Frentes abiertos
Armando Ríos Ruiz lunes 28, Sep 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Una señal clara de que al Presidente le importan un bledo los mexicanos, son los frentes que su inclinación por el pleito le obliga a abrir todos los días. Cuando no tiene con quién reñir, inmediatamente busca y desde luego, encuentra con facilidad.
Tiene uno que le preocupa sobremanera. Tanto que no le permite siquiera dedicar su tiempo a resolver los problemas que padece el país y que se multiplican a pasos gigantes, al grado de que, cuando alguien pretenda resolver, que no será él, porque no da importancia más que a imponer sus caprichos, le costará mucho trabajo.
Desde antes de arribar a la Presidencia comenzó a desdeñar y a ningunear al Ejército, al que ahora pretende llenarlo de prebendas y de quehaceres altamente redituables, que requieren de personal de veras calificado. En la jerga mental del que manda, cualquiera es capaz de asumir el cargo que sea. No se necesita especialización. Por eso las cosas están como están.
Paralelamente peleó con los empresarios, con quienes ha mantenido una lucha sin tregua. México ha sufrido las consecuencias porque, gracias a esa actitud, nadie invierte. Los de adentro, porque son los elegidos como frente para la contienda. Los de afuera, porque eso les ofrece una inmensa desconfianza y prefieren buscar otros horizontes dónde arriesgar su dinero.
Abrió otro frente contra los distribuidores de medicamentos, a quienes acusó de boicotear a su gobierno con no abastecerlo para curar el cáncer. Dijo que lo querían doblegar, pero compró en Francia. El caso es que desde el año pasado hasta hoy, hay reclamos por todos lados, porque los niños mueren a causa de la escasez. No hay medicamentos, pero sí mentiras y más mentiras.
La ciudadanía entera delira por la seguridad, debido a la creciente ola delictiva que estremece al país entero y que crece sin control, gracias a una política descabellada que ha alimentado como a animales en engorda. En dos años, los mexicanos, que de por sí se sentían amenazados, sienten que ahora ya están de plano a merced de un gobernante no comprometido e incapaz y por otro, de los criminales que operan a sus anchas y sin control.
Estableció que nadie puede ganar más que el Presidente, que muchos le aplaudieron sin pensar que eso puede preocuparle a cualquiera, menos a él y a sus cercanos. Sólo vivir en el centro de la Ciudad de México le cuesta arriba de seis millones de pesos mensuales. ¿Qué podría faltarle al máximo mandatario, que no pudiera tener con sólo desearlo?
Son tantos frentes, que sería imposible enumerarlos todos. Pero hay uno que lo inquiera sobremanera: las críticas en los medios, a los cuales dedicó un estudio y una mañanera. Quisiera que todos se dedicaran a lanzarle alabanzas por los incontables errores que comete diariamente. Sólo que entre los periodistas que desdeña hay gente culta, pensante, que conoce de los verdaderos problemas que aquejan al país y que quien debe resolverlos no puede por falta de capacidad.
Indiscutiblemente, hay personas más inteligentes, que bien podrían servirle de guías y consejeros, para contener la oleada de pifias en contra de un país. Pero eso no importa. Importan sus huestes de cerebro pequeño -como observó un empresario-, de esos que no son capaces de razonar ni en su beneficio. Que están sólo para aplaudirle hasta las mentadas de madre.
Hizo un recuento de las columnas que contenían ataques, de las que eran neutrales y de las que hablaban a su favor. Abundaron las primeras, que sirvieron para que dijera que en su gobierno se respeta la libertad de expresión. Tan se respeta, que ha pedido cabezas, como la de Loret, la de Brozo y la de muchos otros que han sido despedidos por cumplir con su trabajo.
¿Para qué hablar de los ataques en su contra? Si fuera inteligente ya se hubiera preguntado por qué es quien más los ha recibido desde Madero. Quizá ya habría encontrado la respuesta, que muchos ya conocemos.