Chiquillo farsante
Alberto Vieyra G. jueves 27, Ago 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Parece un pigmeo a la sombra del gigantesco avión presidencial que tiene una altura de 17 metros. Pero para no verse tan diminuto y acomplejado, AMLO echó por tierra su orgullo y se subió al polémico avión, nomás para sentirse por momentos juan camaney, a pesar de que juró y perjuró que jamás se encaramaría en esa bestia de la monarquía. Pero ya ve usted cae más fácil un hablador que un cojo y en menos de lo que canta un gallo, AMLO recorrió la panza de la bestia y simulando grabar un promocional para los “cachitos” de la Lotería Nacional, le quitó los reflectores al accidentado regreso a clases por televisión y desvió la atención de las más de 60 mil muertes de la catástrofe que a su paso a dejado el coronavirus en México.
Pero mire usted, que chistosos y contradictorios somos los seres humanos, pues AMLO al verse tan diminuto bajo el avión presidencial lo traicionó su subconsciente y se comparó con el borrachín Felipe Calderón a quien AMLO llamo “acomplejado” y con ello nos dio a conocer la magnitud de su odio que siente contra el Felipillo, a quien no baja de haberle robado la elección presidencial del 2006, aunque hasta hoy no ha ofrecido ninguna prueba sobre tal fraude electoral. ¿Qué le parece ese farsante chiquillo?
De todos modos, AMLO se ve muy chirris bajo el avión presidencial, como seguramente se ve tan pequeño en Palacio Nacional o sentado en la silla presidencial que por lo visto le quedo muy grande. AMLO está obsesionado con Calderón. Seguramente ha de tener pesadillas con él, pues a Benito Juárez lo ha mencionado en menos de 2 años más de 150 veces y a Felipe Calderón alrededor de 170 ocasiones. Ese récord lo lleva a la perfección el politólogo Luis Estrada.
Aunque se ve tan chirrris bajo el avión presidencial, el aparato comprado por Felipe Calderón y heredado a Enrique Peña Nieto, así como el video escándalo de Lozoya, se han convertido en dos cortinas de humo que AMLO usa para tapar su pequeñez y el desastre de desastres al que ha llevado al país: Desastre económico con un desplome de más del 10% del PIB, desastre de salud pública con más de 60 mil muertos por el coronavirus, de ineptitud gubernamental para poner a raya a las bandas criminales, haciendo ver a su gobierno como un gobierno blandengue que se traduce en un monstruosos vacío de poder, por no poder e ingobernabilidad, que hoy se ve en Sonora, donde un grupo indígena mantiene tomadas las vías del ferrocarril desde hace 20 días; no hay gobierno y de pilón, el desastre educativo que ha dejado al descubierto que casi 14 millones de niños en el país no regresaron a clases porque no tienen televisión, y menos la infraestructura para el internet.
Pero como parte del caso Lozoya, AMLO ha tomado la bandera de la simulación política y la corrupción con el cuento de enjuiciar a los ex presidentes de México mediante una consulta pública, o patito, como las que acostumbra ilegalmente AMLO, pero la cosa no es tan fácil ¿Por qué? Por muchas razones. La primera de ellas es que la Suprema Corte tendría que decir si va o no va, porque legalmente Emilio Lozoya ya incriminó a Carlos Salinas, Felipe Calderón y a Enrique Peña Nieto, a quien AMLO no desea tocar ni con el pétalo de una rosa por aquello de los acuerdos supersecretos para la entrega del poder a AMLO en 2018. En segundo lugar, muchos de los delitos de los que habla AMLO ya prescribieron y de acuerdo con el artículo 14 de la Constitución, sólo se puede perseguir a un ex presidente si hay una denuncia penal, como en el caso Lozoya. Así que tiene que ser la Fiscalía General de la República la que persiga las denuncias formuladas por Lozoya. La consulta de AMLO es pura farsa, pura palabrería, puro jarabe de pico para asustar con el petate del muerto a la llamada “mafia del poder” y para endulzar los oídos de sus adictos que quieren ver sangre, como en el circo romano. El video de Lozoya no tiene ningún valor jurídico, es sólo una llamarada de petate para que AMLO esconda los muertos por la pandemia del siglo y la catástrofe de catástrofes en la república y de paso, evitar que Morena muerda el polvo en las próximas elecciones federales de 2021.
Por ahora nos queda muy claro que AMLO es un hombre astuto, aunque pequeño se vea bajo el avión presidencial y muy diestro en el engaño, la mentira, el cinismo y la farsa.