Frente a los periodistas
Armando Ríos Ruiz miércoles 23, Sep 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
De acuerdo con la manera de razonar del Presidente, los mexicanos que se manifiestan en su contra no quieren el cambio y desean con vehemencia regresar al pasado. Esto se traduce como la idea de un hombre que cree fehacientemente, que es la perfecta solución frente a la cual no hay otra. Es el ideal que no admiten muchos, porque perdieron sus prebendas.
Tiene un calificativo para todo. Los periodistas y los intelectuales perdieron el “chayote”, dice. Pero no habla de los que ahora lo tienen. En el mundo de la información se conoce que ahora hay predilectos, entre quienes reparte una verdadera millonada todos los días. La estrella actual es un diario a punto de morir el sexenio pasado, rescatado por el insufrible Enrique Peña Nieto, con varios cientos de millones de pesos inyectados para evitar su desaparición.
No hubo un ápice de agradecimiento y ahora está completamente al servicio de su mandatario, a quien le prodiga aplausos diariamente. Los simpatizantes que no ven más allá de su nariz, ningunean, descalifican a los demás, porque hacen lo único que saben hacer: imitar, como los monos. Si el Presidente mienta madres, ellos también. Si aplaude, ellos también.
Tiene ahora a sus incondicionales que acuden diariamente a sus conferencias matutinas a formular preguntas cómodas a cambio de un sueldo. Personas como Carlos Pozos, conocido como “Lord Molécula”, cuya falta de neuronas, de rubor y de personalidad salta a la vista, son ahora dignos de títulos honoris causa, para vergüenza de México.
Este individuo, por ejemplo, pasó muchos años de su vida en el intento de ser periodista. Ningún medio lo acogió por su evidente falta de los conocimientos mínimos para el caso. Entonces decidió dedicarse a la venta de publicidad para los mismos. Lo otro exigía talento y hasta un poco de cultura.
Ahora, igual que otros, es objeto de distinciones y hasta participa en un programa pésimo y ridículo en las redes sociales que nada tiene de periodístico. Ésos son los que le hacen el caldo gordo, nada más y nada menos que al Presidente de México. Otra vez, para vergüenza de este país.
En otras latitudes, en Estados Unidos y en Europa, se observa atentamente lo que aquí acontece. Se publica la enorme lástima que sienten, cuando todos los días se usa la más importante tribuna para lanzar denuestos y descalificaciones en contra de los críticos, que existen en todas las democracias.
El Ejecutivo no es capaz de pensar sobre lo que deseábamos muchos: un cambio, pero no el que él plantea, de caminar seguros a la dictadura y que tampoco ven sus simpatizantes, aun cuando existan signos inequívocos. Basta abrir los ojos de la inteligencia para descubrirlos. Están demasiado claros.
Lo que muchos deseábamos y deseamos, es acabar con la partidocracia, que convirtió los partidos en empresas que generan excelentes ganancias para sus dirigentes y que muy pronto se prostituyeron para ofrecer cargos de elección popular cuyo precio varía entre los primeros y los últimos lugares, cuando se trata del reparto de posiciones plurinominales.
Deseamos avanzar, no un retroceso que en todo caso, coloca al mandatario como un abierto conservador, que piensa en el México de un solo hombre, en el México de hace más de cincuenta años y en algunos casos, en un México del siglo antepasado. Pero carece absolutamente de visión de futuro.
Es más, carece de visión para todo y de algo que es indiscutiblemente necesario para un político, del ingrediente más codiciado: de sensibilidad.
Ha sido capaz de alejar de su entorno a la gente más valiosa de este país, con descalificaciones que lo hacen ver demasiado pequeño frente a ellos, para suplirlos con unos verdaderos mentecatos de mente obtusa, que apenas saben leer para hacer las preguntas que les dictan.
Eso no hace más que reflejar el verdadero tamaño de un mandatario.