El embajador Carlos Pascual
¬ Augusto Corro lunes 21, Mar 2011Punto por Punto
Augusto Corro
- Era una lucha sorda
- Renuncia oficializada
- Política a la mexicana
El embajador estadunidense, Carlos Pascual, renunció a su cargo. Terminó, pues, una lucha sorda entre el presidente Felipe Calderón Hinojosa (FCH) y el diplomático. El conflicto surgió a raíz de las opiniones personales que el extranjero enviaba a su país. Entre otras las que dejaba mal parado al Ejército mexicano en su lucha contra el narcotráfico y aplaudía la colaboración de la Marina en los cables que WikiLeaks mostró a la opinión pública.
La renuncia de Carlos Pascual oficializó la ruptura que existía entre el gobierno federal panista. Esa pugna se agudizó el 3 de marzo, cuando FCH estuvo en EU. Antes de su entrevista con Barack Obama, el funcionario mexicano echó pestes contra el representante de aquel país en México. Dio a entender que no le tenía confianza. A partir de esa fecha empezaron las especulaciones sobre el tiempo que el embajador duraría en el cargo.
Definitivamente, a FCH no le agradó la visión que el diplomático tenía de la actuación del gobierno panista en la guerra contra el narcotráfico, además de otras expresiones sobre la vida política nacional, en la que el blanco de las críticas resultaron los aspirantes panistas a la sucesión presidencial del 2012 a los que calificó de grises. El propio líder panista, Gustavo Madero, entró al quite para señalar que el PAN “está fuerte con sus candidatos y tienen la confianza de que en el 2012 refrendarán la Presidencia de la República”.
Además, Carlos Pascual, en otro de los mensajes secretos, habló de la descoordinación que existe entre las policías que combaten al crimen organizado, de los celos que existen entre éstas y de la forma fracturada y discrecional en la que trabajan. Es decir, el embajador envió a Washington la información que aparece cotidianamente en los medios de comunicación mexicanos.
Con la renuncia del embajador se trató de agregarle una raya más al tigre. Las relaciones entre los presidentes de EU y México en su última entrevista revelaron que no existe conflicto alguno. Sin embargo, no debe existir un olor a sumisión por parte de las autoridades mexicanas: injerencia en los asuntos nacionales y violación a la soberanía. Ejemplos claros fueron la presencia de los espías estadunidenses en territorio nacional, sin duda alguna: el policía aduanal del vecino país, Jaime Zapata, fue asesinado por “Los Zetas” en una carretera de San Luis Potosí.
También se registró el operativo “Rápido y Furioso” que resultó un fracaso total. Con el pretexto de una investigación, las autoridades estadunidenses introdujeron de contrabando miles de armas a territorio nacional con destino a los cárteles de la droga. Con uno de esos rifles, “Los Zetas” privaron de la vida a Jaime Zapata.
La renuncia de Carlos Pascual surgió en los momentos en que se discute sobre la violación a la soberanía nacional con los sobrevuelos que realizan naves extranjeras manejadas a control remoto sobre territorio mexicano en busca de narcotraficantes, ante la condición sumisa de las autoridades mexicanas. La canciller Patricia Espinosa estuvo en el Senado para hablar de las acciones de EU en México y se le hizo bolas el engrudo al tratar de justificar lo injustificable. Los legisladores pusieron su mejor empeño para escuchar a la titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Los legisladores actuaron como lo hicieron siempre, dejaron que doña Patricia expusiera sus puntos de vista, luego dizque le plantearon preguntas difíciles de contestar y al final todo quedó igual que al principio.
La renuncia de Carlos Pascual fue aceptada por Washington y los agradecidos Barack Obama e Hillary Clinton lo elogiaron por su trabajo.
POLÍTICA A LA MEXICANA
De ninguna manera causa extrañeza la política a la mexicana con todos sus actos singulares y propios de gente que en busca del poder sin importarle pactar con el mismísimo diablo. Nos referimos a Rubén Moreira Valdés, precandidato del PRI a la gubernatura de Coahuila. Resulta que el mencionado priísta es hermano del actual líder nacional del Revolucionario Institucional, Humberto, de los mismos apellidos. Como todo mundo sabe, el dirigente dejó el gobierno estatal encargado a un cuate, mientras se oficializa la entrega de poder a su pariente para que no se rompa el nepotismo y se inicie una tradición caciquil en aquella entidad golpeada por el narco.
Rubén, el controvertido aspirante, desea amarrar su camino a la gubernatura y ejercer el poder con capacidad, conocimientos y transparencia. Para alcanzar estos propósitos se acercó al inefable Vicente Fox para abrevar de la sabiduría del guanajuatense en lo que al manejo de buen gobierno se refiere. Convencido de que Fox es el non plus ultra de los ex mandatarios mexicanos, el coahuilense se dejó caer en el Centro Fox, acompañado de sus amigos, entre ellos diputados federales, para recibir las lecciones del maestro.
Rubén y sus legisladores priístas se inscribieron en el Seminario de Desarrollo y Gestión de Gobiernos Exitosos que impartió el ex presidente en su Centro Fox. Los mencionados políticos a la mexicana no saben que el guanajuatense ha sido uno de los peores presidentes de México y que su capital político con el que llegó al poder lo dilapidó en acciones frívolas que en nada beneficiaron a México.
Independientemente de esa actitud de Rubén, alguien tiene que decirle que su hermano, el máximo dirigente priista, libra ahora una lucha contra los panistas porque quiere regresar el PRI a Los Pinos, que perdió ante Fox, porque México anhelaba un cambio que no se dio.
Repetimos, no es de extrañar la actitud de Rubén. En términos generales, la política mexicana hace tiempo que se encuentra de cabeza: los priístas van con Fox para que los ilumine con sus conocimientos; los perredistas se mezclan con los panistas en alianzas antinaturales. Otros militantes del sol azteca militan en las filas del Partido del Trabajo (PT). En las propias filas amarillas la revoltura es equiparable a una Torre de Babel. La ambición por satisfacer los intereses personales provoca que los políticos pierdan la cordura, si es que alguna vez la tuvieron.