La violencia en México
¬ Augusto Corro viernes 6, Nov 2020Punto por punto
Augusto Corro
¿Ya nos acostumbramos a la violencia? Los hechos sangrientos se repiten y no hay, a la fecha, poder humano que lo impida. Las autoridades se encuentran distraídas en otros menesteres y poco les importa la inseguridad de la población. No hay estado en el que sus habitantes se encuentren libres de asaltos, secuestros y asesinatos, incluidos los feminicidios. Solo que la población conoce esas noticias y luego las olvida. ¿Por otra parte de qué sirve preocuparse por la inseguridad que vivimos si los delincuentes no son perseguidos y castigados? Se tiene la impresión de que si no es por el azar, no se lograría la captura de un criminal.
Todos los días se informa de la espiral de violencia que nos azota; de la otra pandemia que suma asesinatos, feminicidios y secuestros que terminan su obra en las fosas clandestinas, que aparecen en todo el país, como un reclamo a las autoridades que poco o nada hacen para combatir a los criminales. En este espacio tratamos el incremento en los linchamientos que son el resultado de la nula aplicación de la justicia. Son los propios afectados quienes tienen que aplicar la ley, en un acto de primitivismo puro, en busca de venganza, sin que los acusados puedan defenderse. En ocasiones se comete el error de que las turbas condenan a morir a inocentes.
De la espiral de violencia nadie se libra. Por ejemplo, en la madrugada del 31 de octubre, en el llamado Centro Histórico, policías capitalinos detuvieron a un individuo que transportaba restos humanos a bordo de un “diablito”. Eran los cuerpos humanos de dos menores de edad: Yahir,de 12 años; y Héctor, de 14; desaparecidos el 28 del mismo mes. Llamó la atención de los uniformados el sujeto que empujaba el pesado carrito, al que delató su nerviosismo y lo hizo sospechoso. Los representantes de la le descubrieron que se trataba de dos niños descuartizados. Los uniformados detuvieron a Edgar, de 39 años, quien llevaba la carga macabra, quien resultó con una lista de ingresos y egresos de la cárcel.
Por otra parte, los primeros seis meses de este año fueron asesinadas 17 mil 982 personas en México: un promedio de casi 100 asesinatos de forma premeditada todos los días en 2020. La mayoría de los crímenes se realizó con armas de fuego. De acuerdo con las cifras de homicidio y feminicidio, el semestre superó en más de 300 a los 17 mil 653 registrados en 2019. Cabe señalar que en 18 meses de gobierno obradorista fueron ultimadas más de 5 mil 800 mujeres y mil 800 niños y adolescentes. La violencia homicida crece aun cuando desde hace tiempo se ubica en niveles record. A esta situación debe agregarse la impunidad que priva en nuestro país, en el que 99% de los delitos no son castigados.
En el renglón de desaparecidos, el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, dijo que 73 mil 201 personas están sin localizar desde 1964, aunque la gran mayoría es posterior a 2006, año en que el entonces presidente Felipe Calderón declaró la guerra contra el narcotráfico. Desde entonces inició el vía crucis de familiares en la búsqueda de sus seres queridos, que en muchas ocasiones termina en las fosas clandestinas esparcidas por el territorio nacional. El funcionario explicó que entre 1964 y junio de este año, se reportó la desaparición de 177 mil 844 personas. De ellas, 104 mil 643, el 58.84% fueron encontradas y 73 mil 201 siguen sin ser halladas. De las personas a las que se encontró, 98 mil 242 aparecieron con vida y 6 mil 401 habían fallecido.
Son innumerables, pues, los hechos violentos, cruentos, en los que no importa la vida humana. Tampoco la sociedad se preocupa tanto por la inseguridad que padecemos. Sería muy grave que se aceptara la espiral de violencia como algo natural a lo que uno tiene que acostumbrarse. México fue convertido en un país enlutado, con un profundo dolor por la muerte de miles de personas, al que debemos rescatar de la espiral de violencia que nadie debe padecer o sufrir. ¿Usted qué opina amable lector?
Muy acertados sus comentarios maestro. A diario me deleito con su columna,