TLC (tratado de libre corrupción)
Armando Ríos Ruiz viernes 6, Nov 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
No creo que se trate de una ingenuidad del Presidente. Creo que más bien, se trata de su insistente reticencia a acatar alguna clase de convenio que tiene con los anteriores personajes de la política, de los tiempos que un día sí y otro también, descalifica en sus aburridas conferencias cotidianas y les impone la tilde de corruptos, sin hacer absolutamente nada contra ellos.
Hace unos días se publicó de manera destacada, en todos los diarios y noticieros, la posible, casi inminente detención de Luis Videgaray, ex secretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Peña Nieto, vinculado al caso Odebrecht, de acuerdo con declaraciones de Emilio Lozoya Austin.
La Fiscalía General de la República solicitó la orden de aprehensión, pero no fue concedida. Un juez la rechazó porque estaba mal integrada, se dijo. Pero el Ejecutivo disculpó con el infantil argumento: “Yo sé que el juez regresó la solicitud a la Fiscalía para que se mejorara o se enriqueciera, que se reforzara la averiguación”. ¿No fue suficiente una declaración directa de incriminación?
¿No es de risa pretender engañar a los mexicanos con esa clase de disculpas? Todos los días se dice que la principal preocupación de su administración es el combate a la corrupción en todos los órdenes. Sin embargo, cuando llega el momento de aplicar la ley, aparecen las excusas más aberrantes. Obviamente, sabemos a quiénes convence hasta con menos razones.
También dijo que el señor Videgaray debe presentarse voluntariamente a declarar. “El que nada debe, nada teme” ¿Y si debe? ¿La justicia mexicana quedará en espera de que aparezca en cualquier momento? ¡Si, chucha! Aunque podría funcionarle en un país en donde se aplica de manera selectiva.
Si el que ejerce todos los poderes convino en perseguir la corrupción, pero en respetar la de los más importantes personajes del sexenio anterior, ¿a qué podría temerle el señor Videgaray, de quien se dice ya dejó la Universidad de Massachusetts para refugiarse en Israel?
Son muchas preguntas sin respuestas. ¿Por qué a Rosario Robles, quien se presentó de manera voluntaria ante las instancias de justicia, para aclarar su caso, la detuvieron y aún permanece en esa condición, a causa de una licencia de manejar falsa, que no presentó ella, sino que le sembraron con una fotografía con su imagen tomada de Internet?
Ante estas circunstancias, el mismo ex presidente, Enrique Peña Nieto, a quien podría denominarse como el asaltante de instituciones públicas, el Ali Babá moderno, y su ejército de ladrones, el de cero luces intelectuales, pero burdo, corriente y cínico delincuente, ya hace maletas para cambiar su residencia de España a un lugar que naturalmente, nadie conoce.
¿Qué delata esta actitud? Indiscutiblemente, que tiene culpas y que siente que en cualquier momento resultará por ahí, la solicitud a algún juez de la orden de aprehensión correspondiente. Con toda seguridad no ocurrirá nada. Pero mientras son peras o manzanas, preferible permanecer en guardia y no bajarla, hasta estar seguro de que el TLC (Tratado de Libre Corrupción), signado allá por 2018, será respetado en todos sus puntos.
Las declaraciones del Primer Mandatario parecen buscar una previa exoneración, cuando debe ser la autoridad experta en el manejo del Derecho, de la ley, quien debe determinar la situación de cada presunto transgresor de la ley.
Manifestó, a manera a abogado defensor: “Si no se hace de esa forma [declarar voluntariamente], porque cada persona es libre, pues [hay que] esperar a los procedimientos, que no deben ser arbitrarios, tienen que basarse en pruebas, se tienen que integrar las averiguaciones, el juez debe, si lo amerita, autorizar la orden de aprehensión; existe el derecho al amparo, en fin”.
No, pos sí… Y si los que atiza diariamente tienen su bendición, ¿qué se espera de los corruptos de casa, que también abundan?