Un Anaya de polendas
Freddy Sánchez jueves 24, Sep 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
El ex candidato presidencial panista, Ricardo Anaya, desde que anunció su regreso a las actividades políticas, no deja de recibir fulminantes críticas, quizá en mayor medida que elogios y reconocimientos.
El dedo flamígero en su contra se hizo notar, especialmente, en cuanto surgió la noticia de que la Unidad de Inteligencia Financiera lo sigue teniendo en la mira de sus indagatorias sobre los sobornos dados a políticos en la pasada administración, como secuela de las denuncias del señor Emilio Lozoya.
Cabe mencionar que al realizar el anuncio público de su retorno a los menesteres de la política, sosteniendo al mismo tiempo una dura crítica al gobierno en turno, Anaya se anticipó a lo que no tardó en llegar.
La mención oficial de que se investigan sus ingresos pasados.
Sobre la eventualidad de ser objeto de acoso por parte de la justicia, el propio Anaya manifestó que podría darse lo que a fin de cuentas sucedió.
Queda por saber, naturalmente, si la Unidad de Inteligencia Financiera tiene evidencias sólidas de la acumulación de dinero posiblemente adquirido ilegalmente por parte del panista que renunció a su doble año sabático para reincorporarse a la lucha política electoral o sólo se le investiga su situación patrimonial como uno de varios casos de presunción de posibles actos de corrupción que están pendientes de plena corroboración por parte de las autoridades competentes.
En ese aspecto, es menester señalar aquello que reza el refrán: “golpe que no mata fortalece”.
Y por lo mismo, obviamente, habría que añadir que si las acciones de autoridad con miras a castigar posibles conductas deshonestas del joven Anaya, no se consolidan en ninguna consignación penal ante un juez que lo declare formalmente preso, sujeto a un proceso penal, en virtud a las pruebas aportadas por el ministerio público, el perseguido no sólo quedará a salvo de sanciones penales, sino que estaría ganándose una buena imagen para hacer lo que se propone.
Y es que no hace falta ser un profundo analista para darse cuenta de la causa que motivo al panista a regresar a las tareas político electorales en el país.
Porque, independientemente, de la razón o no que tenga para criticar los resultados de la Cuarta Transformación, su discurso está encaminado a ser tomado en cuenta como un prospecto que pueda contener una vez más en busca de la presidencia de la República, mediante la conformación de un frente unido entre distintas fuerzas de la oposición.
Los que le hayan hecho el llamado a Anaya para que regresara con mentalidad de contendiente presidencial o su propio examen de conciencia sobre sus posibilidades futuras para volver a ser candidato a la primera magistratura, muy probablemente convencieron al que está de regreso, no sólo de ser un actor secundario, sino para competir en los comicios para elegir al sustituto de Andrés Manuel.
En ese contexto, bien podría anticiparse que de resultar una llamarada de petate la persecución judicial del aludido, aparte de no surgir en los opositores al gobierno actual, un candidato capaz de unir a la oposición, el ex panista tendría buenas posibilidades de consolidarse en esa posición o bien cerrar filas y unirse a otro candidato logrando alianzas entre otras fracciones partidistas.
La virtual pulverización que sufrieron en las pasadas elecciones presidenciales, los panistas, priistas y perredistas, los obligan a una posible unión que le pueda ganar la presidencia al partido en el gobierno.
Y para que eso pudiera ser posible, se tendría que contar con un candidato que realmente logre una buena cuota de confianza social.
Que Anaya pueda o no serlo, habrá que esperar para poder verlo.
Y por lo pronto, hay que constatar si el ex candidato presidencial panista entró a “la guerra sin fusil” o está sobrado de recursos para afrontar las presiones que implicará estar sujeto a una persecución judicial, lo cual amerita que salte a la palestra política electoral un Anaya de polendas.