Refuego contra Cienfuegos
Freddy Sánchez martes 20, Oct 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Dos formas suelen ser las más comunes para que las mafias logren llegar a lo más alto de la estructura de poder, a fin de negociar acuerdos de impunidad a cambio de esos típicos “cañonazos millonarios” que sellan pactos de la corrupción.
En ambos casos más que probablemente con la intervención de una red de complicidades.
Porque cuesta trabajo creer que un grupo criminal se apersone directamente a la oficina de un secretario de Estado o la del Presidente para que por medio de un representante solicite audiencia inventando una razón para querer entrevistarse con el titular de la oficina o peor aún: diciendo que quiere ofrecer un trato de negocios en materia de narcotráfico y otras especialidades criminales altamente lucrativas.
De modo entonces que una de dos: para llegar a una figura de tan alta relevancia política, en pleno ejercicio de sus funciones, (como sería el caso del general Cienfuegos, ex Secretario de la Defensa Nacional en tiempos de Enrique Peña Nieto) habría que echar mano de diversos contactos relacionados con el aludido, lógicamente por motivos de amistad, familiaridad o de negocios.
Y la otra manera de lograr ese acercamiento necesariamente tendría que ver con desempeños anteriores del sujeto a ser contactado por la mafia, siendo en el caso de un alto mando militar, desde que haya podido tener a su encargo funciones de campo en lugares donde los delincuentes operaban posiblemente “apadrinados” por otros personajes de la vida pública. Y en tal caso, igual que en el anterior, los encargados de facilitar un entendimiento entre el nuevo jefe policiaco o militar de una plaza tendrían que ser colaboradores directos o conocidos de su confianza.
Así las cosas, es de suponer que de confirmarse en las actuaciones judiciales a realizarse en Estados Unidos contra el general Cienfuegos, las acusaciones que lo involucran con el narcotráfico, dicha complicidad tuvo que darse con diversas conexiones de los narcotraficantes con otras personas ligadas con el poder sexenal en la pasada administración, trátese o no de militares o funcionarios federales, quienes podrían o no estar actualmente fuera del aparato burocrático nacional.
La protección hacia un grupo delictivo amerita la intervención de una cadena de mandos y subalternos que sepan de los tratos e incluso se beneficien de estos, ya que de otra manera resultaría casi imposible el libre tránsito de sujetos dedicados al crimen organizado en los lugares bajo resguardo policiaco o militar.
Y lo mismo cabe imaginarse, en relación con la entrega de dineros de los sobornos para comprar la protección acordada entre una mafia y los mandos bajos, medios e inter medios, puesto que evidentemente lo que llega más alto, necesariamente pasa por varias manos de personal con jerarquía obviamente de buen nivel, pero por abajo del que manda.
Baste usar un poco de sentido común, para estar ciertos de que si llega a probarse lo del general Cienfuegos, difícil será aceptar que entre sus cercanos, los que ya no están o los que pudieran seguir estando en funciones institucionales, “nadie sabe y nadie supo” sobre el supuesto pacto del crimen con el ex secretario de la Defensa Nacional.
Por el bien de la imagen de las fuerzas armadas en general, como ya lo prometió el presidente López Obrador, es indispensable que independientemente de lo que ocurra en Estados Unidos, en México se abra una amplia investigación para detectar posibles complicidades de corrupción con el general Cienfuegos.
Sería verdaderamente penoso que también del país de las barras y las estrellas se prosiga haciendo la tarea de investigación sobre el crimen organizado que requiere acciones contundentes de autoridad precisamente en territorio nacional, amén de descartar que las ramificaciones de la corrupción que denunció el gobierno norteamericano, continúen intactas y operando actualmente.
Justo por eso hay que investigar en torno al refuego contra Cienfuegos.