¿A México cómo le irá con Biden?
¬ Augusto Corro martes 10, Nov 2020Punto por punto
Augusto Corro
¿Cómo le irá a México con el nuevo gobierno de Joe Biden? En el renglón de la economía, podría revisarse el tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ya en funciones, que buscaría mejores condiciones para EU; en las mismas condiciones se encuentra la diferencia en la política energética y ambientalista; ahí está también el problema migratorio, cada día más complejo y sin solución a la vista; ¿en el tema del narcotráfico, el contrabando de armas, etc., qué se va a hacer para erradicarlos?
En los años del gobierno de Trump, México estuvo asediado por el “anaranjado”. Aquí en nuestro país se le concedieron todos sus caprichos. Además, tuvimos que aceptar los insultos que nunca dejó de arrojarnos, como los calificativos de “violadores y criminales de sangre fría”. Siempre nos atosigó con su muro fronterizo. Además obligó al gobierno mexicano a convertirse en su policía para frenar el flujo migratorio, principalmente en la frontera sur.
De nuestra historia se desprende que los mexicanos siempre estuvimos en desventaja ante Estados Unidos. Basta con revisar el sinnúmero de invasiones recibidas por parte del vecino país. No olvidar que México perdió más de la mitad de su territorio en una de esas incursiones bélicas, que mostraron el afán expansionista de EU.
En fin, vamos a esperar que se defina la política del nuevo gobierno estadounidense. No habrá que hacerse ilusiones de que a México le irá mejor, pues se vio ya que tanto los republicanos como los demócratas en su política hacia el exterior no predican con la amistad, sino que siempre buscan las ganancias: ganar. Ya lo dijo John Foster Dulles, quien fuera secretario de Estado durante el mandato del presidente de EU, Dwight D. Eisenhower: “Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”. Frase que no se cansan de repetir nuestros vecinos estadounidenses.
Otra historia empezó a escribirse
Joseph R. Biden Jr. es el nuevo presidente de los Estados Unidos. El perdedor Donald Trump entregará el poder en enero próximo, tras sufrir una derrota demoledora. El nuevo gobernante tendrá que esmerarse para recomponer un país dividido, azotado por la pandemia, el racismo, la migración y el pésimo gobierno del político que se va a casa, con su tradicional disgusto de inconformidad, pues no le gusta perder.
El presidente electo, Joe Biden, como se conoce al demócrata triunfador, ya pronunció su primer mensaje a la nación norteamericana, el sábado en la noche, que tuvo como eje la unidad de los estadounidenses con el propósito de calmar las divisiones que marcaron los últimos cuatro años de la política del vecino país, llenos de escándalos e injusticias que disfrutaba el inquilino de la Casa Blanca.
La errática política de Trump fue definitiva en el combate al coronavirus (Covid-19): no supo qué hacer frente a un enemigo incontenible que lleva más de 230 mil decesos en EU y no se tienen, por ahora, armas para abatirlo. El magnate de la construcción desde el inicio de la pandemia desestimó sus efectos mortales e hizo a un lado las recomendaciones de los científicos.
El funcionario “anaranjado” tampoco superó el problema del racismo cada vez acentuado en la sociedad estadounidense. Su aceptación, disfrazada, a la represión contra los afroamericanos le restó votos. Todos vimos en su momento las violentas acciones de la policía que causaron la muerte a indefensos ciudadanos. Crecieron las protestas contra las injusticias que no fueron escuchadas por Trump.
En el tema de la migración, El magnate podría ser juzgado por violaciones a los derechos humanos y su castigo sería el de cadena perpetua. Por ejemplo, la separación de hijos de sus padres indocumentados solo se puede comparar con la dispareja lucha del dictador Hitler contra los judíos. Por otra parte, durante su administración, Trump se dedicó a pelear con todo el mundo.
Como arma principal de defensa y ataque fue el tuiter que usaba o usa las veinticuatro horas. Sus mensajes, un sinnúmero de estos, reflejaban su estado mental muy desordenado. Desde la comodidad de su cama o de su sillón presidencial, el mandatario condenaba a sus enemigos y marcaba la ruta desordenada de su administración, que, sin embargo, le funcionaba bien.
Pero llegó el coronavirus y la situación cambió para Trump. Sus enemigos se multiplicaron, los problemas se agigantaron y un país dividido llegó a las elecciones presidenciales, en las que la mayoría de votos de los electores favoreció a Joe Biden. Otra historia empezó a escribirse. ¿Usted qué opina amable lector?