El fideicomicidio
Freddy Sánchez martes 13, Oct 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Ahora sí que: “retumbó en sus centros la tierra al sonoro rugir del cañón”…
Porque algo por el estilo sucedió con el virtual “corte de raíz” de los fideicomisos, arrancados de tajo como si se tratara de un vetusto tronco sin vida.
Y al que era menester “desaparecer”.
Algo igual también a lo que pudo ser echar abajo una edificio viejo y ruinoso, en vez de intentar su reconstrucción.
Y cualquiera de ambas cuestiones, no tendría motivo de asombro o desagrado, salvo porque bien podría decirse utilizando el mismo símil al hacer notar que “el árbol aún tenía frutos” y en el inmueble derruido había moradores que al parecer quedaron bajo los escombros, heridos o sin vida.
Y es que viendo en retrospectiva la eliminación de los fideicomisos, lo que poco le ocupó a Morena, con el uso implacable de la picota legislativa, es de mencionar que antes de dicha acción sin duda era mejor hacer una adecuada diferenciación entre institutos inviablemente aptos para reconstrucción y los que por el contrario, podían ser rehabilitarlos sin necesidad de “borrarlos” del mapa burocrático institucional.
El hecho entonces, de que en varios de los organismos desaparecidos se estuvieran cometiendo abusos y desviaciones con un pernicioso costo para la sociedad nacional, innegablemente ameritaba una acción contundente del gobierno en turno.
Nadie puede estar en desacuerdo con que se proceda con severidad para combatir todo acto de corrupción dondequiera que éste se pueda dar, puesto que el ideal de moralización por el que se esmera en luchar la “4ª Transformación”, según se dice constantemente desde el aparato oficial, obliga a los actores sociales a dar pleno apoyo a las acciones depuradoras.
Ni modo que alguien en su sano juicio pueda manifestarse partidario de que la inmoralidad en el quehacer público, (mal milenario en nuestra nación), se deje obrar con absoluto descaro de sus practicantes.
En ese sentido, la propuesta gubernamental que con apoyo de los legisladores de Morena hizo posible ponerle freno a la deshonestidad en el manejo de fideicomisos, amerita una aprobación incondicional.
Pero, no en la forma aparentemente excesiva como se procedió, “cortando cabezas” como el verdugo que disfruta privando de la vida a los condenados, sin juicio previo y sólo por su sed inescrupulosa de ver “correr sangre”.
Y es que, imposible sería estar de acuerdo en que cada fideicomiso “aniquilado” por la voluntad mayoritaria de los morenistas en la Cámara de Diputados, obedeció a una acción necesaria e irreprochable.
Porque, el sólo pensar que así fue, obligaría a exigir la desaparición inmediata de varias áreas del sector oficial, que en esta nueva etapa anticorrupción, lamentablemente siguen dando a oler lo que pudiera revelar cierto grado de descomposición, según lo sabido por la quejas y denuncias tanto de observadores externos como actores de la estructura institucional.
Lo de sector médico oficial, donde se habla de compras bajo sospecha de corrupción y el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, a causa de supuestos robos de lo devuelto, son un par de casos que poner en evidencia que en un “cesto de buenas manzanas, no faltan la podridas”.
De ahí la necesaria cautela que debió tenerse y por lo visto no la hubo, al generalizar las imputaciones de corrupción en todos los fideicomisos, antes de realizar las indagatorias específicas para actuar contra los corruptos, en lugar de darse la tajante instrucción de desparecerlo todo, dejando para después una investigación de permita establecer que estaba bien o mal en cada fideicomiso.
Justo será pues, que se reparen los daños causados entre los beneficiarios de los fideicomisos, enmendando así lo que algunos llaman: el fideocomicidio.