El triste camino de la política
Ramón Zurita Sahagún lunes 28, Sep 2020De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La política sirve para engrandecer a personajes pequeños, sin talento, pero que logran un espacio dentro de este sector basado en adulaciones, genuflexiones, cortesías, apocamientos, lambisconerías, servilismo, con lo que van escalando cargos hasta llegar al que anhelan.
No todos consiguen su propósito, ya que la ruta es ardua y el sendero peligroso y sinuoso, aunque algunos logran dejar el anonimato mediante una maniobra oportuna o encontrarse en el sitio exacto en el momento idóneo.
Ese golpe de suerte produce personajes que desde el inicio se muestran propensos a la lisonja, la adulación y se dejan envolver con gran facilidad, cayendo en el encanto de los profesionales que denotan lo sublime de estos personajes que durante largos años de su vida habían pasado casi en el anonimato.
Uno de esos personajes que fueron engrandecidos súbitamente, como un gran descubrimiento de los encantadores de serpientes es Miguel Ángel Mancera Espinosa, surgido de las profundidades de la burocracia como un candidato emergente para el gobierno del entonces Distrito Federal.
Hasta antes de eso, Mancera era un oscuro abogado que laboraba al lado de Gabriel Regino, personaje cercano a Marcelo Ebrard y quien lo incorporó al equipo que laboraba a su lado en la secretaría de Seguridad Pública del entonces gobierno de Andrés Manuel López Obrador, del que fueron relevados a raíz del linchamiento de tres policías de la Policía Federal Preventiva por una turba en Tláhuac en 2004.
Miguel Ángel quedó integrado al equipo de Marcelo Ebrard, con todo y que Regino se bajó del mismo, quedando como abogado del hoy secretario de Relaciones Exteriores, mientras Mancera continuó en el mismo y actuaba como subprocurador del Distrito Federal, hasta que una fatalidad lo llevó a la titularidad de esa área, cuando Rodolfo Félix Cárdenas fue removido del puesto por el asunto del “News Divine”, en el que murieron doce personas.
Mancera Espinosa pasó sin pena ni gloria por la PGJDF, pero una nueva emergencia lo posicionó hacia el futuro.
Hasta ese momento, el procurador era una figura casi ignorada dentro de los funcionarios de primer nivel del gobierno de Marcelo Ebrard, donde sobresalía Mario Delgado Carrillo (el hoy aspirante a la presidencia de Morena), quien se encontraba encarrillado para ser nominado candidato al gobierno capitalino por el PRD. Su competencia era Alejandra Barrales, quien desde la Asamblea Legislativa disputaba dicha postulación.
La corriente favorable al priismo y el crecimiento del candidato presidencial Enrique Peña Nieto provocó que Marcelo evaluará las posibilidades de sus alfiles Mario y Alejandra, quienes traían una disputa encarnizada y optara por el dócil y hasta entonces desconocido Miguel Ángel Mancera, para encabezar la fórmula perredista a sucederlo.
En compensación, Mario y Alejandra fueron la fórmula senatorial. Fue entonces cuando se produjo el descubrimiento de las grandes cualidades de Mancera. Deportista, atractivo, de gran intelecto, serio, formal, soltero y producto de la cultura del esfuerzo, resultaba sumamente moldeable para toda la estructura puesta a su servicio, pero además un elemento que venció la resistencia de todos, Mancera no era militante de ningún partido, ni siquiera poseedor de una fortuna.
Resultaba ser todo un bombón para tiempos de campaña, surgieron un gran número de posibles parejas que alzaron la mano para acompañarlo en su trayecto y de ahí se desencadenó hasta un romance con quien fue la presidenta del PRD.
El candidato sin partido resultó de gran atractivo, tanto así que venció sin grandes problemas (más de 40 puntos de diferencia) a una desangelada Beatriz Paredes del PRI e Isabel Wallace, sin gran carisma.
Mancera Espinosa se rodeó de sus principales amigos para gobernar y confió en que desde ese cargo podría ser candidato presidencial, donde obraba a su favor su no militancia partidista. Una de sus primeras acciones fue la de investigar todo lo ocurrido con un gran fraude en la construcción de la Línea 12 del Metro, lo que subió de inmediato sus bonos de credibilidad y confiabilidad.
Sin embargo, en el camino se entregó en los brazos de la federación, desde donde le endulzaron el oído sobre sus posibilidades de ser candidato presidencial.
Mancera Espinosa se mareó con los elogios, dejó el gobierno en manos de sus amigos, estableció nexos con otros partidos y no pudo ser candidato presidencial, ya que sus bonos estaban por el suelo, teniéndose que conformar con ser candidato al Senado, donde encabezó la fracción perredista, hasta que ésta desapareció.
Hoy, Miguel Ángel Mancera enfrenta denuncias, acusaciones y señalamientos sobre una serie de abusos cometidos desde el poder por sus principales amigos, donde se le incluye. Se habla de que es poseedor de una gran fortuna que incluyen negocios y propiedades inmuebles en una gran cantidad.
Lejos está de ser aquel político guapo, simpático, formal y se encuentra perdido en el umbral de los senadores mediocres que pululan en el poder Legislativo, mientras desde fuera se espera proceder en su contra.