De pandemia y otras cosas
Ramón Zurita Sahagún martes 25, Ago 2020De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
El relajamiento es total, la confusión impera y el país está pagando una cuota muy alta de muertos y contagios en el caso de la pandemia, pero también en lo económico, en lo político y en lo social.
La pandemia llegó a México, sentó sus reales y con todo que estuvimos siempre alerta a lo que pudiese ocurrir, esto finalmente sucedió y sacudió las entrañas de una nación que iniciaba un nuevo despertar.
Solamente han transcurrido seis meses desde que se adoptaron las primeras medidas para contrarrestar los posibles efectos que pudiese causar el Covid-19 y el impacto ha sido mayor de lo esperado, aunque se minimizan algunas situaciones.
Los muertos han cambiado en los pronósticos, desde aquella lejana cifra de seis mil fallecidos, calculados en un inicio, hasta los más de sesenta mil que se han presentado hasta el momento y con el riesgo de que la cifra continúe creciendo en lo que se encuentra una vacuna que pruebe su funcionalidad.
Quince meses habían transcurrido desde el principio de la actual administración, cuyo advenimiento fue festejado con 30 millones de votos y una gran distancia entre el primero y segundo lugar de los comicios.
Los pronósticos eran alentadores, con la llegada de alguien que prometió muchos cambios durante la campaña y que llegaba con el respaldo suficiente para realizarlos a la brevedad posible. Contaba para ello con un Congreso de gran mayoría, sus recorridos por todo el país, los que le daban una visión cercana de lo que sucedía y de las necesidades de una población totalmente marginada.
Se rodeó de un gabinete de gran experiencia que había participado en administraciones anteriores, muchos de ellos confiables y con una edad madura que los ponía ante la posibilidad de aportar ideas y dedicarse al trabajo, sin mirar demasiado al futuro personal.
Pero hete aquí que llegó la pandemia y no han sabido como sortearla adecuadamente, con decisiones balbuceantes y lo peor de todo sin dinero ni insumos para combatirla.
Es cierto que la pasada administración fue un desastre, que no cumplieron con las metas en los términos médicos y sanitarios, que saquearon y abusaron y que además se enfrentaron al principal obstáculo, la necedad y “valemadrismo” de una población acostumbrada a desobedecer a los gobiernos, sin importar la ideología de los mismos y lo peor de todo no ser sancionados por ello.
Se dejaron al garete las medidas sanitarias, se entró en una discusión bizantina sobre el uso del cubrebocas y la utilidad del mismo, se difundieron medidas varias para intentar frenar el contagio y, finalmente, se llegó a decretar el cierre de comercios e industrias cuyas actividades no fueran catalogadas como esenciales.
Comenzó a rondar el fantasma del desempleo y la economía familiar sufrió un fuerte descenso. Se esfumó el turismo, bajaron las remesas y al poco tiempo aumentaron precios de productos básicos.
El descontrol fue tremendo, los gobernadores exigieron mayores recursos, el gobierno federal se los negó, los empresarios e industriales solicitaron apoyos, tampoco los hubo e inició el desgaste político, con enfrentamientos verbales entre la federación y los estados.
Casi seis meses después de los primeros contagios México muestra una cara distinta, el gobierno federal no se advierte tan sólido (el Presidente si lo está), el gabinete se encuentra dividido, los recursos no son los presupuestados y lo peor, la pandemia no cede.
Políticos y partidos sacan raja de todo, mostrando mezquindad en muchos de los casos, donde cada uno busca sus propios privilegios, sin importar el bien común o la satisfacción de las necesidades de una población como siempre olvidada.
Al final, cuando esto pase (algún día tendrá que hacerlo) habrá que analizar quienes son los responsables de este desastre, los gobernantes (en todos los niveles) o la población.
Los gobernantes mostrando una gran incapacidad para tratar de hacer menos caótica la situación o la población por desobedecer los mandatos gubernamentales. Alguien tendría que responder por este desastre que presagia tiempos nada fáciles en el futuro.