Obedecieron consignas
Armando Ríos Ruiz lunes 14, Sep 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Hace unos días, consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) decidieron encontrar irregularidades en seis organismos que buscaban registro para contender en las elecciones del año entrante. Sólo uno, el otrora Partido Encuentro Social, que hace dos años se coaligó con Morena, hoy denominado Partido Encuentro Solidario, logró ese cometido.
El ex presidente Felipe Calderón, propietario de uno de tantos, el denominado partido Libertad y Responsabilidad Democrática, mejor conocido como México Libre, ha denunciado públicamente y prometió lo haría ante las autoridades competentes, la negativa de que fue objeto por parte de los consejeros, que lo dejaron con ganas de contender en las elecciones del año entrante.
Aseguró que éstos fueron objeto de presión por parte del Presidente de la República, quien a su vez festejó desde las sombras de un robusto árbol de su rancho tabasqueño, que esa organización política fuera rechazada y quedara fuera de competencia en 2021. Inclusive aconsejó al ex mandatario manifestarse en las calles, como él lo hizo infinidad de veces.
Los consejeros también negaron haber sido sometidos a presión alguna y afirmaron que simplemente encontraron irregularidades en la conformación de todas las instituciones políticas y por ello negaron los registros correspondientes. Como siempre, en nuestro país, los políticos no son capaces de hacer nada irregular, hasta que se comprueba lo contrario.
Éstos dieron su veredicto llegado el momento y dejaron con un palmo de narices a los competidores, que jamás pensaron en el rechazo, por su cercanía con el primer mandatario. Tal ocurrió, por ejemplo, con la profesora Elba Esther Gordillo y familiares. ¿Quién podría comprobar la obediencia de los funcionarios del INE? Simplemente no es posible.
Esto me recuerda las candidaturas independientes, que nacieron sólo para dar un tinte de democracia a los momentos electorales, pero con la idea de sólo hacer ruido, destinadas a perder y a echar a perder. Las cantidades de dinero ofrecidas a éstos fueron ridículas frente a los numerosos millones de pesos que se otorgaron y se otorgan a los partidos, convertidos en empresas que dejan jugosas ganancias a los dirigentes. Por ello los pleitos por dirigirlos.
En aquella ocasión, participé activamente en la consecución de firmas para avalar la candidatura de un aspirante. Muchos amigos hicieron lo mismo. Realizamos reuniones por todos lados y aprendimos a manejar una aplicación en el teléfono móvil, que incapacitaba cualquier trampa.
Sencillamente no era posible falsificar ningún documento. Sí fotografiar copias de credenciales para votar, pero no falsificarlas, porque la misma aplicación rechazaba inclusive por numerosas razones, las auténticas. Era imposible pues, recurrir a la falsificación.
Mi candidato fue acusado de incurrir en esto, en la falsificación. Inclusive preguntó en el INE a una funcionaria, si una credencial que llevaba en la mano estaba registrada de manera irregular. Consultada la computadora, apareció como falsificada. El dueño estaba presente y la empleada quedó muda.
Yo pregunté a un pariente que prestaba sus servicios en esa institución, en qué calidad se encontraban las credenciales mía, de mi esposa, de mis hermanos y de casi un centenar que personalmente registré y todas aparecieron como falsas, de acuerdo con el dato que me proporcionaron.
Algunos columnistas, como uno que aparecía a cuadro, se aprestaron a llamar tramposo a mi candidato, sin haber empleado el mínimo esfuerzo en una breve investigación. Creyeron sin más ni más en la mentira. Hoy lamen botas.
Los consejeros del INE se prestaron a consumar la trampa. Ellos fueron los que consintieron en denostar a los competidores que se quedaron en el camino. ¿Cómo no creer en que volvieron a hacer de las suyas?