México, a temblar
Freddy Sánchez jueves 3, Sep 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Al quedar abiertas las cámaras legislativas, igual se abren distintas expectativas.
Dos en particular: la esperanza de que se legislen buenas leyes en beneficio de la sociedad y, por el contrario, que se abran las carteras de los codiciosos para que se aprueben normas legales a modo de mezquinos intereses económicos de ciertos grupos poderosos en el país o incluso provenientes del extranjero.
Lo segundo, porque la supuesta corrupción que pudiera haberse dado y seguir persistiendo entre legisladores, hace creer que el mal de manipular conciencias entre los que legislan, difícilmente se podrá erradicar.
Por eso entonces, es de temer que ciertas leyes que se aprueben en el actual periodo legislativo podrían ser desaprobadas en el futuro como sucede en el presente, a cargo de legisladores interesados en corregir lo que sus antecesores en los cargos de elección popular aparentemente legislaron para atender exigencias de grupos económicos y políticos que de plano “los compraron”.
Una hipótesis que puso al descubierto diversas maniobras de la corrupción que en apariencia influyeron para la aprobación de la reforma energética y demás leyes de alto calado que se presumieron como grandes avances legales en beneficio de México y que, por lo que ahora se dice, en realidad se trató de confabulaciones legislativas contra la nación.
Es de aclarar, naturalmente, que entre lo que se afirma y lo que se ha logrado probar, con relación a los actos corruptos de legisladores en el periodo legislativo anterior, queda claro que hay una amplia distancia, pero lo dicho ha quedado dicho.
Y eso, inevitablemente, influye en las suspicacias sociales incitando la idea de que si los legisladores se corrompieron en el pasado para complacer a grupos de poder, lo mismo exactamente podría ocurrir en el presente.
De tal modo que la sospecha de corrupción en el manejo de las cámaras legislativas alienta la desconfianza en los legisladores, independientemente del partido que representen.
Es por ello, que los diputados y senadores tienen la obligación de demostrar qua cada una de las reformas legales que se proponen realizar en el actual periodo ordinario de sesiones, de ninguna manera responden a consabidos afanes de complacencia entre actores de primer nivel en el gobierno central, los gobiernos estatales y, por supuesto, hombres de negocios.
Lo que se denunció como una descarada intromisión de intereses particulares en la pasada legislatura, bajo el supuesto de haberse repartiendo “toneladas” de dinero entre legisladores para que aprobaran leyes a conveniencia de grupos empresariales, independientemente de cuanta verdad haya tenido o no lo denunciado, obliga a ver con recelo cuanto se apruebe en el ciclo legislativo actual.
Sobre todo, en asuntos que evidentemente pueden significar un perjuicio a la sociedad como sería el caso de la desaparición de organismos autónomos que según la creencia popular fueron constituidos como contrapeso del poder público para evitar omisiones, abusos o desatención en asuntos de interés colectivo.
De ahí, que las reformas legales encaminadas a desposeer a la gente de cualquier instrumento supuestamente creado para su beneficio, requerirá de la demostración de que los cambios a realizar, se traducirían en mejorar los medios de solicitud a la atención de sus demandas que la sociedad tiene a su disposición con los organismos independientes.
Y lo mismo se puede decir, en relación con la modificación o aprobación de nuevas leyes para que la gente tenga la certeza de que aquello que se legisle tendrá por objeto favorecer los intereses sociales y de ninguna manera crear condiciones propicias para dar cabida a voluntarismos políticos en perjuicio de la población.
La apertura pues de un periodo ordinario de sesiones en las cámaras legislativas será algo bueno en tanto no se aprueben normas inmorales, draconianas o abusivas que pongan a México a temblar.