Septiembre, mes de la Patria
¬ Mauro Benites G. jueves 10, Sep 2020Municiones
Mauro Benites G.
Mi generación en nuestra formación escolar crecimos con el buen sentimiento de que septiembre era el mes de la Patria y que era el mes de reiteración de honores a nuestro lábaro patrio, a nuestros héroes que nos dieron patria y escuchar nuestro Himno Nacional con más fervor que el resto de los meses del año. Y es que el amor a la Patria es un sentimiento y por eso los mexicanos cantamos la letra de un himno de guerra sin darnos cuenta, con precisión, del contrasentido que eso significa.
Ya muchas veces los mexicanos, un sector de ellos, al menos, hemos intentado ver el trasfondo de este fenómeno social, que no es sino pura emoción. El hombre que se recoge en sí, tiene presente el ambiente en el que vive, el clima social en que se desarrolla su vida, su mujer, sus hijos, sus padres, hermanos, y todos los mexicanos en general, y es indudablemente que es cuando menos desea que la tierra retiemble al sonoro rugir del cañón. En realidad, la letra del himno fue frangollada cuando López de Santa Anna “su alteza serenísima”, era el aberrante gobernante de México (durante 11 periodos diferentes) y toda la farsa que fue su existencia, está reflejada por González Bocanegra en la literatura del himno, que se habla en una de las estrofas del “guerrero inmortal”, refiriéndose al actor de opereta que fue Santa Anna. Cambiar la letra del himno para ajustarla a la realidad de nuestro país sería una buena tarea en la que el mundo oficial no ha parecido interesado. Y, por supuesto, casi todas las gestas que recordamos y celebramos son hijas de las derrotadas que por naturaleza un país débil y originalmente heterodoxo tenía que sufrir. No ha faltado quien pretenda investigar el nombre verdadero del asesino de los Niños Héroes, que los mandó enfrentar al ejército invasor norteamericano, siendo en realidad niños, ni quien le reproche al general Anaya el que, sabiendo que no tenía parque, se hubiera quedado en Churubusco cuando la más elemental lógica aconsejaba movilizarse. Pero no se trata de molestar haciendo ironía con estos temas, si no de considerar lo absurdo de muchas situaciones. México, nuestra Patria, es maravillosa precisamente porque nos ha brindado la única posibilidad en el mundo de desarrollar una larga vida sin tener que derramar sangre, sin la terrible necesidad de matar o morir por medio de la violencia. Esto antes de entrar a este siglo XXI, ésta es la verdadera grandeza de la “Patria impecable y diamantina”, que dijo el maravilloso Ramón López Velarde, el insigne poeta zacatecano, profundo y aéreo al mismo tiempo y sin duda el más alto que ha dado el país.
La maravilla de México del siglo pasado, que cada año vivíamos entrañablemente y que durante toda la vida gozamos casi sin darnos cuenta de ello, es que era una maravilla y es que pudimos haber llegado a la mayoría de edad como país, gozando de la vida de la gente con armonía y paz garantizada por la ley que estaba hecha de costumbres, de buenas costumbres. Por eso, en la actualidad la inseguridad en el país y sobre todo en el Ciudad de México que priva la vida del mexicano es de “terror”. Y por eso se sufre desesperación y angustia. Es tal nuestra desesperación de los habitantes de la capital de la República que pensamos ya -no obstante que faltan cuatro años para el relevo de esta pesadilla- que la próxima elección federal tendrá que resolver ese problema y todos los preparativos que hagan serán para cumplir con el terrible compromiso de dar paz, tranquilidad y orden a los habitantes de este país. Toda esta situación que vivimos no es comparable con lo que vivimos el siglo pasado, nuestra esperanza es regresar a esa paz y tranquilidad. Eso es lo que debemos agradecer a los constructores de nuestro país del siglo pasado.