Un 15, atípico
Armando Ríos Ruiz viernes 18, Sep 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Este 15 de septiembre fue atípico, igual que todo lo que ocurre desde que hay nuevo Presidente en México. O al menos eso creemos muchos, a pesar de que, extrañamente, el país camina como por inercia, sin que se sienta que alguien está a cargo del timón.
(Lo que nos hacen sentir todos los días, es que en Palacio Nacional vive alguien que diariamente arremete contra todos los frentes que considera enemigos porque piensan diferente a él, a quienes ha bautizado de neoliberales, conservadores y con otros adjetivos peyorativos. Un individuo preocupado por enemistar a los mexicanos, a quien, por cierto, nada le resulta).
Pero sí resulta que el Jefe del Ejecutivo realizó la rifa de un avión sin avión. Dio El Grito de Independencia al pueblo de México, sin pueblo. La Plaza de la Constitución se llenó de luz y sonido para los visitantes, sin visitantes. Se insistió en el juicio a ex presidentes, sin posibilidades de enjuiciarlos.
Pero la farsa tiene que continuar, como emulación a los actores, que contra viento y marea tienen que continuar con el número que representan en las obras de teatro. En el terreno político, hay que proseguir con la mentira para los creyentes en un ser “superior”, que hace las veces de Presidente de un país y que sabe que tiene anonadado a un buen grupo de seguidores, mientras por otro lado también se dejan escuchar maldiciones y dicterios en su contra.
El cambio fue diametral con el año anterior, cuando el primer pandatario dio el primer grito, al que le agregó vivas que en la oportunidad de quedar bien, algunos columnistas observaron como “grito genial”. ¿Un grito puede exhibir genialidad? Los corifeos no se miden, cuando quieren que quien gobierna voltee a verlos y a sonreírles para sentirse en su gracia.
En esta ocasión, hubo 20 vivas a todo lo que previamente había imaginado el émulo del cura de Dolores, en un Grito que no existió y a un repicar de la campana que hizo escuchar la madrugada del 16 de septiembre, hace 210 años, el sacristán, no Hidalgo; actitudes que fueron modificadas por diferentes circunstancias, a través de la historia, para acabar en una fiesta popular de mexicanidad y de identidad con nuestra patria.
El Zócalo capitalino, como se conoce a la plancha frente a Palacio Nacional, fue resguardado con casi tres mil policías, elementos del Ejército y un helicóptero que sobrevolaba vigilante, para evitar el asentamiento, como en otros años, debido a las observaciones de obediencia a las normas sanitarias impuestas por la pandemia. Hubiera bastado con acordonar la zona y ahorrar el gasto en el desplazamiento de militares y otros uniformados, para los programas sociales.
Por otro lado, volvió a rifarse el avión presidencial, que no será entregado a los 100 ganadores, en una rifa curiosa, en la que el gobierno instó a todas sus dependencias a adquirir los boletos, a razón de 500 pesos y luego a donarlos a hospitales, principalmente. Como si un servidor rifara un reloj; yo mismo compro los boletos, los regalo a mis hermanos y alguien gana, pero no lo entrego porque no es mío. Le doy mejor dinero a cambio.
En este caso, ya transcurrieron dos años de anunciarse que el avión presidencial, símbolo de la corrupción del pasado, se venderá. Que ya apareció un posible cliente que nadie conoce y que ofreció 10 mil dólares menos y que mejor se rifará. Ya se rifó dos veces y ahora se insiste en su venta porque es rentado, mientras los chairos permanecen con la boca abierta, en espera de algo.
Éstos insisten frente a quienes lanzan críticas duras: “¡es que no lo dejan…! ¡Déjenlo…! Cuando todo mundo sabe que ha aglutinado más poder que nadie en la historia de México. ¿Quién no lo deja? ¿No ha realizado acaso consultas populares con una veintena de acarreados, a quienes previamente adoctrina para que no caigan en una posible equivocación?
¿No acaba de someter a consulta el enjuiciamiento de ex presidentes, cuando basta con que el Ministerio Público cumpla con su tarea?