México Libre, en segunda instancia
Ramón Zurita Sahagún lunes 14, Sep 2020De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Sin duda, la consternación más grande de los partidos políticos rechazados por el INE resultó ser la de México Libre, el partido fundado por la familia Calderón Zavala, cuya paternidad se adjudica al ex presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Indignados por la negativa del Instituto Nacional Electorales de darles el registro y poder participar en la contienda electoral del próximo seis de junio y cuyo año electoral ya inició, la dupla Calderón-Zavala busca que el propio INE revoque la sentencia del Consejo General del instituto que los privó de tener el registro necesario para poder competir.
Y es que el matrimonio Calderón Zavala se encontraba seguro que pasarían sin grandes dificultades la aduana del INE y podría integrarse a los 8 partidos que cuentan con el aval para participar en el próximo proceso electoral federal.
Margarita se encontraba lista para asumir la dirigencia del partido y Felipe para mover los hilos de la madeja electoral y convencer a legiones de panistas para integrarse al naciente partido e incluso atraer a personajes sin militancia o con ella en otros organismo políticos.
La confianza mató al gato, reza el viejo adagio y Felipe estaba seguro de que el nuevo partido sería atractivo para los ciudadanos y arrojaría resultados favorables para México Libre.
Tan seguros estaban de ello que en su cabeza bullía la idea de llevar nuevamente a Margarita Zavala a una nueva candidatura presidencial con grandes posibilidades de competir con los candidatos de otros partidos.
Nada que ver con aquella fallida aventura emprendida en 2017 y que derivó en una candidatura presidencial independiente que no movió a nadie y que fracasó terriblemente con el triste papel desempeñado por Margarita en el primer debate presidencial.
Una Margarita con mejor imagen y más preparada con un Felipe más filoso, sería la combinación idóneo para entrar en la competencia del 24 y enfrentar a los prospectos de Morena, priistas y panistas, entre otros, pero ya no bajo el concepto de independiente, cuya marca desperdició el llamado “Bronco”, Jaime Rodríguez Calderón.
Los Calderón Zavala irán hasta las últimas instancias, tocando las puertas que sean necesarias, hasta agotarlas, en su propósito de que Margarita cuente con su partido y que este se convierta en una opción ciudadana.
Hay quienes comparan al partido de la familia Calderón Zavala con los de Dante Delgado, Jorge Emilio González y Alberto Anaya que terminan siendo de su propiedad y quedan reducidos a comparsas, obteniendo migajas de los partidos grandes y eventualmente alguna gubernatura, que les dan como premio de consolación a uno de sus militantes.
Felipe y Margarita niegan seguir esa tendencia y aunque Felipe es el gran estratega de las ideas que pregona Margarita, no se advierte la forma en que podrían contender con los partidos consolidados y evitar ser relegados a la llamada “chiquillada”.
No se ve como harían dicha dupla para atraer a la clientela electoral, en el caso de obtener el registro, ya que si bien Felipe es el único opositor que le planta cara al Presidente, Margarita no tiene los mismos tamaños para ello.
Se requiere que Margarita asuma posiciones más fuertes, se muestre como una política atractiva para los electores, ya que su figura no resalta una buena imagen, que convenza a la ciudadanía con un lenguaje más directo y una voz que resuene en los oídos de los votantes.
Si Felipe quiere convertir a Margarita en un producto atractivo para los electores, lo primero que tendría que hacer es recordar la forma en que él mismo consiguió ser candidato presidencial, con todos los pronósticos en contra, sin importar que no era el candidato del presidente Fox y mucho menos de la nomenclatura de su partido, donde Santiago Creel, era visto como el favorito.
Por lo pronto, Felipe deberá seguir siendo el contestatario del Ejecutivo federal, ante la pasividad de los principales dirigentes de los partidos políticos con registro nacional y continuar jugando con el papel de víctima del sistema, algo que le funcionó en el pasado.