Morena y su futuro incierto
¬ Augusto Corro miércoles 14, Oct 2020Punto por punto
Augusto Corro
Entre los aspirantes a dirigir el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no se ahorran palabras para las descalificaciones mutuas. Hasta parece que son enemigos que esperaban la oportunidad para sacarse sus trapitos al sol. Como informamos en este espacio, la lucha por la dirigencia es sin límite de tiempo y el que gane la partida cargará con culpa de la división que se registre en esa organización política que no pudo funcionar como tal. Los personajes enfrascados en la lucha por el poder son los diputados Mario Delgado Carrillo y Porfirio Muñoz Ledo.
El pleito por el liderazgo morenista es singular e interesante porque enfrenta a dos personajes de nuestra denostada actividad política: de 87 años, Muñoz Ledo; y de 48 años, Delgado Carrillo. Las edades de los aspirantes son importantes porque el de mayor edad tiene más experiencias en toda clase de marrullerías, que bien aplicadas le darían el triunfo, sin mayor problema. En el caso de Delgado Carrillo, según se informó, contó con el dinero suficiente para derrocharlo en su campaña política. Se puso como ejemplo la inversión en los “espectaculares” calculada en millones de pesos.
Muñoz Ledo “destapado” a última hora como candidato a presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena echó el resto para ganar y fue el primero en lanzar ataques demoledores contra su adversario al que calificó de estúpido. Mario Delgado le contestó con el calificativo de “golpista”. Lo que parecía ser una competencia ejemplar en la lucha por el poder, se convirtió en una cena de negros, que se agudizó con los resultados de las encuestas que las autoridades consideraron un empate técnico. Delgado Carrillo aceptó ir a una tercera consulta para definir al ganador, pero Muñoz Ledo, sin darle vueltas al asunto, se autodeclaró triunfador y líder de Morena.
Para redondear su victoria anunció su toma de posesión del cargo el lunes (anteayer) e invitó a sus seguidores a acompañarlo a la improvisada ceremonia en la sede del partido, que no se pudo llevar a cabo, por un grupo de mujeres desde muy temprano llegó al lugar, con pancartas que acusaban a Muñoz Ledo de acosador sexual. Ante esa situación, el autoproclamado vencedor de la justa política optó por no acudir a la cita. Con esta acción se demostró que las marrullerías le funcionaron mejor a Delgado Carrillo. Causó extrañeza que se recrudecieran los ataques contra Muñoz Ledo quien, debe reconocerse, perdió ese round.
En el presente no se ve una salida inmediata al conflicto interno en Morena. Es notoria la incapacidad de los árbitros electorales para poner orden en un pleito que lleva alrededor de dos años sin solución. Desde que Andrés Manuel López Obrador, líder del partido citado, tomó posesión como Presidente de la República, la organización política guinda quedó sin cabeza. En ese instituto político los dirigentes interinos no pudieron elegir a su líder. Todo se volvió conflicto con tendencias al divisionismo. Esta inconformidad interna continúa, a pesar de que hay morenistas capaces de dirigir al partido. ¿Pero a quien le interesaría meterse en una olla de “grillos”, de no ser aquellos políticos sin escrúpulos, dedicados a resolver sus intereses personales?
No es, pues, un problema sencillo el que enfrentan los morenistas. El partido Morena, que no alcanzó a concretarse como tal, corre el riesgo de padecer el divisionismo, que tarde o temprano, lo afectaría considerablemente. Y es precisamente en esta temporada electoral, con las elecciones más importantes en México en los últimos sexenios, cuando más se necesita de la unidad partidista, en Morena el enfrentamiento entre sus tribus seguirá con la ausencia una autoridad moral que ponga fin al desbarajuste y a los pleitos internos. ¿Usted qué opina amable lector?