Presidente preocupado
Armando Ríos Ruiz miércoles 7, Oct 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Llama la atención escuchar al Presidente preocupado por la frase emitida por el escritor Francisco Martín Moreno, autor de varios libros de historia, como México Negro y otros igualmente escritos de manera magistral, amena, puntual, que de ninguna manera comparto, aunque la justifico porque sé que la dijo sin afán de quererlo sinceramente.
La expresó impelido por el coraje que siente, como millones de mexicanos, por los disparates que todos los días se cometen desde Palacio Nacional y que ante la mínima crítica, los simpatizantes del máximo mandatario se apresuran a descalificar de la manera más burda, corriente, sin el mínimo dejo de ingenio y de inteligencia y para acabarla, con todas las faltas de ortografía que ofenden al entendimiento e inclusive a la vista.
Por muy pesados e ignorantes que se exhiben, nadie sería capaz de querer de veras el mínimo daño para nuestros compatriotas, alejados de quienes no piensan igual, rijosos y ofensivos, porque están convencidos de que quien gobierna ahora es el máximo exponente de ideas trascendentales. Para ellos, es un ejemplo a seguir y ni hablar.
Después de proponer la quema de morenistas en el Zócalo, que ni siquiera podría llevarse a cabo porque los partidarios de FRENAAA lo tienen ocupado, el novelista ofreció una disculpa que parece no haber aceptado el mandatario. A pesar de ello pronunció una oleada de críticas en las que para variar, calificó al literato de conservador.
Pero si vemos las cosas como son, ¿quién se ha empeñado desde hace dos años en dividir a los mexicanos? ¿Quién, un día sí y otro también, muestra un empeño incansable en separar, en descalificar desde las conferencias matutinas a los que critican su gobierno? ¿Acaso esto no ocurre en todos los países del mundo en donde se respeta cabalmente la libertad de expresión?
¿No es en México, en donde se ha impuesto, a partir de este gobierno, una manera sui géneris de tratar a quienes se dedican a publicar su forma particular de apreciar la actual gobernanza, señalados de neoliberales y conservadores sólo por el hecho de no estar de acuerdo con el gobernante?
¿No es en las conferencias diarias en donde se critica ácidamente a los periodistas, con nombre y apellido y hasta se insta para que otros imiten? Ya no es posible pronunciar la palabra “periodista”, sin que el chairo más próximo le agregue de manera inmediata y automática “chayotero”, porque así reza hoy el nuevo catecismo presidencial.
¿No fue en una de ellas en donde se dio cuenta pormenorizada de las columnas, en contra, a favor y neutrales? ¿Por qué no fue capaz de peguntarse, como cualquiera persona inteligente lo hubiera hecho: “en qué estoy fallando”, para corregir?
¿Por qué a nuestro Presidente no le preocupa el odio que él mismo ha engendrado en los mexicanos con sus descalificaciones diarias y abiertas? Ahora, hasta en las familias hay distanciamientos. Conozco matrimonios divididos, esposo contra esposa, hijos que discuten con el padre, hermanos contra hermanos, como jamás ocurrió antes, porque no cesan las cátedras desde Palacio Nacional.
La frase que él mismo pronunció: “No les gusta que haya justicia, que haya igualdad”, le viene mejor a él. Una vez preguntó “¿Qué vamos a hacer con los ricos…?” Dejó translucir un odio enorme para éstos y sin embargo, nadie se horrorizó. Es claro que no ve a todos iguales. Los pobres son sus preferidos, porque aportan votos aunque resulten demasiado caros. Los ricos no necesitan su dinero y además, piensan de otra manera.