El PRIAN y su historia
¬ Edgar Gómez Flores martes 1, Sep 2020Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
Hemos escuchado, desde hace algunos años en México, de forma peyorativa, el nombre PRIAN; es decir, la fusión de dos partidos mexicanos; el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN). Sin embargo, entender la historia de esta fusión o de la interpretación de esta fusión requiere un análisis más a fondo. Esto, porque partimos de dos partidos antagónicos (la antigua derecha e izquierda mexicana) que en algún momento, desde el punto de vista de un sector de la sociedad, se unieron.
Sobre esto, Plutarco Elías Calles fundó el Partido Nacional Revolucionario (PNR), el cual posteriormente evolucionó, en el sexenio del General Lázaro Cárdenas, al Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y por último, en el período del presidente Manuel Ávila Camacho, tomó el nombre que conocemos actualmente, el PRI. En estas transformaciones este partido logró consolidarse con base en tres grandes sectores; el sector obrero; en la Confederación de Trabajadores de México (CTM), el sector campesino; en la Confederación Nacional Campesina (CNC) y el sector social urbano; en la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP). Por otro lado, el PAN nació, en 1939, desde un movimiento ciudadano intelectual creado para combatir la centralización del poder posrevolucionario. El postulado neoliberal, lo mantuvo el PAN desde sus Principios de Doctrina, donde se impulsaba una economía moderna con base en las reglas del mercado. Así luchó este partido, durante 50 años para posicionar su ideología económica y política en la agenda pública de nuestro país. Fue hasta la llegada de Carlos Salinas de Gortari en 1988 quien, con una legitimidad cuestionada por el triunfo aparente del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, entonces opositor de izquierda, decidió abrir su abanico negociador y por convicción propia también, incorporó parte de los principios panistas a su agenda de gobierno; introdujo a México al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, junto con Estados Unidos de América y Canadá; dio autonomía al Banco de México para regular una política monetaria independiente del Gobierno Federal e inició la desregulación del mercado cambiario.
Es en este sexenio, en paralelo con las negociaciones políticas de estos partidos, cuando el PRI da un vuelco hacia el neoliberalismo y a la modernidad propuesta por Acción Nacional. Es con estas decisiones que la sociedad empieza a ver un matrimonio, legislativo y político. Es en este momento donde el PAN ve consolidada su obra, principalmente la económica. Por otro lado, el PRI salinista, con la necesidad de contar con un apoyo de oposición, en un contexto de falta de legitimidad, cede posiciones políticas en el Congreso, en los estados y en los municipios.
Por todo esto, el PRIAN no debe verse como un matrimonio, sino como la transformación del PRI hacia valores distintos a los de su constitución. El presidente Salinas y su sucesor, el presidente Zedillo tuvieron que hacer malabares para explicar a sus sectores: obreros, campesinos y populares que las ideas neoliberales también podían convivir con las ideas de izquierda revolucionarías.
Este matrimonio político, tuvo una pausa de 12 años durante el sexenio de Vicente Fox y Felipe Calderón, ambos postulados por el PAN. Esto, porque, para mantener el control político, el PRI regresó a su ideología de izquierda y de primera mano detuvo la reforma tributaria que Vicente Fox esperaba impulsar con la eliminación de la exención del Impuesto al Valor Agregado a medicinas y alimentos. De ahí la reforma que pretendía consolidar el PAN fue detenida. Sin embargo, con la llegada nuevamente en 2012, ahora a manos del presidente Peña Nieto, el PRI retoma su agenda neoliberal panista, en el Pacto por México y propone las reformas “de gran calado” en educación, energía (suprimir el monopolio de Pemex y CFE), política y la laboral.
Ahora, en pleno gobierno de la cuatroté es necesario que cada fuerza política dé claridad al electorado de su ideología económica, política y social. El país ha cambiado, el origen de cada partido ha evolucionado y es necesario que den a conocer las políticas públicas que se abanderan. En el caso actual del partido del presidente de México, y sus aliados, queda claro que repartir dinero a clases bajas, apoyar presupuestalmente a CFE y Pemex y mantener sus proyectos insignia, son las herramientas de política pública (si se pueden llamar así) con la cual se presentarán a las urnas. Sin embargo, el PAN debe dejar en claro que su agenda neoliberal es la que propuso en 1939, apoyó durante 30 años y seguirá impulsando. Mientras tanto el PRI debe definir su camino hacia el centro democrático. A partir de ahí la batalla será justa para los partidos políticos y cierta para los ciudadanos. Caso contrario encontraremos un nuevo galimatías en las urnas y en los gobiernos, tanto el federal como los locales; y pasaremos de un PRIAN a un PRIMOR o algún otro matrimonio político fallido.