Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses
¬ Mauro Benites G. martes 3, Nov 2020Municiones
Mauro Benites G.
Para los mexicanos quedó a segundo término la campaña electoral para la presidencia de Estados Unidos entre Trump y Biden, dándole atención principal a nuestros problemas internos y pensando que el ganador tendrá en mente la frase “Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses” y por supuesto esto va a exacerbar el sentimiento de rechazo a Estados Unidos de parte de nuestra gente y como ocurre que la mitad del territorio de Estados Unidos fue parte de México, las cosas se complican más todavía.
Es preciso situar la cuestión debidamente para que no se cultive lo que de todos modos es siempre muy difícil, porque somos el mayor ejemplo de un contraste grande entre dos países vecinos. La Nueva España nunca estuvo siquiera gobernada en realidad y sobre todo hacia el norte se alargaban las zonas desiertas, donde unas cuantas familias, en condiciones de vida muy difíciles y peligrosas, sostenían sus vidas entre enormes dificultades y en la soledad más absoluta, pues cuando aparecían visitas solían ser indios pieles rojas atacantes o pequeñas partidas de soldados mexicanos escoltando a burócratas que no iban, sino cada dos años a realizar un viaje de despojo sobre estas familias que tenían que ver cómo se llevaban su ganado o sus pocas monedas, cuando vino el gran problema en Texas los mexicanos, en todo ese enorme territorio que es hoy el estado de la estrella solitaria, no pasaban de 2 mil.
Como ocurría que de Europa llegaban a los puertos del norte de los Estados Unidos muchos, muchísimos inmigrantes que no alcanzaban ya sitio donde establecerse ni en Nueva Inglaterra ni en los estados que iban surgiendo y como por el tipo de las comunicaciones no había sino un gran camino, que era el río Mississippi, hacia el sureste, todos esos europeos que, de Inglaterra, Alemania, Noruega, Suecia, Holanda, Irlanda, se echaban al mar en busca de nuevos horizontes. Esto no obedeció siquiera al imperialismo, que desde luego ha existido siempre en ese país, sino que fue un fenómeno natural. La naturaleza no tolera el vacío y el inmenso territorio de poco más de 2 millones de kilómetros cuadrados, que iban desde Texas hasta California, de océano a océano, estaba prácticamente vacío, quedando muy lejos, y más lejos en aquella época, la remota Ciudad de México.
Cada dos años, como dije, salía de Saltillo, lo que es hoy la ciudad capital del estado de Coahuila, una partida de recaudadores y tropa para maltratar a los lejanísimos habitantes de tan inmensas soledades. Nada más fácil y hasta cómodo, que proseguir la ruta en lo que es para Estados Unidos la gesta de la conquista del oeste. Búfalos, indios en guerra y algunos habitantes miserables y aterrados era lo que encontraban. Cuando el peor, en todos los sentidos de los políticos y caudillos que ha sufrido México, que ya es decir, Santa Anna, fue a hacer la guerra contra los extranjeros que ya colonizaban Texas y empezaban a dirigirse hacia occidente, el enorme pillo que fue Santa Anna cometió toda clase de excesos, ordenó no hacer prisioneros y aún mandó asesinar a tropas que ya se habían rendido. Lógicamente se creó odio contra Santa Anna, pero contra México también. En una guerra que obedecía a los impulsos de los Estados Unidos, a su política de expansión, vino la invasión del 47 que culminó en las derrotas del Molino del Rey y en Chapultepec, con un jefe militar, el mismo Santa Anna, que siempre estuvo en complicidad con el ejército invasor y que vendió la mitad del territorio nacional cuando México estaba deshecho, no era ni colonia, ni verdadera República, un solo caos. Era históricamente fatal que los Estados Unidos, obedeciendo a las leyes de la geografía, de la política, de la historia, ocuparan ese inmenso territorio. Eso es algo que tenemos que entender los mexicanos.