El que no arriesga, no gana
¬ Sócrates A. Campos Lemus miércoles 2, Sep 2020¡Que conste,.. son reflexiones!
Sócrates A. Campos Lemus
LA VERDAD DE LAS COSAS ES QUE PARA MÍ, SEPTIEMBRE ES UN GRAN MES, FESTEJARÉ MIS 76 AÑOS EL DÍA 13 DE SEPTIEMBRE, AL IGUAL QUE EL DÍA DEL LOCUTOR, DONDE EN LA ASOCIACIÓN NACIONAL DE LOCUTORES DE MÉXICO, QUE PRESIDE ROSALÍA BUAÚM, SOY EL VICEPRESIDENTE; EL DÍA OCHO, CUMPLE AÑOS MI HIJA TANIA Y EL CATORCE, CUMPLE AÑOS MI HIJA KARISMA, EL QUINCE DAMOS EL GRITO Y TOMAMOS LOS TRADICIONALES TEQUILAS, MEZCALES Y COMEMOS TAQUITOS, EMPANADAS, TLAYUDAS Y POZOLE… y ¡VIVA MÉXICO”…
Cuando estaba en formación en primaria, prevocacional, vocacional y profesional siempre tenía una enorme nostalgia por el campo, me encanta que las ramas y los pastos se llenen también de flores y olores y esa distancia que nos permite ver los cielos encapotados o azules y estrellados, me encantan los olores y los sonidos del campo y como tenía que vivir en espacios reducidos en vecindades y edificios pues era una enorme falta lo que sentía en mi vista y en el corazón. Muchas veces he comentado con amigos sobre esto, algunos citadinos no entendían de lo que se habla y otros queriendo borrar los días difíciles y empobrecidos no quieren recordar esas raíces.
Hace algunos, años comentando con don Pascual, un viejo campesino, recio y respetable, de bigote enorme y portando sobrero de campo, con sus manos callosas y con muchos hijos, le preguntaba la razón por la que aun teniendo algo de recursos no permitía que alguno de sus hijos fueran a estudiar a la ciudad, él se quedó pensando y me contestó: “Pues sí, sería bueno mi “alicenciado”, pero la verdad es que al paso del tiempo la experiencia me ha dicho que si quiero perder a los hijos los debo mandar a estudiar, se vuelven catrincitos y se avergüenzan de sus padres y miserias y se enojan cuando uno anda de huarache y jodiendo en la yunta o comiendo las tortillas con sal. Sí, la verdad es que he visto a muchos jóvenes a los que sus padres pagaron y sudaron por mantenerlos estudiando que cuando terminaron ya no volvieron y se apenaban y avergonzaban de tener esos orígenes que nos brinda la madre tierra, la verdad es que no queremos perder a los críos y por eso no los mandamos”.
Uno de los críos de don Pascual, protegido por sus hermanos y hermanas y por la madre que le adoraba, se rebeló y se fue sin ayuda ni permiso a estudiar como ingeniero agrónomo a Chapingo, jamás en muchos años regresó a su pueblo y a escondidas, don Pascual lloraba al recordar a Jonás, ese chico de sonrisa fácil que le hacía tanto reír con sus ocurrencias, no preguntaba si escribía o se sabían de él hasta que un buen día, Jonás llegó al pueblo y entregaba al “tata” un hermoso cuadro con su diploma de graduado para que le colgara en su recámara, el viejo vio el cuadro por mucho tiempo y al lado de la madre le dijo a ella que por qué no le había contado de cómo andaba Jonás porque ellos sí sabían de él y lloró, lloró mucho y abrazó al crío al que extrañaba y después de unos meses, Jonás llegaba como gerente del banco agrario de la región y con afecto y amor mantuvo su postura de honestidad y de apoyo a los campesinos a los que conocía porque conocía sus duros tiempos y sus sueños y esperanza, su ruego para el agua y sus pleitos por los precios y esto llenaba de orgullo a don Pascual que llevaba grupos de compadres y amigos para que solicitaran los créditos e incluso los amenazaba de que si no los usaban y pagaban, él, personalmente, les iría a partir la madre porque no podían fallarle a su crío y la zona prosperó.
Al paso de los años un buen día caí por ahí, le llevaba alguno de los libros a ese viejo que me brindara su amistad y afecto, y me enteré de la historia y entonces le pregunté por qué ese cambio y me dijo: “Pues la neta cada día rogaba y rogaba al cielo para que el Jonás regresara al nicho y se escucharon mis ruego y me llenó de orgullo que se formó en la soledad, como las semillas cuando se entierran en buena tierra y salen a dar sus frutos y logró llegar como ingeniero agrónomo y nos ayuda y apoya y nos trae en joda para cambiar las cosas y yo lo apoyo. Pues sí, me equivoqué y ahora sé que como los perros finos no se cagan dentro de la casa, los buenos hijos jamás le faltan a la misma y siguen apoyando a los viejos y a los suyos y no se avergüencen sino que salen con valor a dar la cara, hoy por eso, varios de los críos de mis hijos, mis nietos, se fueron en grupo a estudiar de muchas cosas y pues regresarán porque hay buena tierra y raíces grandes que les dan valor y fuerza en la vida, Pues sí, me equivoqué por mucho tiempo, pero ahora la vida me dio la lección más grande mi “alicenciado” y lo invitó a tomar un buen trago de algo que a mí no me gusta, pero que le dicen ron y acepte a condición de que lo cambiara por un mezcal que por ahí tenía guardado para las buenas ocasiones”.
Hoy vemos a muchos jóvenes y niños sufrir porque no van a la escuela, se quedan en casa y esperan a que no se vaya la luz, que el internet sirva y que además entiendan lo que se dice en la televisión y no hay forma de subir la calidad de la enseñanza y por esa razón cuando los maestros dicen que ellos van por las clases o cuando menos estar ahí en los salones para esperar a los que se les deben explicar las cosas, pues sabemos que a pesar de todo tenemos educadores de calidad humana que no olvidan su misión ni su pasión. Me sorprendía cuando llegando al zocalito del pueblo acompañado por don Pascual para tomar una nieve y descansar bajo los palos viendo pasar el tiempo y la gente y escuchando a los zanates en su ruidoso anochecer, vi que un grupo de niños acompañados y portando sus cubrebocas y sus cuadernos llegaban a un patio del palacio municipal y se prendía una enorme televisión que donara Jonás y su familia para la educación y vi de reojo al viejo sacar el paliacate y secarse las lágrimas que salían al ver ese evento, y me dijo, pues sí mi “alicenciado”, “hay veces en que cagamos el palo, pero hay que limpiarlo y dar otra muestra de que se pueden arreglar las cosas y volver al buen camino… como en la siembra, hay semillas que florecen y otras que no, pero siempre son menos las que se joden y por eso siempre, el señor Dios, nos da el sustento y la comida, hay que arriesgarle porque si no, no se gana”.