El Palacio Nacional
Alberto Vieyra G. lunes 19, Oct 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Después de la caída de la Gran Tenochtitlan, el 13 de agosto de 1521, los bárbaros barbados llegados de la Extremadura, España, encabezados por Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano, destruyeron prácticamente toda la ciudad incluyendo el Centro Ceremonial, conocido como el “Gran Cu”, donde se realizaban los macabros sacrificios humanos y se practicaba la antropofagia, dejando como única construcción el Palacio de Moctezuma II que, a partir de 1522 ocupó Hernán Cortés.
El conquistador se dio a la tarea de ampliar el palacio de Moctezuma, al cual incluyó una huerta que actualmente ocupa la sede de la Secretaría de Hacienda y el edificio principal sería rediseñado con finísimos materiales de cantera y tras la muerte de Hernán Cortés, su hijo Martín Cortés vendió al gobierno virreinal el palacio de su padre el 19 de enero de 1562, en 264 mil reales (equivalente a 33 mil pesos de aquella época).
En 1628, el arquitecto Juan Gómez de Trasmonte, por órdenes del virrey, Rodrigo Pacheco y Osorio, amplió el antiguo Palacio de Cortés con más habitaciones para el virreinato, 12 balcones con barandales de hierro y 3 puertas que dan hacia la actual Plaza de la Constitución, además de dos puertas laterales en las fachadas sur y norte y dos enormes cañones en lo alto de los dos extremos, albergando a los gobiernos virreinales, hasta el estallido de la Guerra de Independencia en 1810.
Al Palacio de Hernán Cortés o del virreinato se le conoce hoy como Palacio Nacional. Después de los gobiernos de Benito Juárez, Lerdo de Tejada, Manuel González “el manco”, Porfirio Díaz, Madero y otros, el Palacio Nacional sería ocupado solamente para los eventos de carácter cívico-políticos y para recibir las cartas credenciales de los diplomáticos acreditados por sus naciones en México. En 2006, Felipe Calderón habilitó un par de salones como su residencia personal y en 2019, Andrés Manuel López Obrador renunciaría a la residencia oficial de Los Pinos para ocupar el palacio que perteneció a Hernán Cortés
¿Por qué hago historia?
Mire usted. AMLO, quien reniega de la conquista española y exige a la corona española y al vaticano arrodillarse para pedir perdón en desagravio de las atrocidades cometidas por la espada y la cruz durante la Conquista y los 3 siglos de coloniaje, ¿AMLO sería capaz de demoler el Palacio Nacional en donde residió hasta 1547 el conquistador Hernán Cortés e irse a vivir como un gobernante proletario entre el “pueblo bueno y sabio”? Eso sería tener congruencia política, humildad y no andar de simulador y populista ramplón.
Pero, además AMLO es hijo directo de un padre español. ¿Cuál es entonces su hipo? ¿Por qué tanto rencor contra los conquistadores y todo lo que huela a coloniaje español? ¿Es real ese odio o es populismo e ignorancia pura? ¿Sería capaz AMLO de demoler Palacio Nacional y reconstruir la antigua Ciudad de Tenochtitlán con su “Gran Cu” y la piedra de los sacrificios humanos que nos distinguía como civilización bárbara en la que se practicaba hasta la antropofagia?
La Conquista acabó con esa barbarie y de paso aniquiló una cultura muy adelantada, aunque inmersa en el politeísmo pagano y no en la adoración del dios verdadero.
De no haber existido la Conquista ¿cómo sería el continente americano, lleno de indigenismo bajo el dominio caciquil como Hernán Cortés lo testificó cuando le regalaron a La Malinche y a otras 16 esclavas de Tabasco? ¿La nación azteca sería un país con tapa-rabos y bárbara todavía? ¿Existiría López Obrador engañando a la nación azteca con más de 28 mil mentiras que ha proferido como gobernante? ¿Existiríamos usted y yo, de no haberse producido la Conquista o la unión de dos culturas?
Me parece que a don Andrés Manuel López Obrador tenemos que mandarlo a “la nocturna” para que aprenda historia, ciencia política y sensibilidad humana para que deje de rendirle culto a satanás como el padre de la mentira.