa y se alineen como lo manda el poderoso cuarto poder? ¿Es un estate quieto para que el poder recaiga en políticos que conozcan de ciencia política y no en groseros caporales, como Donald Trump?
Si Donald Trump ha sido censurado por la gran prensa gringa por decir más de 20 mil mentiras, ¿en México podría ocurrir lo mismo con Andrés Manuel López Obrador, otro populista mitómano que ha proferido más de 28 mil mentiras en casi 24 meses de desgobierno y de destrucción a las instituciones nacionales? ¿Serían capaces las poderosas vacas sagradas del periodismo en México de imponerle un bozal a AMLO como un correctivo para que se conduzca con respeto y civilidad política ante todos los mexicanos?
¿Podría aplicársele el mismo principio que se le aplicó a Donald Trump de atentar contra la unidad nacional al decir mentiras, pues propios y extraños han sido testigos de que López Obrador ha profundizado en la división y confrontación de los mexicanos con presagios francamente catastrofistas? ¿Serían capaces los medios de comunicación que actualmente son maiceados por el gobierno amlista de intentar matar a la gallina de los huevos de oro, sobre todo las televisoras que reciben miles de millones de pesos para que digan solamente lo que al gobierno le interesa y callen lo que otros dicen? ¿AMLO se educaría con la censura generalizada o se convertiría en un lobo todavía más feroz y mentiroso? Ni hablar, la censura a Donald Trump es digna de reflexión y análisis, allá y acá.